Internacionales
15/4/2018
La guerra imperialista y la refundación de la IV Internacional
Intervención de Jorge Altamira en la Conferencia Internacional realizada en Buenos Aires el 2-3 de abril de 2018.
Seguir
Compañeras y compañeros:
En la tarde de hoy me toca presentar un informe internacional que funcione como una premisa política para establecer algunas conclusiones para esta conferencia y diseñar un rumbo de actividades, de propaganda, de agitación, de organización.
Tengo la obligación de señalarles que con esta intervención culmina un trabajo relativamente largo y nutrido, porque la Comisión internacional del Partido Obrero trabajó en tres grandes documentos, muy importantes en mi opinión, para abrir el debate con vistas al XXV Congreso del PO. Luego, en la Comisión internacional del Congreso del PO, hicimos una revisión y una ampliación, por medio del debate, de las conclusiones de esos informes, y salieron varias resoluciones que amplían esa orientación. Ahora, por tercera vez, tengo que presentar ante ustedes un análisis, que no va a ser una repetición ni de los informes presentados ni de las resoluciones presentadas, porque en base a esos nuevos debates hemos desarrollado nuevas conclusiones políticas. Además, como después lo va a señalar la mesa, hay algunas resoluciones escritas por el compañero Sungur, otras por el compañero Savas, que ellos van a exponer, que se van a discutir, y que amplían el horizonte político del debate.
Guerras y guerras
Antes de entrar directamente en la materia, y a un título ilustrativo que no es inútil destacar, en las experiencias que el Partido Obrero en materia de guerras, la de Malvinas no fue la única y no fue la posición sobre Malvinas el modelo único que siguió el PO ante las guerras que involucraron a Argentina. En la guerra de Malvinas, una guerra imperialista contra un país sometido, tuvimos la posición que describió Marcelo Ramal en su intervención, no tuvimos una posición de derrotismo revolucionario, es decir la igualación de los ingleses, por un lado, y la posición de Argentina, por el otro. La prioridad era la derrota de la flota británica. La lucha para derrocar a la dictadura debía tener lugar bajo esa reivindicación, distinguiendo a la nación opresora de la oprimida.
Bajo la dictadura militar, sin embargo, Argentina estuvo a punto de entrar en una guerra con Chile por conflictos limítrofes, y nosotros levantamos una posición de sabotaje a la Argentina, de sabotaje a Chile y por la unión de los trabajadores de Chile y Argentina para derrocar a Pinochet y a Videla. Este señalamiento recupera una experiencia histórica, pero sirve también como método. No hay nada que supere el análisis concreto de las situaciones concretas. Esto significa que no se debe operar de un modo empírico, considerando cada caso particular en torno a un campo circunscripto, sino en función de una caracterización histórica general. Por ejemplo, en este momento, el compañero Savas alertó sobre los peligros de guerra en los Balcanes, donde el nacionalismo griego pretende comportarse como si la cuestión Macedonia, en una disputa por el derecho a usar ese nombre, pero que puede alcanzar un carácter territorial, fuera similar a la cuestión de Malvinas, alegando un derecho histórico. Ahora bien, Grecia, un país sometido, juega en los Balcanes una función imperialista, porque las finanzas de los Balcanes, en una parte importante, han estado controlada por los bancos de Grecia. En este caso no defendemos los supuestos derechos nacionales de Grecia sino la unidad socialista de los Balcanes.
La crisis mundial y la guerra
La crisis mundial de 2008 ha tenido unas consecuencias políticas absolutamente enormes, que son fácilmente explicables. Una crisis mundial significa que el régimen social dominante ha entrado en un impasse completo, o sea en una contradicción violenta entre las fuerzas productivas desarrolladas por ese régimen y las relaciones de producción propias de ese régimen. Las consecuencias en materia de políticas internacionales no podían demorarse de ninguna manera. Al ser la consecuencia de esta contradicción fundamental, que caracteriza a todos los sistemas sociales, y es particularmente violenta en la época del imperialismo, toda la estructura política desarrollada por el capitalismo es alcanzada por esa contradicción. Por ejemplo, un régimen que ha estructurado una economía mundial sobre la base de Estados nacionales, el estallido de esa contradicción genera la tendencia a la guerra imperialista.
