La guerra en Ucrania y los mercaderes de la muerte

Crece el patrimonio de los fabricantes de armas.

Soldado ucraniano en el Donbas.

La guerra entre Rusia y Ucrania ha puesto en cuestión la “reactivación” de la economía que con bombos y platillos señalaban instituciones financieras imperialistas, como indicador de que se salía de la crisis capitalista.

Las Bolsas del mundo han retrocedido bruscamente. Los precios de las materias primas y los alimentos se han disparado. En el pasado más o menos reciente se han producido recesiones y crisis económicas mundiales a causa de la brusca elevación de los precios del petróleo.

Las guerras –es sabido- producen destrucción y miseria. Pero no todos la sufren por igual. Por el contrario, hay monopolios que se benefician con la guerra y la azuzan.

En primer lugar los fabricantes de armas. Los cinco monopolios de fabricación de armas del mundo más importantes del mundo son yanquis. Estos cinco se han visto revalorizados por la guerra. En el lapso de una corta semana han visto incrementados sus patrimonios en 142 mil millones de dólares.

El fabricante aeroespacial Lockheed Martin vio aumentar su valor de mercado de US$ 106 mil millones a US$ 125 mil millones; y Northrop Grumman, del mismo rubro, ganó U$S 13 mil millones en valor de mercado. Salvo excepciones como la Boeing norteamericana o la brasilera Embraer, que retrocedieron en su valor porque dependen de importaciones rusas como el titanio o tienen su mercado en el mantenimiento de aviones rusos, toda la industria armamentística se ha visto revalorizada y beneficiada. La resolución del gobierno alemán de elevar su presupuesto militar en 100 mil millones de euros ha puesto de parabienes a toda la industria armamentística germana (Rheinmetall, etc.).

Las ganancias de estos monopolios mercaderes de la muerte se traducirán en miles de muertos, heridos y mutilados.

No menos dañino es el aprovechamiento de la guerra por parte de los que monopolizan la producción y el comercio de los llamados commodities (materias primas).

La salida del mercado de la producción cerealera de Rusia (por el boicot imperialista) y Ucrania, ha disparado el precio del trigo, maíz, etc. Los precios del trigo se incrementaron un 40% en la Bolsa de Chicago, el mayor nivel en década y media. Países como Egipto, Líbano, Túnez o Yemen deberán afrontar estos precios o incluso la escasez del trigo. No olvidemos que los levantamientos de la Primavera Árabe, hace una década, tuvieron su motor inicial en el aumento de los precios de los cereales que estos países compraban en la Unión Europea y el agotamiento de su crédito.

Hoy, nuevamente, el fantasma del hambre se instala en una época de grandes posibilidades de producción en zonas enteras del planeta. Y no solo en estos países africanos y asiáticos. También amenaza el precio del pan en Latinoamérica. Los productores capitalistas de granos y las exportadoras “luchan” decididamente para que se apliquen los precios internacionales plenos en sus respectivos países, sabiendo que eso llevará al hambre a amplios sectores de masas con salarios insuficientes o sin salarios.

Ni qué hablar de la energía. Ya los preparativos guerreristas habían aumentado el valor del gas y del petróleo y provocado una fuerte alza de las tarifas energéticas que deben pagar las masas trabajadoras de Europa en primer lugar.

La resolución tomada el martes por el presidente yanqui Joe Biden, con el apoyo de la mayoría de las bancadas Demócrata y Republicana, de prohibir la importación de productos energéticos de Rusia, es un golpe fulminante a los anunciados planes antiinflacionarios y un fuerte golpe al bolsillo de los consumidores. El petróleo tipo Brent alcanzó los 137 dólares el barril y el pronóstico es que puede superar los 150. El consumidor norteamericano deberá pagar más de 2 dólares por litro de nafta. Biden ha llamado al pueblo de los EE.UU. a aceptar este sacrificio en aras de “la lucha por la libertad de Ucrania”. Estados Unidos solo importa un 5% de su consumo y espera encarar el problema usando parte de sus reservas estratégicas, aumentando la producción de la cara extracción doméstica de fracking (viable ahora con estos superprecios) e incluso comprando petróleo a Venezuela e Irán, hasta el día de la fecha sometidos al boicot imperialista.

Biden insistirá en que el boicot a las exportaciones de gas y petróleo rusas sea internacional: “estamos trabajando estrechamente con Europa y nuestros socios para desarrollar una estrategia de largo plazo que reduzca su dependencia de la energía rusa también”, declaró. Detrás de la hipócrita “lucha por la libertad” está el interés yanqui de subordinar al imperialismo de la UE. Hasta ahora, los gobiernos europeos –que acompañan los ataques contra Rusia- se han negado a decretar este boicot por su alta dependencia de esas exportaciones de gas y petróleo (más del 40% de su consumo). Los yanquis trabajan para reemplazarlas por el aprovisionamiento y comercio de sus monopolios. Los 10 monopolios más importantes de los hidrocarburos (Chevron , etc.) han ganado en una semana casi 200 mil millones de dólares por el aumento de precios.

Lo mismo sucede con otros insumos. Los fertilizantes para la producción agropecuaria han subido un 200%. Brasil importa 85% de sus necesidades de fertilizantes. Esto encarece terriblemente la producción agropecuaria.

Frente a este desparramo de beneficios para los monopolios imperialistas los gobiernos capitalistas de diferentes países se han visto obligados a adoptar algunas medidas de control y preservación. En Brasil, el neoliberal Bolsonaro ha anunciado que abandonará circunstancialmente la actualización de sus precios de combustibles que estaba directamente indexada al precio del valor de importación de los hidrocarburos. Esto, a pesar de que el costo de producción brasilero de petróleo y gas es sensiblemente inferior al precio internacional. Los accionistas privados de Petrobras (empresa mixta) han protestado por no respetarse los contratos firmados. Aquel cambio era un reclamo planteado por consumidores populares e industriales incapaces de resistir semejante ecuación en las tarifas, antes del estallido de la guerra ruso-ucraniana.

En la Argentina tenemos planteados similares problemas: ¿a cuánto se irá el precio del pan y las harinas? ¿y el de las naftas y las tarifas de gas y electricidad dependientes del precio del petróleo?

Guerra a la guerra: paremos la masacre que beneficia a los monopolios. Fuera la OTAN. Retiro de las tropas rusas.