“La izquierda brasileña tiene que tener una política de independencia de clase”

Guilherme Giordano, de Tribuna Classista de Brasil

Giordano participó como invitado del XXIX Congreso del PO

Guilherme Giordano es militante de Tribuna Classista y empleado del Ministerio de Trabajo en el estado de Santa Catarina, Brasil. Estuvo en Buenos Aires para presenciar las deliberaciones del XXIX Congreso del Partido Obrero y participar de la reunión internacional. Prensa Obrera lo entrevistó para conocer su opinión acerca de la situación brasileña.

¿Cómo llegó Brasil a un nuevo mandato para Lula?

El gobierno de Michel Temer [ndR: quien accedió al poder en 2016, tras el golpe de Estado contra Dilma Rousseff, del PT] atacó profundamente las condiciones de vida de los trabajadores. Presentó un proyecto que suprimió cientos de artículos de la legislación laboral y aplicó el trabajo intermitente. Después vino el gobierno de Bolsonaro y con él la reforma previsional. Cuando se iniciaron las movilizaciones, de manera espontánea, por decirlo así, bajo la consigna “Fora Bolsonaro”, la CUT [principal central obrera] y el PT, a medida que se aproximaban las elecciones presidenciales, trataron de vaciarlas. Había una creciente onda de rebelión contra Bolsonaro, especialmente a raíz de la pandemia (fueron oficialmente más de 600 mil muertos), pero a contramano de esa tendencia, la CUT y el PT trataron de contener la movilización. En vísperas de los comicios, Lula, en la “semana de la patria” (en septiembre de 2022) trató de que la gente no se manifestara, argumentando que los bolsonaristas querían ocupar las calles y podía haber enfrentamientos. El bolsonarismo, en esa semana, en varias capitales, trató de movilizar miles y miles de personas. La CUT llamó a quedarse en casa.

Una de las características del gobierno de Bolsonaro es que acabó infringiendo el “techo de gastos”, una medida de ajuste instaurada por Temer. Autorizó al ministro de economía  Paulo Guedes a gastar a voluntad. Lo hizo para tratar de ganar las elecciones. Después de la victoria de Lula, una candidata de la derecha (Simone Tebet, hoy ministra de planificación) declaró que había que tener un “ancla fiscal” que Bolsonaro había quebrado. El gobierno se colocó a la derecha de su predecesor, aplicando el “arcabouco fiscal” [conjunto de medidas de ajuste y control de gastos]. Nosotros escribimos un artículo como Tribuna Classista diciendo que se trataba de un “calabozo” de los trabajadores, del salario, y esto se acabó confirmando.

También hubo ajuste sobre los empleados públicos…

Después de seis años de congelamiento salarial, el gobierno ofreció 9% de aumento el año pasado y este año menos de un 1%. La burocracia sindical de la CUT y Condusef (confederación de servidores públicos federales) trató de impedir que hubiese una huelga general del sector. La burocracia no consiguió bloquear la lucha de la educación federal: 62 universidades salieron a la huelga, pero cuando tendía ampliarse, Proifes [sindicato impulsado por el oficialismo] cerró un acuerdo y retiró de ella a buena parte de las universidades.

¿Cuál debería ser el planteo político para esta etapa?

La perspectiva que se coloca es que la izquierda clasista y revolucionaria tiene que tener una política de independencia de clase. El PSOL, en cambio, se sumó al gobierno de Lula. El principal candidato a la prefectura de San Pablo por esa fuerza, Guilherme Boulos, tiene como vice a Martha Suplicy que fue prefecta de San Pablo por el PT y votó a favor del golpe de Estado contra Dilma. El PSTU (por el que llamamos a votar en el primer turno de las últimas elecciones presidenciales) tiene una confusión total, porque defiende la independencia de clase pero su posición en relación a la guerra de Ucrania es de apoyo a la Otan.