He leído hoy algunas publicaciones de izquierda en la Argentina que hablan de las guerras como una suerte de accidente del proceso político actual, y no como la expresión del estallido de las contradicciones fundamentales en el sistema social en el cual estamos viviendo. Si ustedes vuelven a la literatura de nuestro partido, relativa al estallido de la crisis de 2007/8, van a ver que allí se traza un rumbo de esta crisis: crisis internacionales, guerras, crisis de regímenes políticos, es decir anticipa en los diversos planos del desarrollo histórico las consecuencias de esta crisis.
De manera que cuando somos acusados de catastrofistas se cometen dos errores, en primer lugar, que no lo somos, porque vemos a la crisis como un desarrollo histórico y no como una implosión inmediatista, es decir que no somos catastrofistas, porque vamos desenvolviendo lo que muchas veces hemos llamado la metástasis de la crisis mundial; en ese sentido no somos catastrofistas. En otro sentido, sin embargo nos hemos ganado con todo derecho el título de catastrofistas, porque ese catastrofismo no solamente se manifiesta en la economía, sino en los Estados, la política, las clases y toda la perspectiva histórica presente.
Seguí leyendo: Siria: Macri y Tabaré Vazquez, alineados con el tridente imperialista
Ayer señalé que la guerra por un lado y la revolución por el otro son la manifestación final y última de la completa explosión de las contradicciones sociales. Se trata de un metabolismo social. Es el tema fundamental que tenemos que tratar porque, en primer lugar, es de actualidad y, en segundo lugar, es la consecuencia de todo el proceso de la crisis capitalista. El que habla de crisis capitalista y no la conecta con la guerra no puede sacar una conclusión. No se puede construir un partido y tampoco se puede llevar a ese partido a una lucha de clases consecuente, ignorando este marco histórico.
La crisis de 2007/8 es la última, la más aguda, de una serie de crisis que arrancan en la década del ’70, o antes incluso. La crisis de Argentina, en 2001, por ejemplo, puede ser considerada como modelo de crisis capitalista, porque provocó con una disolución de las relaciones de mercado, que es el nexo social del capitalismo. La crisis alemana del año ’23, la alemana y la norteamericana del ’30, y la argentina de 2001, muestran, precisamente, la tendencia fundamental de la crisis capitalista, que es la disolución de las relaciones sociales capitalistas, que entran en un estado de parálisis. Las provincias tuvieron que emitir monedas, los municipios también, no se compraba y no se vendía. De estas crisis, a nivel mundial, nace todo un conjunto de procesos de guerra.
La restauración capitalista
Estas guerras, por su parte, tienen una lógica, porque son el producto de rivalidades nacionales. El impresionismo de que las guerras de carácter mundial son imposibles en la actualidad, debido al excepcional poder de destrucción de las armas modernas, debe ser superado por medio de un análisis concreto.
El primer elemento histórico de esta guerra, vinculada a la decadencia histórica del capital y a la crisis de conjunto, tiene una vinculación profunda con la restauración capitalista en la ex Unión Soviética y en la República Popular China. La primera lógica de esta tendencia a la guerra imperialista, está determinada por la lucha por la captura de mercados, que pone en primer lugar la colonización de los mercados abiertos por la restauración capitalista en la tercera parte geográfica y poblacional del planeta.
Esa restauración capitalista está incompleta, se encuentra en transición. La restauración capitalista en China tiene la peculiaridad de que tiene lugar en las condiciones de un Estado nacional, que en China existe por primera vez en la historia contemporánea, que se ha erigido como consecuencia de la victoria de la revolución de octubre de 1948. Este Estado nacional ha permitido hasta ahora que el proceso de la restauración capitalista no haya producido una dislocación nacional, como ocurrió siempre en el pasado, en que las guerras imperialistas y la penetración imperialista terminaron provocando el reparto territorial de China entre Japón, Inglaterra, Estados Unidos e incluso Rusia. El Estado chino actual precede al proceso de restauración capitalista, creado por una revolución que no es capitalista, que es una revolución anticapitalista.
