La gran huelga de los bomberos

Con un paro de 48 horas, los bomberos de Gran Bretaña comenzaron el jueves 13 un plan de lucha nacional por un aumento salarial del 40%. La semana próxima, continuará con un paro de 8 días (y dos paros más de ocho días antes de fin de año). El 90% de los bomberos votó a favor del plan de lucha e, incluso, la suspensión de su inicio (debía comenzar el 6 de noviembre pero se pospuso una semana para “negociaciones de última hora”) fue rechazada en muchas estaciones. La oferta del gobierno –un aumento del 4% (más el 7% el año próximo) pero a condición de una severa “flexibilización”– fue rechazada por el FBU, el sindicato de los bomberos.


Las dos primeras jornadas fueron masivamente cumplidas en todo el país. La huelga cuenta con una gran simpatía en el movimiento sindical: en los subtes, aeropuertos, trenes y ferrocarriles, cientos de trabajadores, respaldados por sus sindicatos, se negaron a cumplir sus tareas porque “sin los bomberos, no hay condiciones de seguridad”. El subterráneo de Londres fue paralizado casi por completo por el cierre de estaciones y la negativa de cien conductores a mover las formaciones. Las patronales amenazan con sancionar a esos trabajadores; si lo hacen, la huelga de los bomberos puede extenderse como un conflicto general de la clase obrera inglesa.


Gran Bretaña vive un ascenso de luchas salariales de los trabajadores estatales. A las huelgas de los maestros, los empleados de los consejos municipales y los trabajadores del subte, le sigue ahora la huelga de los bomberos y, en estos mismos días, huelgas de los judiciales, de los docentes y el personal de las universidades; están planeadas huelgas en los aeropuertos y en el servicio postal. Una victoria del FBU sería un punto de apoyo para todas estas luchas. Por eso Blair y la burguesía británica están determinados a derrotar a los bomberos.


Además de los salarios, para Blair y las patronales británicas hay una razón adicional para derrotarlos. El FBU tiene a su frente a una dirección que está a la izquierda de las direcciones sindicales tradicionales; en el último período hubo una renovación que llevó a la cabeza de importantes sindicatos a direcciones izquierdistas como la del FBU. Una victoria de los bomberos sería, también, un punto de apoyo para el surgimiento de nuevas direcciones.


Es mucho lo que hay en juego. Para reemplazar a los bomberos en huelga, Blair movilizó a los bomberos de las fuerzas armadas, que utilizan sus propias autobombas. Como éstas son anticuadas, Blair amenazó con ordenar a las fuerzas armadas “cruzar los piquetes” para tomar las autobombas que diariamente usan los bomberos. El objetivo es, simplemente, quebrar los piquetes porque los bomberos militares no podrían hacer funcionar esas autobombas (la instrucción lleva, por lo menos, tres meses). Pero el alto mando militar le pidió a Blair que no le ordene a sus hombres “cruzar los piquetes”, porque eso desmoralizaría a los soldados que, dice un militar, tienen “admiración y respeto” por los bomberos (Financial Times, 13/11).


Blair también amenazó con recurrir a una ley de la Thatcher que prohíbe las huelgas en los servicios públicos. Pero, ante el ascenso de las luchas en todo el país, la gran burguesía quiere una derrota aplastante de los bomberos, que sirva como “ejemplo” a los trabajadores. Así, en una nota editorial, el más importante diario del capital financiero británico, el Financial Times (12/11), le exige al gobierno que ponga a los huelguistas ante “un ultimátum: aceptan la oferta o buscan carreras alternativas” y le reclama que recurra a una ley que permite a las patronales “echar a todos los huelguistas” (ídem).


La determinación de los bomberos y el respaldo activo de importantes sectores del movimiento sindical, y el empeño del gobierno y la gran burguesía por quebrar la huelga, indican que en Gran Bretaña se está librando una gran batalla de la lucha de clases.