La izquierda de Brasil y Argentina debate una política mundial

La mesa redonda que organizó la Secretaría Agraria nacional del PT de Brasil, en San Pablo, para debatir la política de los trabajadores frente a la crisis internacional y el Mercosur, puede trascender, por sus conclusiones, en el futuro inmediato del movimiento obrero. Las organizaciones presentes se comprometieron a desarrollar este tipo de debates y otras iniciativas de movilización en los centros del movimiento obrero de los cuatro países del Mercosur.


El debate se produjo bajo el impacto de la asamblea de 10.000 obreros de Volkswagen de Sao Bernardo do Campo, que días antes había rechazado el reclamo patronal de reducir los salarios en un 20% o enfrentar el despido de miles de trabajadores.


A la mesa concurrieron Plínio de Arruda Sampaio, una de las figuras más reconocidas del PT, y Valério Arcary, dirigente del PSTU (LIT). Eleutério Fernández Huidobro, del MLN Tupamaros de Uruguay, no pudo hacerse presente. Christian Rath participó por el Partido Obrero.


“América Latina ya está integrada, pero por los pulpos”


Sampaio abrió su intervención con esta denuncia. Caracterizó al Mercosur como un derivado de la fortísima competencia entre los pulpos ya instalados en Brasil y la Argentina con multinacionales asiáticas y en particular japonesas. Se ha creado un mercado cautivo para un puñado de monopolios —Ford, General Motors, Volkswagen, entre otros.


El dirigente del PT puso particular énfasis en destacar que el otro factor que llevó a la creación del Mercosur fue la”desesperación” de las clases dominantes brasileñas para no quedar al margen de la modernización tecnológica y para superar los parques industriales obsoletos de la década del ochenta. Arruda dio por sentado que este objetivo fue cumplido, aunque la innovación haya derivado en un consumo ‘moderno’ sólo accesible a un tercio de la población brasileña. En su opinión, el Mercosur fue, en este punto, “un movimiento de defensa de las clases dominantes de un padrón de consumo de niveles internacionales”, que exigió el surgimiento de “otro tipo de proteccionismo”, caracterizado por la fusión de las multinacionales con los Estados miembro del Mercosur.


Aun después de esta ‘reconversión’, sin embargo, la industria automotriz, el sector más dinámico del Mercosur, es incapaz de competir a nivel mundial y debe ampararse en la protección contra terceros. Los pulpos automotrices radicados en Brasil y Argentina exigen un arancel externo ‘final’ del 35%. “Si los costos laborales son lo suficientemente bajos como para emplear obreros baratos en lugar de costosos robots, la productividad promedio (en las plantas de Brasil) es llamativamente baja: una cuarta parte de los niveles norteamericanos, aunque las plantas más nuevas (como las de Fiat) se aproximan a niveles mundiales” (The Economist, 13/12).


Arruda Sampaio denunció el desastre social que ha provocado la constitución del Mercosur entre los pequeños y medianos agricultores de Rio Grande do Sul y del sur de Chile, que no pueden competir con los capitalistas del agro argentino. El dirigente del PT se preguntó: “¿Adónde queremos llegar?, ¿a un horizonte de países desarrollados para un 30% de la población?”. Terminó pronunciándose por un “Estado fundado en otro poder, un Estado socialista”.


Por un internacionalismo práctico


Valério Arcary, del PSTU de Brasil, comenzó su intervención destacando “los 150.000 votos obtenidos por el PO, la más importante votación de la izquierda”, y la elección del conjunto de la izquierda en la Argentina. Hizo hincapié en las caracterizaciones divergentes sobre la naturaleza de la presente crisis; de un lado, la que defiende la existencia de un período de expansión capitalista, dominante en los círculos centroizquierdistas, y del otro, la concepción”catastrofista” de Kurz (“un autor con influencia en los círculos universitarios brasileños”) para quien, sin embargo, la “crisis final” en curso no desembocaría en una revolución proletaria, porque la clase obrera no es ya un sujeto social. Valério contrapuso a estas caracterizaciones, la de una nueva etapa de internacionalización del capital, con una crisis de sobreproducción a escala nunca vista y gigantescas formas de capital dinero que no encuentran valorización.


Presentó un programa, “el que siempre presentó la izquierda”, y que sintetizó en la suspensión e investigación de la deuda externa, la reforma agraria, la ruptura con el FMI, la investigación de los especuladores y la intervención del sistema financiero, punto al que dedicó especial atención. Culminó su intervención con un llamado al”internacionalismo práctico y no literario” que, en su opinión, debía partir de una acción común sobre los obreros de las terminales automotrices de los distintos países del Mercosur.


Inviabilidad del Mercosur


Christian Rath planteó tres puntos. El Mercosur, dijo, es una unidad parcial y comercial de ciertos grupos de monopolios, en particular norteamericanos, fundada en la protección de mercado y en colosales subsidios. Puso como ejemplo a la General Motors, que a cambio de una inversión de 360 millones de dólares obtuvo más que esa cifra gracias a la exención de todo tipo de impuestos por 10 años, una compensación por 50 millones, la construcción de los accesos, la expropiación de tierras y la extensión de líneas de alta tensión. Cuando las terminales del automóvil remiten las ganancias al exterior se llevan estos subsidios, la diferencia entre los intereses que pagan por su deuda y los que cobran al consumidor argentino o brasileño, el sobreprecio que cobran en el país con relación al exterior y el extraordinario beneficio que supone la elevada tasa de explotación del obrero dentro de las fronteras del Mercosur. En este punto, denunció que el costo laboral unitario en la Argentina bajó un 30% sólo en los últimos cuatro años, por encima de lo obtenido en cualquier otro país del Mercosur.


Caracterizó que la crisis internacional demostró que el Mercosur no ha podido resolver las divergencias entre sus naciones y que el hundimiento del Sudeste asiático es un espejo, porque barrió en horas con los promocionados‘conglomerados’ industriales y financieros.


El Mercosur no es un mercado común, ni promueve un acceso independiente al mercado mundial. La crisis internacional plantea una profunda conmoción dentro de sus fronteras porque supone el despido en masa, el cierre de plantas, la reducción aún mayor de los salarios y la guerra comercial a todos los niveles. La crisis es, a la vez, una oportunidad para unir a los trabajadores del Mercosur y de toda América Latina en un planteo común de lucha y en una política internacional de los trabajadores.


A diferencia de la integración comercial excluyente de los monopolios, los trabajadores deben colocar su interés en la unidad política inmediata de los países del continente, en una confederación que se proponga planificar en común el aprovechamiento de los recursos con vistas a la satisfacción de las necesidades sociales de las masas. La crisis replantea un problema histórico no resuelto por las burguesías latinoamericanas.


Rath llamó a una campaña inmediata por el reparto de las horas de trabajo, la ocupación de toda fábrica que suspenda o cierre, un plan económico bajo dirección de la clase obrera. Una campaña cuya estrategia es unir a América Latina en una Federación de Estados Obreros.