Leyes secretas que autorizan la tortura a prisioneros siguen vigentes en los Estados Unidos, según informa The New York Times en su edición del jueves 4 de octubre. Ese diario añade que esas autorizaciones clandestinas del Departamento de Justicia suponen “un masivo respaldo de las más crueles técnicas de interrogatorio jamás utilizadas por la CIA”.

En verdad, las torturas habían sido autorizadas por el Congreso norteamericano después del 11 de septiembre de 2001, pero se prohibieron, también en el parlamento, a partir de diciembre de 2004. Sin embargo, cuando Alberto Gonzales ocupaba el cargo de fiscal general de Bush, esas prácticas prosiguieron, y se aplican masivamente en el campo de concentración de Guantánamo.