Te puede interesar: Abajo el bombardeo imperialista a Siria
Ahora, este Estado Chino, del cual parte la iniciativa política de una restauración capitalista, es presentado ahora como una barrera para el proseguimiento de esta restauración capitalista, y hasta como un rival en el mercado mundial. Recientemente, el Estado chino ha re-centralizado todavía más el poder, ante el crecimiento de la desigualdad, el agudizamiento de la lucha de clases, la acentuación de los desequilibrios internos y la inminencia de la quiebra del sistema bancario. Una de las manifestaciones de la tendencia a la disgregación política del régimen, es el elevado grado de corrupción del Partido Comunista de China, el sujeto político del Estado. La misma tendencia mundial que presiona a una apertura económica mayor de China y a una ‘democratización’ política, ha producido en EEUU el resultado inverso: una tendencia a la concentración bonapartista del poder y al ‘proteccionismo’ como arma de guerra financiera. La misma tendencia a un bonapartismo de derecha tiene lugar en Europa y en Rusia. Cuando en China el presidente obtiene la reelección indefinida, el presidente de los Estados Unidos, en lugar de denunciar la deriva anti-democrática, le manda una felicitación.
La crisis mundial plantea llevar la colonización de China y de Rusia hasta sus últimas consecuencias – por eso estos dos países ocupan el lugar central en las hipótesis de guerra del Pentágono y de la Otan. Es lo que se manifiesta, por ejemplo, en Ucrania, y antes en la destrucción de la federación yugoslava. La amenaza de disolución nacional llevó al gobierno de los servicios de seguridad en Rusia, con Putin, que arrancó masacrando a los pueblos del Cáucaso, y una guerra en Georgia, cuando quedó bajo el control de la Otan. Este es el conflicto que opone Estados Unidos y China militarmente en el mar de la China, Es el conflicto también, que no vamos a tratar hoy aquí, con Corea del Norte.
Quienes sostienen que se trata de guerras de carácter local o meros accidentes; hacen abstracción del agotamiento histórico del capitalismo y de la crisis mundial, o sea la explosión de todas las contradicciones capitalistas. Estas han roto un conjunto de equilibrios y alterado el sistema político en todos los países. Aunque Trump no ha logrado todavía imponer a rajatabla su política, qué duda cabe que todos los intentos y todas las ofensivas que aplica van dirigidas a abolir o a restringir severamente el sistema parlamentario tradicional y el lugar especial que tiene el Poder Judicial en Estados Unidos. La crisis política en Estados Unidos es uno de los elementos más poderosos que alimenta la crisis mundial. Cuando Trump empieza a amenazar con un bombardeo nuclear a Corea del norte, especialmente ahora que sabemos que ya no lo piensa bombardear sino que va a usar el garrote ‘diplomático, eran inminentes la elecciones en Pennsylvania, donde Trump había ganado a Hillary Clinton por una diferencia de 30 puntos. Las encuestas daban ahora, sin embargo, que la candidata negra demócrata, negra y mujer, iba a derrotar al candidato republicano. Para cambiar este escenario electoral desata ua histeria bélica contra Norcorea. Resultado: ganó la mujer negra, la crisis política del trumpismo creció y Trump empezó a echar a miembros del gabinete que no eran de su palo, para cerrar filas con su camarilla.
Rivalidades imperialistas
Este es el escenario principal, el otro es el escenario de las viejas guerras y choques interimperialistas, que está conectado al primero, porque la recolonización de los viejos espacios ‘socialistas’ acentúa la rivalidad para apropiarse de esta situación potencial – como ya ocurre. Trump ha lanzado una una guerra fiscal y financiera, que apunta a repatriar capital-dinero del exterior, en una suerte de blanqueo. Apunta a armarse de una caja financiera lo suficientemente poderosa para poder hacer una guerra comercial en momentos que el Estado norteamericano tiene una deuda pública del 110% del PBI, más de u$s 20 billones, y una tendencia a la desvalorización de esa deuda y del dólar. La decisión de China de responder creando un mercado petrolero y financiero en yuanes, desata, potencialmente, una guerra monetaria.
