Internacionales
12/12/2019|1576
La izquierda frente a la rebelión latinoamericana
En el Picnic se debatió el planteo de una conferencia de la izquierda revolucionaria
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De izquierda a derecha: José Castillo (IS), Pablo Heller y Guillermo Kane (PO), Alejandro Bodart (MST), Matías Maiello (PTS)
La mesa sobre “La izquierda frente a la rebelión latinoamericana”, desarrollada en el Picnic 2019 del Partido Obrero en el Parque Sarmiento, contó con la participación de Pablo Heller (PO), José Castillo (IS), Alejandro Bodart (MST) y Matías Maiello (PTS). Los oradores analizaron los procesos de rebelión en el subcontinente y debatieron las tareas de los revolucionarios.
Castillo señaló a los levantamientos en América Latina (Haití, Ecuador, Chile, Colombia) como una consecuencia de la crisis capitalista abierta en 2008 pero, en un sentido más amplio, como una consecuencia de la crisis capitalista en general. Enfatizó que no asistimos a una crisis de distribución sino a un fenómeno más profundo: la caída de la tasa de ganancia en las ramas productivas y un plan del capital para superarla por medio de una mayor explotación de la fuerza de trabajo, el ajuste fiscal y el ataque a las jubilaciones (que ha detonado también una revuelta en Francia).
Asimismo, planteó que la crisis entronca con un derrumbe de los proyectos “nacionales y populares” y del “socialismo del siglo XXI”. Y precisó que ante el derrotero de tentativas como Syriza en Grecia (que aplicó la política de ajuste de la Troika) y Podemos en España (que se prepara para formar gobierno con el Psoe), despierta una mayor atención el FIT-U argentino por tener un programa anticapitalista y luchar por el gobierno de los trabajadores. Dijo que Izquierda Socialista ha tomado en consideración el planteo realizado por el PO de una conferencia latinoamericana de la izquierda revolucionaria y planteó avanzar en ese camino. Señaló, de todos modos, que existen diferencias políticas entre los integrantes del frente. Planteó un debate sobre los golpes en Bolivia y Brasil (IS cuestionó esta caracterización en el caso de la caída de Rousseff en Brasil) y sobre la asamblea constituyente. Sobre este último punto, dijo que en casos en que está en debate el poder (como Chile) no corresponden consignas democráticas sino la de gobierno de trabajadores.
Por su parte, Bodart señaló que la ola de levantamientos incluye también al Medio Oriente, en el marco de una situación que podría calificarse como prerrevolucionaria o revolucionaria. Estos levantamientos tienen a la juventud como vanguardia, a una generación a la que el capitalismo le quitó el futuro. Dijo que las revueltas poseen elementos democráticos (en algunos países africanos se enfrentan a brutales dictaduras, y en Chile al régimen heredero del pinochetismo) pero que su esencia es fundamentalmente social, una respuesta frente a la política de los capitalistas ante la crisis.
Planteó que, en relación a la etapa previa a la caída del Muro de Berlín, el estalinismo tiene una capacidad muchísimo menor para contrarrestar las rebeliones populares y cooptar sus direcciones. Y que los levantamientos generan un “doble poder de hecho” en las calles, pero que ese doble poder aún no se institucionaliza. Dijo que el planteo de asamblea constituyente, pese a sus límites, tiene una importancia decisiva para desenmascar a ciertas direcciones y hacer avanzar el proceso hacia un gobierno de trabajadores.
Y planteó que el MST estudiará la propuesta de una conferencia latinoamericana, pero que sería importante la realización de un seminario previo (abierto a la intelectualidad y los luchadores) para debatir y buscar puntos de acuerdo.
Maiello caracterizó que asistimos a la segunda oleada de levantamientos desde la crisis de 2008, abierta por la rebelión de los chalecos amarillos en Francia. Esta segunda etapa se distingue por sus características más violentas, por choques más agudos.
Planteó que hay dos tendencias en curso en Latinoamérica: por un lado la irrupción de las masas (Ecuador, Colombia, Bolivia, Chile); y por otro el asentamiento del golpe en Bolivia, el gobierno de Bolsonaro con sus planes de ajuste, el triunfo de Lacalle Pou en Uruguay y la salida de ejércitos a las calles.
Cuestionó la respuesta política que consiste en “no hacer olas” para evitar el crecimiento de la derecha, cuando es precisamente esa pasividad la que conduce a su envalentonamiento, como sucedió con la política capituladora de Evo Morales en Bolivia. Y también criticó la idea de que con las revueltas populares en sí mismas se puede lograr el triunfo de la revolución, esto es, con independencia de un proceso de organización de las masas. Este planteo, dijo, “devalúa el rol pérfido de las direcciones reformistas y de la burocracia sindical”.
Guerras y revoluciones
Heller expuso el planteo desarrollado en la propuesta del PO de una conferencia latinoamericana, que señala que los levantamientos actuales no se entienden sino a la luz de la bancarrota capitalista mundial. Señaló que el pronóstico “catastrofista” del PO sobre esta tendencia a la crisis, criticado por otros sectores de la izquierda, se ha visto confirmado. Dijo que el mundo avanza a una situación parecida a la del crack de 1929 y que el capital afronta esta nueva crisis “con los cartuchos mojados”, dando cuenta de los menores recursos que tiene para apaciguarla. El Brexit y el ascenso de Trump, dijo, son manifestaciones de que la crisis ha pegado un salto, lo mismo que la guerra comercial y el escenario belicista. “Estamos en un período de guerras y revoluciones”, resumió. China, presentada como horizonte para el capitalismo, se ha transformado en un factor acelerador de la crisis capitalista mundial.
En este contexto, señaló que los gobiernos nacionalistas y centroizquierdistas, que fueron un recurso frente a la crisis, han sido arrastrados por ella misma. Y denunció que tanto la derecha como los regímenes nacionales y populares han aplicado las políticas de ajuste y entrega (por ejemplo, los acuerdos con Chevron del kirchnerismo).
Precisó que el PO no se deja encandilar por los discursos sobre un ascenso de la derecha. Que el escenario es de volatilidad: de golpes de Estado, pero también de rebeliones. El problema, dijo, no es tanto la capacidad de la derecha como la política del nacionalismo y el centroizquierdismo frente a la crisis. Bolsonaro y Macri, ejemplificó, se abrieron camino explotando los límites de estos sectores, que hoy bloquean la lucha de los trabajadores.
Se refirió también a la crisis en la izquierda. Un importante sector de ella, dijo, se ha sumido en el electoralismo y el movimientismo. Ha adoptado una política seguidista, actuando como furgón de cola del nacionalismo bolivariano y la centroizquierda. En este cuadro, cobra valor el planteo de partidos obreros revolucionarios, en oposición a las construcciones artificiales sin líneas de clase.
Una de las excepciones a esta tendencia disolvente es el FIT-U, cuyo rasgo distintivo es la independencia de clase, no obstante lo cual tiene sus propias limitaciones, dado que es un armado fundamentalmente electoral. El PO plantea, dijo, que se debe proyectar a todos los terrenos de la lucha de clases.
A su vez, marcó que la conferencia latinoamericana es convocada con un programa basado en el método de la lucha de clases y en la estrategia del poder obrero y de la unidad socialista de América Latina. Dicha conferencia sería una contribución al triunfo de las rebeliones en curso.
La mesa-debate permitió repasar debates de la vanguardia obrera y fue un mojón en el desarrollo de una conferencia latinoamericana de la izquierda revolucionaria y los sectores combativos. Vamos por su concreción.