La mafia, la burguesía italiana y la descomposición del capitalismo

Un reciente artículo publicado en el diario británico Financial Times dejó al descubierto una amplia gama de operaciones financieras en las que estarían involucrados diversos bancos italianos y extranjeros, una célebre consultora internacional, y varios inversores; esos negocios se habrían hecho con la participación de distintas familias de la ‘Ndrangheta, la principal mafia de Calabria. Estamos hablando de un negociado con bonos emitidos por la propia mafia que equivaldrían a unos 1.000 millones de euros. Entre los acusados se encuentra el famoso instituto de crédito italiano Banca Generali, que entre 2015 y 2019 habría llevado a cabo movimientos de capital cuyas obligaciones se han visto ligadas a empresas regenteadas por la mafia calabresa. Amén de estos, dentro del elenco de socios de la mafia aparecen apuntados fondos de pensiones, hedge funds (fondos de alto riesgo) y autoridades del sistema sanitario italiano.

La ‘Ndrangheta es la mafia más poderosa del país y una de las más sanguinarias de Europa desde la década de 1990, estando por encima de otras bandas como la Cosa Nostra siciliana, la Camorra napolitana o la pullesa Sacra Corona Unita. Cuenta con 20.000 miembros en todo el mundo, y, asimismo, se estima que el volumen de negocios que sostiene ronda los 55.000 millones de euros anuales (solo en Italia), de los cuales 44.000 millones se cristalizan en el norte del país (La Nación, 12/9). El tráfico internacional de drogas es el eslabón más redituable de una larga cadena de actividades que incorpora al tráfico de armas, la prostitución, los contratos públicos, entre otras. Una nota publicada por el diario inglés The Guardian exponía en 2006 que alrededor del 80% de la cocaína europea transitaba por el puerto calabrés de Gioia Tauro, lugar que fuera controlado por la ‘Ndrangheta.

Pero sus labores criminales no se limitan a los marcos europeos, la organización calabresa ha expandido sus hilos por todo el globo, incluyendo países de América Latina como Argentina y Perú, solo por mencionar algunos. Además, han tejido conexiones en Estados Unidos, Canadá o Australia. De todas formas, dichos territorios forman parte de un entramado más general que de alguna u otra forma envuelve a otros países. Por ejemplo, en 2013, luego de un operativo conjunto entre fuerzas colombianas, italianas y la Interpol, cayó detenido en Medellín Domenico Trimboli Pasquale (capo de la ‘Ndrangheta), uno de los criminales más buscados de Europa y quien estuviera encargado de administrar una red de narconegocios que enlazaba a Europa con Latinoamérica. La lista de delitos y de tramas es inacabable.

Estado y mafia

En diciembre del pasado año, las fuerzas de seguridad italianas (Gendarmería, Policía, Cuerpo Forestal del Estado y Fuerzas Armadas) detuvieron a 334 individuos en zonas de Italia, Suiza, Alemania y Bulgaria ligados a la mafia calabresa, en una aventura que contó con la participación de 2.500 gendarmes. Entre quienes han sido colocados bajo investigación luego del mencionado operativo “Rinascita-Scott” y acusados de asociación mafiosa, usura, asesinatos y otros delitos figuran el ex senador del centroderechista Forza Italia (partido liderado por el ex mandatario Silvio Berlusconi) Giancarlo Pittelli, el ex alcalde de Pizzo Calabro, y el ex concejal del centroizquierdista Partido Democrático, Pietro Giamborino (La Vanguardia, 19/12/09).

A su vez, a principios de junio de este 2020 fueron detenidos 59 presuntos mafiosos de la Camorra, dentro de los cuales se encontraron envueltos tres hermanos del senador de Forza Italia Luigi Cesaro. Esta cruzada puso al desnudo una dantesca red de negocios turbios entre políticos y empresarios.

La complicidad con la mafia salpica inclusive al Poder Judicial, que bajo el pretexto de la pandemia les ha concedido prisión domiciliaria a algunos de los capos más destacados del crimen organizado. Uno de ellos ha sido Francesco Bonura, un padrino de la Cosa Nostra conocido, entre otras cosas, por haber sido el arquitecto de los acuerdos que otorgaron a este bando la adjudicación de obras de construcción en Sicilia.

Esto último parece ser un clásico de las relaciones entre el Estado italiano y la mafia. A principio de los años 70 la ‘Ndrangheta libró una cacería contra militantes del Partido Comunista Italiano (PCI) que dejó como saldo una serie de asesinatos, luego de que los consejeros regionales del PCI de Calabria se opusieran a votar presupuestos de una obra pública que tenía como detentores a los jefes de la mafia calabresa. Cabe mencionar también que ha sido la Camorra quien tomó la posta de realizar los trabajos de reconstrucción de la ciudad de Nápoles luego del terremoto que en 1980 destrozara parte de la región. En ese entonces, el único capital líquido de inversión utilizado por los bancos provenía de fondos cuyos dueños eran organizaciones mafiosas.

Una “salida calabresa” a la crisis

Italia está situada en medio de un tembladeral financiero solo asimilable al contexto económico prevaleciente en el escenario de la Segunda Guerra Mundial, fuentes oficiales han presagiado una caída de la economía del 9% del PBI, cuyo déficit alcanzará un 10,8% del mismo. Por su parte, la deuda pública ascendería al 158% del PBI. De acuerdo a estas estimaciones, el gobierno de Giuseppe Conte estaría ultimando los detalles del presupuesto 2021 y del plan de reformas (ajustadoras) a través de las cuales buscará obtener cerca de 200.000 millones de euros derivados del plan de “recuperación” orquestado por la Unión Europea (UE).

Como el conjunto de la economía capitalista mundial asiste a una depresión de una envergadura histórica, diferentes sectores de la burguesía que intervienen en Italia están viendo a la mafia como una vía de escape para intentar repuntar sus operaciones. Múltiples empresas, por lo tanto, se han volcado a contraer préstamos usurarios con bandas criminales, y en muchos casos estas se valen de la quiebra de grupos económicos para fagocitarlos, convirtiéndose en nuevos capitalistas de hecho. Un jefe de la policía italiana ya ha señalado que la mafia calabresa apuntaría a ingresar “en las sociedades que gestionan la producción de medicinas y vacunas” (Página 12, 19/9).

Sumado a esto, algunos especialistas sostienen que la estrategia de las mafias en la actual etapa estaría orientada en la ampliación de su poderío en áreas de la esfera económica europea e italiana, con el objetivo de armarse con los préstamos que recibirán los países en el marco del plan de rescate de la UE. El camino que toman las mafias en este cuadro es el mismo que persiguieron después del crack financiero de 2008, cuando avanzaron en la adquisición de clínicas privadas, hoteles, restaurantes y otros elementos que se venían a pique como un medio para lavar dinero y hacerse de nuevas posibilidades de lucro.

El entrelazamiento entre el Estado, la burguesía y las mafias muestra el nivel de putrefacción que ha alcanzado el capitalismo, premisa de la cual se desprende la tarea histórica que tiene el proletariado mundial de enviar al régimen social imperante al lugar que le corresponde, esto es, al basurero de la historia.