La ruptura de los equilibrios externos e internos en las naciones – en EEUU, la UE, China y Rusia -, se transforma en un factor estratégico en la tendencia política mundial, y prepara las condiciones para que las luchas de clases asuman un carácter de conjunto. La decisión que debate la UE de crear una fuerza militar independiente, en lugar de contribuir al presupuesto de la Otan, ha desatado una advertencia estratégica explícita de parte del Pentágono y de Trump. Esto explica los coqueteos de Trump con Putin, que investiga un juez especial en EEUU, que apunta contra los europeos, y en especial Alemania, a lo que Merkel ha respondido con un gran acuerdo gasífero con Moscú, y Francia con un acuerdo petrolero con Irán. La oligarquía rusa, ligada al gobierno ruso, es un jugador fundamental en el mercado de Londres – un paraíso fiscal.
Guerra internacional
Al ver este panorama, ¿qué conclusión sacamos? Que si bien las guerras aparecen localizadas, tienen un hilo conductor internacional – es una confrontación general entre los Estados y las clases capitalistas como consecuencia de una ruptura del equilibrio social, económico y político irreversible, que deberá encontrar otro equilibrio través de crisis y guerras, un equilibrio más cerca de la barbarie – o abatido por la revolución mundial. Este es el análisis concreto de la guerra. A la pregunta de si la escena final de toda esta guerra es la destrucción de la humanidad, la respuesta tiene que ser política. Cuando todo el mundo pronosticaba el holocausto entre los misiles de la Unión Soviética y los misiles norteamericanos, y aseguraban que este ‘equilibrio’ garantizaba un empate estratégico o una “convergencia pacífica”, la presión económica y la carrera armamentista quebraron a la Unión Soviética, e iniciaron este nuevo período – de guerras en mayor número. La quiebra de los rivales por medio de guerras, presiones, guerras comerciales, ataques cada vez más vastos apuntan a la quiebra de los opositores, pero no a la eliminación de las guerras y a la creación de un poder capitalista única, sino al revés – a la posibilidad de guerras aún mayores.
Acá tengo un folleto del PTS, que dice que hay “conflictos”, pero no analiza las guerras, no las caracteriza, y no denuncia su tendencia a guerras aún mayores. Estamos ante una falencia metodológica grave, porque un documento internacional, en febrero de 2018, que no explique por qué hay guerras, que no vea su lógica y que no haga un balance histórico de las que hubo hasta ahora y de su extensión; que no vea que la matanza de 17 palestinos, en los días pasados, es la expresión de una iniciativa militar del sionismo, no sólo en Gaza sino en el conjunto de la guerra de Siria, como lo acaba de declarar el jefe del estado mayor de las Fuerzas Armadas de Israel, ¿cómo puede tener una política internacional?, ¿a qué vamos a jugar a la política internacional? Las políticas nacionales, fuera del contexto mundial de catástrofes crecientes, no podría despertar la conciencia internacional del proletariado, lo que lo haría sucumbir a las tendencias en pugna de las burguesías de cada país.
Guerra y Revolución
¿Cuál es el principal problema para el imperialismo en estas guerras? No se han creado todavía las condiciones en las metrópolis imperialistas para llevar a cabo estas guerras hasta sus últimas consecuencias. Cualquier pronóstico elemental ahora diría que si se reunieron dos millones de personas en Estados Unidos por un tiroteo de alguien que estaba medio loco o algo así en Miami, una amenaza de guerra generalizada en un país que tiene fresca la memoria de la resistencia contra la guerra de Vietnam, va a tener una crisis política gigantesca. Un desarrollo bonapartista de Trump podría crear las condiciones interiores para una política internacional de guerra. Pero este bonapartismo y de un modo general las crisis, agudizan la lucha de clases interna, la lucha de clases interna puede derribar a los gobiernos que van a la guerra, más todavía si hay una dirección política que les dice que esta lucha de clases tiene que tener como uno de sus objetivos abatir a la clase dominante, establecer gobiernos de trabajadores para liquidar cualquier posibilidad de guerra como única alternativa, es decir: a la guerra, la revolución.
