La guerra contra Irán, un banco de prueba

La perspectiva de una ola de ataques militares contra Irán, por parte de Estados Unidos, no aparece en el escenario internacional solamente como resultado de evidencias, informaciones o trascendidos. Es cierto que el vicepresidente Cheney encabeza un ‘lobby’ que presiona para bombardear instalaciones del ejército iraní y que cuenta con el apoyo, aunque por cuerda separada, del ‘lobby’ sionista del partido demócrata — incluida Hillary Clinton. También es cierto que Israel ha bombardeado una instalación militar o nuclear siria, para advertir de que lo mismo podría ocurrir contra Irán, o que hay comandos norteamericanos operando en territorio iraní y que Bush ha iniciado la construcción de una base militar gigantesca en la frontera irako-iraní.


Lo más importante, creemos, no es esto, sino el alineamiento de Francia con Estados Unidos, incluso para una guerra contra Irán. El encargado de enviar el mensaje correspondiente ha sido el connotado socialista, pacifista y progresista Bernard Kouchner, borocotizado al gobierno del derechista Sarkozy. La porquería no sólo crece en las pampas.


El imperialismo francés defiende su giro por la necesidad de fortalecer la capacidad de la Unión Europea para quebrar las resistencias de Rusia a una colonización abierta del capital internacional. Propone para eso cerrar las brechas con Estados Unidos y reintegrar a Francia al comando operacional de la Otan. En este marco, Sarkozy quiere el apoyo norteamericano para un desenvolvimiento del militarismo europeo — lo cual difícilmente ocurra, en cuyo caso habrá que barajar y dar de nuevo. Irán es una pieza clave para resolver la crisis de la ocupación militar de Irak y es, al mismo tiempo, un campo de prueba de la resistencia rusa. En su reciente estadía en Moscú, Sarkozy le reclamó a Putin un abierto ingreso del capital europeo a la energía y a la industria aeronáutica y espacial rusas.


Según analistas que hemos citado en ediciones anteriores, Putin aceptaría no involucrarse en una defensa de Irán si Estados Unidos y Europa sacan sus manos de Asia central y el Cáucaso — lo cual para el capitalismo es una condición imposible. Es la zona más prometedora para un gran salto de la colonización económica y geográfica del capital mundial. Este es el cuadro de referencia de cualquier otro tipo de disputa interimperialista, incluida la pelea contra Irán.


La intervención de Kirchner contra Irán en la ONU marca un giro de lo que había sido hasta el momento la posición argentina, y este giro tiene lugar en forma simultánea al planteo de Sarkozy. El nacionalismo popular argentino se suma a un planteo bélico del imperialismo mundial. La semana pasada, sin haber pasado por el Congreso, Kirchner prometió la presencia de la Armada argentina para combatir el narcotráfico en las aguas del Caribe que bañan las costas de Haití; los militares se entrenan afuera para jugar adentro. No hace falta decir que una guerra contra Irán, cualquiera sea la forma que asuma, afectará directamente a Venezuela.


La variable que por ahora nadie parece tener en cuenta, sin embargo, es cómo reaccionarán las masas de las naciones imperialistas a una nueva guerra. ¿O sí? La crisis financiera internacional ya está haciendo un estrago social enorme en Estados Unidos y luce inminente en Gran Bretaña y en España. La guerra consume la riqueza social mientras el poder adquisitivo de los salarios cae como consecuencia de la inflación, y aumenta el endeudamiento confiscatorio de los hogares.


La lucha contra la guerra es fundamental. Plantea la liquidación del imperialismo y del capital. Nuestra consigna es: Contra la guerra, abajo el imperialismo, por la unidad socialista de América Latina, opongamos a las guerras de opresión las guerras de emancipación nacional y contra los explotadores en cada país.