La lucha soberanista en Cataluña impactó sobre el fútbol

Clubes en paro y jugadores militantes


La  movilización popular en Cataluña y la brutal represión del gobierno de Mariano Rajoy sobre la población que quería votar en el referéndum independentista, tuvo grandes repercusiones en los clubes locales de fútbol, un deporte tan popular en España como en la Argentina. Los dos más importantes de la región y que militan en la primera división española, el Barcelona y el Espanyol (a los que se sumaron otros como el Girona), adhirieron a la huelga general del martes 3 de octubre en repudio a la represión del domingo pasado, sus equipos no entrenarán y sus sedes permanecerán cerradas.


 


No obstante, los dos clubes, recorridos profundamente por el gran negocio del fútbol, jugaron normalmente sus respectivos partidos el pasado fin de semana, mientras la Policía y la Guardia Civil reprimían con dureza a la población catalana.


 


En el caso del Barcelona, la decisión provocó una gran crisis dentro de la dirigencia –renunció el vicepresidente y otro directivo- y también de aquella con la población, los hinchas y socios.


 


La explicación posterior del presidente del club, Josep Maria Bartomeu, de que habían jugado a puertas cerradas y sin público para mostrar el rechazo a la represión en marcha, fue repudiada por todos los medios deportivos catalanes, los simpatizantes y fanáticos y hasta la barra brava del club. En realidad, la ausencia de público buscó evitar que la pelea de las calles se trasladara y amplificara en la propia cancha. La adhesión al paro y la manifestación pro independentista del presidente del Barca luego del partido, es una respuesta defensiva a todo este repudio.


 


El Barcelona es no solo el club más popular de Cataluña sino uno de los más grandes generadores de negocios de la región y está manejado por una camarilla empresaria que utiliza al club para realizar todo tipo de actividades lucrativas en su beneficio. La corrupción cala tan hondo que los tres últimos presidentes –incluido el actual- han sido enjuiciados por hechos delictivos llevados a cabo en su función como titulares del club.  


 


Por su parte, el Espanyol (al que le tocó jugar con el Real Madrid, en la capital española) es una sociedad anónima que es propiedad, en más de un 90%, de la empresa china Rastar Group, dedicada a la fabricación de juguetes electrónicos y videojuegos en línea. Es decir que la adhesión a la huelga poco tiene que ver con una reivindicación democrática o soberanista. Más bien es una curada en salud frente a un eventual y seguro repudio de la población y los hinchas si no lo hacían. Es más, la directiva se manifestó por un acuerdo “consensuado” entre los gobiernos de Cataluña y España.


 


El Barcelona, que jugaba en su estadio, decidió seguir adelante con el juego porque, si lo suspendía, la Liga de Fútbol Profesional (LFP), la AFA de España, le daría por perdido el partido y le quitarían puntos. Detrás, claro, están los grandes negocios que podrían verse afectados con una caída en la tabla de posiciones o la eventual pérdida del campeonato..  


 


Más allá de los clubes, algunos jugadores o ex jugadores del Barca se han pronunciado por la independencia. El más destacado es Gerard Piqué, quien no solo se manifestó soberanista sino que también fue a votar y cuestionó duramente a la vicejefa del gobierno español, Soraya de Santamaría, por la represión a los catalanes.


 


También el ex DT del Barcelona, Pep Guardiola, defendió la independencia y repudió la represión y se sumó a los que cuestionan que el club haya decidido jugar el partido contra Las Palmas el domingo pasado en medio de las cargas de la Policía y la Guardia Civil. Los ex capitanes azulgrana, Carles Puyol y Xavi Hernández, se han manifestado abiertamente en defensa de la independencia catalana y en repudio a la represión.


 


Sobrevolando en medio de estos posicionamientos y la crisis que ha generado en el fútbol la enorme movilización del pueblo catalán, está la amenaza de la LFP de que si se declara la independencia, los equipos de Cataluña dejarían de pertenecer a la liga española. Esto supondría una enorme conmoción y debacle para el negocio, tanto para el Barcelona y el Espanyol como para el torneo español, por el peso específico que tiene el Barca en el campeonato y en el negocio del fútbol de toda la península.


 


Los que lucran de este negocio tienen grandes preocupaciones por su futuro y ven con buenos ojos el recule del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, quien declaró que no habla de independencia inmediata y pidió la intermediación de la Unión Europea (con la que aspira a mantener todos los lazos) para un diálogo con Rajoy.


 


Mientras tanto, los socios e hinchas están en las calles defendiendo su derecho a la autodeterminación.


 


 


 


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