Cuando nosotros analizamos lo que se dijo acá, de parte del compañero de Renaissance Ouvriere, lo que dijo el compañero, a la luz de este debate, acerca de la huelga ferroviaria en Francia y la posibilidad de una huelga general, queda claro que la lucha contra el enemigo del propio país, en este caso Macron, es un arma decisiva para derrotar la guerra imperialista. No hay nada más favorable en la lucha contra la guerra que el derrocamiento de Macron, porque la guerra es la forma extrema en un polo, que tiene en el otro polo la revolución. La guerra pretende el ordenamiento internacional hacia la barbarie y la revolución, acabando con el capitalismo, pretende reestructurar a la sociedad en el sentido de la libertad. Esta relación está señalada en los documentos preparatorios de la Conferencia Internacional. Gran parte de la izquierda en Francia ha capitulado ante la guerra imperialista de su Estado. Frente a un gobierno pierde la autoridad librando guerras en Africa del Norte y en el Medio Oriente, las huelgas en Francia trascienden la lucha reivindicativa y asumen importancia internacional.
Tenemos varios aspectos. En primer lugar, la guerra y la revolución. Segundo, el escenario de una guerra inter-imperialista que se libraría con el auxilio alternativo de los regímenes burocráticos restauracionistas de Pekín o de Putin. Sería una guerra que se parece a las guerras pasadas. El otro escenario de guerra es la unidad del imperialismo para proceder a una colonización completa de la ex Unión Soviética y de China. Ambas guerras están entrelazadas, porque una alianza de Rusia con un sector europeo frente a una alianza de Japón con Estados Unidos, va a acentuar la restauración capitalista, incluso con un protagonismo mayor de los gobiernos restauracionistas.
Bonapartismo y fascismo
En este contexto de crisis capitalista, regímenes políticos y de guerra, han surgido, incluso antes Trump, un montón de otros movimientos derechistas. En Europa oriental, el presidente de Turquía, Erdogan, que debutó en política procurando conciliar democracia con islamismo, ahora tiene decenas de miles presos, no me acuerdo el número, y gobierna con poderes de facto, están suspendidas todas las garantías constitucionales y los jueces hacen lo que dice el Poder Ejecutivo. Tenemos el régimen húngaro de Orbán, tenemos ahora la victoria de la Liga del Norte, que ahora quedó como Liga y ya no es sólo del norte, o el ascenso de Marine Le Pen. Algo fundamental, el crecimiento ‘neo-nazi’ en Alemania.
Simplemente, unas indicaciones, porque el carácter de estos movimientos y regímenes políticos está puesto a discusión. Ninguno de estos regímenes es fascista, es una respuesta bonapartista reaccionaria, es una construcción de Estados policiales, frente a la presión desintegradora de la crisis mundial y a la presión desintegradora del imperialismo por colonizar los espacios de la ex Unión Soviética o de China. No son movimientos fascistas, porque éstos son, antes que nada, movimientos de masas, en situaciones de pre-guerra civil o guerra civil. El Partido Obrero, ya hace tiempo, destacó que el nacionalismo del pasado en Europa era el nacionalismo alemán, el francés, el húngaro, el rumano. Con la Unión Europea, esos nacionalismos empequeñecieron estratégicamente. El interrogante es: ¿podrá la burguesía europea construir un nacionalismo fascistizante continental? No sé si ven la contradicción. Han construido la Unión Europea, los nacionalistas plantean, en forma zigzagueante, hacer rancho aparte de la Unión Europea, ¿pero tendrán, en sus respectivos países, Inglaterra, Francia, Alemania, la capacidad de movilización fascista de las masas y, por lo tanto, intereses estratégicos nacionales, como los tuvieron en la década del ’30? Esos países y sus Estados están completamente debilitados, históricamente y a nivel internacional como fuerzas autónomas con respecto al pasado, El Movimiento Cinco Estrellas, que fue descripto acá como antieuropeo, ya advirtió que de ninguna manera va a retirar a Italia de la Unión Europea. Y la Ukip de Gran Bretaña ha desaparecido, y los gobiernos autoritarios en Hungría o en otros países de Europa Oriental no tienen la menor intención de salirse de la Unión Europea. Es decir, que es un nacionalismo que se encuentra en un impasse. Otra cosa es que Alemania pueda explotar la unidad europea para volver a construir el viejo nacionalismo de Hitler, usando a los nacionalismos locales como tributarios. Hay una verdadera crisis de orientación en el nacionalismo en Europa viene creciendo desde hace treinta años y nunca llega a un éxito. En Austria se ha formado un co-gobierno con el fascismo, pero enseguida se declaró neutral cuando la UE expulsó diplomáticos rusos por el envenenamiento de un doble espía y su hija en Gran Bretaña.
