La infame traiciòn de la burocracia del Frente Amplio

Asistieron unos 2.500 obreros. La dirección estaba a favor de la propuesta patronal, pero lo ocultó sumándose a la posición del PCU que la declaró “insuficiente” y una “base de negociación”. Sólo tres oradores (Jorge Mesa, secretario general del Sunca, Ronald Grasside, directivo, y Jara, dirigente de San José, ex- milico y edil suplente pachequista) hablaron a favor de la fórmula y por el levantamiento de la huelga. La prensa hizo una gran campaña presentando a la asamblea como una “aparateada” de los “radicales”, desconociendo que hablaron 52 oradores, algo incompatible en una asamblea “aparateada” . La asamblea ratificó la huelga por aplastante mayoría y lo mismo hizo con la propuesta de Gustavo Páez, miembro del Ejecutivo del Sunca y militante del PT, rechazando la propuesta patronal, porque “la fórmula no contempla las necesidades mínimas de los trabajadores e incorpora la reglamentación sindical, por eso se la rechaza y se espera una propuesta seria de negociación”, a pesar de que los burócratas ex PC y los del PCU mocionaron para que la propuesta patronal fuera declarada “insuficiente”.


Luego se pasó a debatir la composición de la delegación a las negociaciones, registrándose un amplio repudio a la burocracia sindical. En un primer momento se votó excluir a Jorge Mesa de la delegación; luego se llegó a otra moción que excluía a todos los negociadores, y finalmente se pasaron a discutir distintas alternativas (que TODAS tenían como denominador común la incorporación del compañero Gustavo Páez). La mesa de la Asamblea (en manos de la burocracia) logró maniobrar para mantener a la vieja delegación, pero incorporando a Páez. En medio de una gran confusión promovida desde la propia mesa, la asamblea se disolvió sin tomar otras resoluciones vitales (extensión de la huelga a los “anexos”, corte de suministros a los carneros, paro de 48 horas del Pit-Cnt, acampada de obreros y sus familias en el centro de Montevideo).


 


El desconocimiento de la Asamblea


 


Inmediatamente después de la asamblea, se desató una campaña desde la prensa, pretendiendo que había sido “patoteada”; que había un sector “radicalizado” que no había dejado hablar a los “sensatos”; que había armas de fuego, y que era una “locura”  el rechazo de la fórmula, que los propios dirigentes del Pit-Cnt (y en particular su “asesor” Juan Manuel Rodríguez) calificaban de “recuperación salarial”


El lunes 16 se reunió el Comité de Huelga, presidido por el PC (no por “Convocatoria” , ex PC), el cual pretendió que en la asamblea se había considerado “insatisfactoria” o “insuficiente”  a la propuesta patronal y que ella era la base para seguir negociando; por otro lado pretendió que en la asamblea se había aprobado un “plan de acción” que rechazaba la extensión de la huelga a los anexos, la “acampada” en el centro, etc; finalmente, los burócratas excluyeron a Gustavo Páez de las reuniones que pretendían reabrir con las cámaras patronales y el Ministerio de Trabajo para continuar negociando la fórmula rechazada. Mientras tanto, “Convocatoria” directamente afirmaba que la asamblea había sido una “locura” y suplicaba que las patronales “mantuvieran la fórmula” para poder preparar una nueva asamblea que levantara la huelga. Esa fue la conducta de la dirección (en sus distintas corrientes) luego de la asamblea. Obviamente, la patronal no realizó ningún movimiento para negociar nada, sino que en ese marco dijo que las obras se abrirían para los que se quisieran reintegrar al trabajo y que mantendrían la fórmula para los que se reintegraran (y para el Sunca hasta el martes 24).


De todos modos, la patronal no se jugó a fondo para hacer un llamado el trabajo, temiendo un fracaso rotundo (en Búsqueda, del 19/8, se informa de una asamblea de los Promotores Privados en la cual algunos patrones querían convertir el llamado al trabajo en un “plebiscito”, mientras otros tenían temor de perder ese “plebiscito”, y otros incluso rechazaban abrir las obras, temiendo que éstas fueran ocupadas o que vinieran piquetes desde los fogones, los cuales, según ellos, debían ser disueltos por la policía).