La envergadura potencial o la agresividad a estos fenómenos son claros, y hay que combatirlos con el método del frente único de la clase obrera. De lo que se trata es tener una caracterización correcta, pues de lo contrario queda afectada la caracterización de la situación mundial y descontada una derrota del proletariado que no ha tenido lugar de ninguna manera. Los frentes democráticos y los frentes populares se valen de esta caracterización para convidar a las masas a colaborar con la burguesía liberal, como ha ocurrido en las últimas elecciones en Francia., que son los últimos recursos del imperialismo.
En este tema del nacionalismo hay que colocar una cuestión esencial, que la cuestión de la migración gigantesca que ha acentuado las guerras imperialistas en Medio Oriente y África. El chovinismo europeo está ligado a la guerra del Medio Oriente y a la creación de una masa de refugiados espantosa, que confinan en campos de concentración y expulsan de Europa. La Otan ha armado una fuerza militar para controlar esos países y los países de donde vienen los inmigrantes para que no entren. La cuestión de migrantes y refugiados ha desatado también una crisis en la UE, porque Alemania pretende evitar, por el pasado hitleriano, que se la clasifique en este campo. Ahora, la población que es masacrada en el Medio Oriente y en Asia, y que es obligada a huir de esos países e ir a Europa, es la población que tiene lazos con la que vive en los barrios periféricos de París, lo que evoca un sentimiento de indignación entre una población que los franceses creían que era definitivamente francesa, como los mismos hispanos mexicanos en Estados Unidos, que hablan un excelente inglés. Entonces, es un polvorín mundial y si nosotros vamos a hacer una campaña internacional, tenemos que desarrollar una posición política sobre todo esto; defensa incondicional al acogimiento de todas las víctimas de las guerras imperialistas.
Independencia política del proletariado
Hay un elemento también, que quedó expresado, tanto en el día de ayer como creo que hasta cierto punto en el día de hoy, por la posición que expresó la compañera del Partido Comunista Unificado de Rusia. Para decirlo en términos locales, Macri es Trump y el imperialismo yanqui, Putin es Scioli, “no vayan a votar en blanco” en estas guerras.
Ahora, la política de la burocracia restauracionista es buscar todos los apoyos políticos posibles para llegar a un compromiso con el imperialismo, para proceder de común acuerdo a la restauración capitalista y no en forma unilateral. Entonces, tenemos a Putin en Siria, que parece un shopping center, donde Putin vende o alquila el control que ejerce en el espacio aéreo, sea a Turquía, sea a EEUU, sea al estado sionista. En la tentativa de ese compromiso, diseñan un acuerdo, que se ha firmado en la ciudad de Astrana, en la cual Siria es repartida entre las fuerzas foráneas intervinientes, lo cual invalida que bajo la dirección de Putin vamos a tener una república Siria autónoma, incluso bajo el régimen de Al Assad. El punto que yo quiero señalar acá es prestar atención a cómo los movimientos revolucionarios, populares del Medio Oriente, se encuentran condicionados por una propaganda que dice “No le hagan el juego al imperialismo”, para frenar las movilizaciones de masas contra la miseria y la opresión interna, incluso en Gaza o Cisjordania. En la rebelión de Túnez y en la rebelión de Irán del último período, ése fue el mensaje. Cuando los trabajadores se levantaron contra la miseria y la carestía, las quiebras bancarias y la expropiación de ahorros, cierres de fábricas, agresión a mujeres, la suba del precio de la cebolla, el régimen dijo “no le hagan el juego al sionismo”, porque si esto avanza y nosotros, los ayatollas caemos, viene Macri. Es una extorsión política sobre el movimiento popular, la comprensión adecuada del rol que está jugando cada uno en todo esto, debe ayudar a clarificar a las masas populares del Medio Oriente, y en general de todo el mundo, de que no debe ir detrás de ningún sector populista ni llamado nacional y popular porque es un camino de derrota para el movimiento de los trabajadores, y la revolución depende de su independencia política del imperialismo norteamericano y de la burocracia restauracionista.
Con este análisis y estas caracterizaciones queremos construir una política, porque lo que nosotros queremos es que de aquí salga una declaración política y se adopten medidas organizativas, compromisos, para clarificar todo esto, y a través de una serie de consignas orientar nuestro trabajo mundial. Fíjense lo siguiente: no es nosotros vamos ‘a bajar línea’ en Egipto, con todo lo serio que es bajar línea en Egipto, se trata de desarrollar el ordenamiento político de la IV Internacional en el mundo, que es el ordenamiento de ideas, la estrategia de la IV Internacional en el mundo, que a cada partido y a la Internacional en su conjunto le abra un camino de desarrollo. Cuando acá los compañeros del Partido Obrero repiten y machacan todo el tiempo, como que nosotros nos delimitamos del nacionalismo burgués, préstenles atención, porque es un planteo mundial, no solamente nacional – es un método. Este aspecto político hay que desarrollarlo. La presencia aquí de una organización de Rusia es un hecho muy importante, más importante todavía porque tenemos una divergencia, una divergencia que va a ser discutida democráticamente, y va a extender la IV Internacional a Rusia.
Comunistas contra la restauración capitalista
Apostamos a eso, ¿pero el método cuál es? La libre discusión, el gran respeto por el adversario, porque los compañeros rompieron con el Partido Comunista que apoya a Putin y la restauración capitalista. Los compañeros de Rusia tienen el desafío de ser comunistas en la época de la restauración capitalista. En la época de Stalin, ser comunista, oficialmente, era pertenecer al aparato oficial, hoy no se puede pertenecer al aparato oficial y ser comunista, y los compañeros libran una lucha contra el gobierno de Putin, no son putinistas, son antiputinistas, pero hay que discutir toda una serie de consecuencias que se derivan de esta contradicción y este desafío y todo lo que ocurre en su entorno. Por eso, en un programa político que se va a discutir acá sobre Rusia: derrocamiento de la burocracia, expropiación de la oligarquía, renacimiento de los soviets y todo lo demás, hay que agregar “por una política revolucionaria en la tradición de Lenin y Trotsky en el Medio Oriente, en el Cáucaso, en Ucrania, por la libre determinación de los pueblos y por la reconstrucción de la unidad de Repúblicas Socialistas Soviéticas” (aplausos).
Vamos a seguir este camino, vamos a proponer una declaración sencilla, pero también vamos a asociar a los compañeros invitados a esta Conferencia a cualquier iniciativa que tome la CRCI o los partidos que hemos convocado a esta Conferencia. Por ejemplo, abrir nuestras páginas, si los compañeros del Partido Comunista Unificado de Rusia quieren discutir nuestra política en “Prensa Obrera”, tienen una columna, ellos escriben un miércoles y nosotros fijamos posición el miércoles siguiente, y después todo el mundo lo lee el jueves. Abrimos la discusión.