En algunas obras se reintegró una minoría de trabajadores, pero en las grandes obras la patronal no se atrevió a ir a fondo (en la terminal de Tres Cruces hubo un llamado a reintegrarse al trabajo, que luego fue “desmentido” por la patronal ante la convocatoria por los ocupantes de la obra a que todos los fogones se concentraran a las 5 de la mañana). Utilizando la camioneta y los fondos del sindicato, la dirección comenzó a trabajar por una nueva asamblea, recolectando firmas (que no llegaron a 300 en un gremio de más de 30.000 trabajadores) y realizando “asambleas” truchas para reclamar la reversión de la decisión del sábado 14 (en Maldonado reunieron a 150 trabajadores, que no votaron nada porque era una “asamblea informativa”). En la prensa, dirigentes como Lirio Rodríguez (presidente del Sunca) o José Luis Santos (secretario departamental de Maldonado) se lanzaron a atacar a la asamblea y en particular al PT, preparando el levantamiento. A esa altura, el PC ya se había pasado con armas y bagajes al levantamiento, y la dirección del Sunca pretendía responsabilizar al PT y a Gustavo Páez por el rechazo a negociar la “fórmula” patronal. Gutiérrez (MLN) se abstenía y el PT, junto a la mayoría de los fogones, eran los sostenedores de la huelga. En esas condiciones la burocracia convocó a la asamblea del domingo 22 en el Cilindro Municipal (un local gigantesco en el que entran más de 10.000 personas), pasando por encima del Comité de Huelga. El viernes 20/8 se reunió el Comité de Huelga por última vez: participaron unos 25 fogones, el PC se retiró y “Convocatoria” no participó. Allí, la posición mayoritaria era continuar la huelga (sólo el fogón “central” —el de la burocracia, que se reúne en el local sindical— y otro más, estaban por levantar): nuevamente el MLN se “abstuvo”.


 


La Asamblea del 22/8 en el Cilindro Municipal


 


Los asambleístas se sentaron en las gradas del estadio; la mesa de la asamblea estaba en la cancha, separada de la asamblea pero un cerco. Los asambleístas (unos 2.000) ocuparon tres sectores (los “fogones” a la izquierda, los que querían levantar a la derecha, en el centro la cosa estaba “repartida”). La asamblea se inició con tres informes: uno de la dirección (por levantar), otro también por levantar y el tercero de Gustavo Páez (por mantener la huelga).


Los informes de la burocracia se dedicaron a embellecer la fórmula (que una semana atrás ellos habían declarado “insuficiente”). El informe de Gustavo Páez se centró en la denuncia del sabotaje de la burocracia a las resoluciones de la asamblea del 14/8, y al conjunto de la política de la burocracia contra la huelga desde el inicio. También denunció la fórmula como una rebaja salarial (en el curso del convenio se perderán casi tres sueldos de noviembre/92, a través de ajustes cuatrimestrales que serán del 90% de la inflación oficial) y una descarada intromisión de la patronal en la organización sindical (reglamentación sindical). Páez propuso mantener la huelga; extenderla a los anexos; realizar una acampada en el centro; exigir a los gremios vinculados que cesen de suministrar materiales a los rompehuelgas; exigir al Pit-Cnt un paro inmediato de 48 horas; sacar a la burocracia sindical eligiendo un Comité Ejecutivo provisorio, que junto a los delegados de los fogones dirija la huelga. Ya desde el comienzo de la asamblea se vio que alrededor de un tercio abucheaba a la dirección y aplaudía a Gustavo Páez, mientras que la mayoría (más pasiva) aplaudía a la burocracia cada vez que ésta mencionaba el levantamiento, y un sector abucheaba a Páez.


La concurrencia  a la Asamblea había sido cuidadosamente preparada por la burocracia del Sunca y del Pit-Cnt que había puesto ómnibus para traer gente desde el interior. Por otra parte, la burocracia del Sunca había recurrido a los sectores más débiles o que directamente estaban carnereando para que fueran a la Asamblea: Lirio Rodríguez fue a CITESA (empresa en la cual los obreros iban a levantar la huelga) a plantearles que aguantaran y fueran a la Asamblea para levantar; en una obra de  Malvín, el Canario Píriz fue a decirle a los carneros que si no iban el domingo a levantar la huelga les iba a mandar un piquete el lunes para impedirles trabajar. Estas maniobras, y sobre todo el clima que los propios dirigentes habían generado desde la prensa, las giras recolectando firmas, etc., produjeron la mayoría que levantó la huelga el domingo. De otro lado, el PCU y el MLN estaban ahora por el levantamiento (aunque trabajadores de base de ambos grupos votaban continuar). En la asamblea hablaron menos oradores que en la anterior (unos 30), lo cual no le impidió a la prensa (en particular a la de izquierda) afirmar que “ésta sí” había sido una asamblea “respetuosa”. A las 12.30 se cortó la lista de oradores y se pasó a votar.


Las intervenciones por el levantamiento se dividían entre quienes simplemente decían que no se podía más, y quienes defendían la fórmula y en particular a la dirección burocrática. Los que hablaron por mantener la huelga —menos oradores— denunciaban la “entrega” de la dirección y repudiaban la fórmula. El levantamiento fue votado alrededor de dos tercios a un tercio. Previamente, un asambleísta había planteado que se votara por separado el levantamiento y la fórmula, porque pensaba que había trabajadores que no veían la posibilidad de seguir pero que no querían aceptar la reglamentación sindical: esto fue argumentado en contra por la dirección, y resultó minoría. Luego se votaron otras mociones menos importantes y finalmente la dirección quiso votar la exclusión de Gustavo Páez (incorporado en la Asamblea anterior) de la delegación a las negociaciones. Esto en un primer momento se votó afirmativamente, pero un integrante de la dirección (ex-MPP) pidió para argumentar en contra, y utilizó su tiempo para denunciar la “estafa” que había sido esa asamblea, acusó a la dirección de haber “estafado” al gremio, y en seguida saltó la cerca y se pasó a la “barra” de los fogones que gritaban contra la dirección. En ese marco, y en medio de un griterío que crecía, la burocracia retiró la moción “en aras de la unidad”, lo cual no generó ningún aplauso ni detuvo los gritos de “vendidos”, “burócratas”, “nos entregaron” que a esa altura eran imparables. Una moción del MLN convocando al Congreso del Sindicato y luego elecciones, fue desestimada por la mesa, ya que la Asamblea no lo incluía en el orden del día. Un importante grupo de trabajadores se mantenía junto a la cerca que rodea la cancha, gritando contra la dirección (también se arrojaban moneditas y algún otro objeto). Muchos trabajadores lloraban de rabia y algunos que querían golpear a los dirigentes eran retenidos por sus compañeros de fogón.


 


Balance


 


Mientras los que habían sido “arriados” para levantar la huelga se fueron silenciosamente, el grupo que quería mantener la huelga se mantuvo reunido afuera del Cilindro, donde gritaron insultos a los camarógrafos de la TV (que en los días previos había realizado una campaña alevosa contra la huelga y la Asamblea del 14/8). Allí se cantó “se va acabar la burocracia sindical”, pero sobre todo se escuchaban gritos de “nos vendieron”, “traidores”.


Al salir la burocracia, fue rodeada por un enorme grupo de huelguistas que los insultaba, escupía, arrojaba moneditas y algún golpe. Lirio Rodríguez y otros fueron seguidos por ese inamistoso “séquito”, hasta que finalmente un burócrata sacó un revólver calibre 22 e hizo 2 tiros al aire. La muchedumbre se abrió un poco, pero no cesó de gritar. Finalmente, los burócratas se subieron a los ómnibus y la camioneta del sindicato y la gente se dispersó en distintos grupos que iba hacia sus fogones (algunos fogones se levantaron recién el lunes 23).


A pesar de que la Asamblea rechazó el planteo de retirarlo de la mesa negociadora, Gustavo Páez no firmará el convenio de rebaja salarial ni reglamentación sindical. “Que lo firmen los burócratas que lo cocinaron junto a la patronal y el gobierno”, dijo el dirigente del Sunca cuando lo consultamos en el “Fogón de la Cruz de Carrasco”. “Cuando yo fui designado por la Asamblea del 14, fue sobre la base de repudiar la fórmula y negociar sobre una base seria, que contemplara un aumento del salario y excluyera la cuestión de la reglamentación sindical. Ese mandato yo lo voy a respetar. Yo no voy a avalar la fórmula de la entrega”.


Evidentemente la huelga del Sunca ha significado toda una revolución política en el movimiento obrero uruguayo. Se registró el surgimiento de toda una nueva generación de activistas, la mayoría sin mayor experiencia anterior, que ha sostenido la huelga desde los  fogones. Esta camada de luchadores ha registrado claramente la existencia de una burocracia sindical y al calor de la lucha política contra la entrega de la huelga ha madurado enormemente.


Los activistas de los “fogones”, a pesar de la “calentura”  que sentían por la entrega de la huelga, sacaban como balance la necesidad de organizarse para continuar la lucha contra la burocracia.


Las conclusiones obviamente van mucho más allá del Sunca. El gremio de la cons-trucción fue tradicionalmente la “fuerza de choque” del stalinismo contra el activismo combativo de los sindicatos, en los años 68-73. Hoy la burocracia en ese gremio está completamente acabada. Los dos disparos que la burocracia sindical debió tirar para “alejar” a los sostenedores de la huelga, re-tratan la descomposición del aparato. Una huelga de 83 días, la huelga más larga de la historia del movimiento obrero uruguayo, que por primera vez se acató en todos los de-partamentos del país, es un signo inequívoco de que comenzó el derrumbe de la burocracia sindical y del surgimiento de una nue-va vanguardia revolucionaria en el movimiento obrero, para la cual el PT es una referencia.