Y éste es el aspecto final, esta Conferencia tiene un método, nosotros vamos a seguir por este camino, porque vamos a desarrollar, como estrategia, la concepción de una IV Internacional revolucionaria sobre la base del principio del centralismo democrático y los métodos organizativos del bolchevismo, y vamos a abrir la discusión con todos los revolucionarios que un momento tan dramático de la Historia se ven obligados a reconstruir todo un marco de ideas, capaz de fructificar en un programa que lleve a la victoria a la revolución. Yo, a un compañero del Partido Obrero, que está acá presente y con el cual en un momento determinado intercambiamos dos palabras, le dije algo muy personal: aprendí mucho de todas las intervenciones éstas, en algunas cuestiones voy a cambiar de idea, en otras voy a profundizar, es decir esto no impulsamos un movimiento en el que se busca obtener una figuración política ‘internacionalista’. Eso es ajeno al Partido Obrero, nosotros nunca estuvimos interesados en obtener figuración política, no es nuestro método. La figuración oculta las ideas y oculta el programa y oculta los métodos, y oculta nuestra combatividad.
Si alguien se pregunta, “bueno, después de 50 años, qué aprendieron”. Es lo que estamos traduciendo en esta Conferencia.
América Latina
América Latina vive una crisis política tremenda y uno de los méritos de las discusiones que hubo hasta ahora es mostrar que América Latina también se encuentra en el terreno de estas guerras mundiales, que se manifiesta en la política del imperialismo yanqui con la IV Flota, con la triple frontera, con las bases en la Amazonia, con los ejercicios conjuntos en el Atlántico sur. Acá en la Argentina se ha hundido un submarino argentino y nadie sabe por qué se hundió, porque forma parte de una operación internacional cuyas características exactas aún desconocemos, y no fue simplemente un accidente de alguien que andaba por el mar. El Atlántico sur es uno de los terrenos más importantes de la guerra, por eso los ingleses mandaron hace 36 años la flota a Malvinas y llegaron a un acuerdo con Reagan y Alexander Haig, porque las Malvinas son un lugar estratégico del imperialismo mundial en el dispositivo de guerra que estamos caracterizando. Entonces, en la jornada de mañana y en el tiempo que todavía podemos aprovechar hoy, vamos a escuchar más propuestas sobre cómo desarrollar iniciativas que por lo menos tiene que empezar con una declaración, mostrando esta orientación.
Concluyo con esto, ¿qué ha tratado de demostrar este informe, que es el producto de muchas discusiones? Vuelvo a insistir, de una Comisión internacional del Partido Obrero, de una Comisión internacional con la presencia de todos los delegados extranjeros, que están acá, en el Congreso del Partido Obrero, con la presentación de los problemas al Congreso del Partido Obrero y ahora aquí. ¿Qué queremos mostrar? Cómo se debe pensar metodológicamente la cuestión de la guerra. Si la guerra es la continuación de política por otros medios, nosotros tenemos que caracterizar toda la política a la cual sirve esa guerra. Entonces, lo más interesante del texto de los compañeros nuestros del PTS, es que ellos, que son vonclausewitzianos, no pueden analizar la guerra actual. Se limitan a uno o dos párrafos: hay un conflicto de poderes por asuntos territoriales… ¡Clausewitz, volvé! El gran mérito del estratega alemán fue determinar el carácter histórico-social de las fuerzas en pugna. Si no, ¿qué quería decir con la guerra es la continuación de la política por otros medios? Donde no hay una caracterización de la lucha de clases y de la lucha social, ¿cuál es la política? No hay política, y si no hay política, ¿cuál es la base de la guerra y la naturaleza de los objetivos en presencia? Nuestro propósito fue llegar a este tipo de caracterización. Nos planteamos combatir el enfoque impresionista: nada de que la guerra estalla mañana porque Kim Jong-un no sé qué hizo y Trump le mandó un twuit, ni tampoco de que la guerra es una ficción porque ahora un conjunto musical de Corea del Sur fue a brindar un espectáculo a Corea del Norte con la presencia de Kim Jong-un.
¿Hemos agotado nuestro análisis, estamos satisfechos? No, la presentación del problema es para que todas las fuerzas internacionales y todo el Partido Obrero se vuelque a esta cuestión, y todos juntos, elaborando, discutiendo y avanzando, desarrollemos una política revolucionaria internacional de la cual Lenin y Trotsky pudieran estar orgullosos.
Foto: Bernardo Cornejo