La mayor huelga general de los últimos años

La burocracia sindical negocia la entrega del regimén previsional

No hay diario ni noticiero que haya dejado de señalar que el pasado martes 13 Francia vivió la más importante huelga general de los últimos años. Dos millones de trabajadores en todo el país, convocados unitariamente por todas las centrales sindicales, desfilaron por las principales ciudades del país.


Se movilizaron contra la reforma previsional del gobierno de Chirac-Raffarin. El movimiento fue tan potente que logró paralizar completamente la educación, que apenas una semana antes había protagonizado una débil huelga general contra la reforma educativa oficial.


La reforma previsional pretende liquidar una conquista histórica de la clase obrera francesa. Se pretende alargar el período de cotización, elevar la edad jubilatoria y reducir los haberes. Como las patronales francesas han establecido la norma no escrita de despedir a todos los trabajadores que se acercan a los cincuenta años (Le Monde, 13/5), la consecuencia de la “reforma” será que nadie logrará reunir los requisitos para jubilarse (recibirán un “subsidio a la vejez”). Ese subsidio es el que cobran hoy los trabajadores tercerizados y precarizados que llegan a la edad de retiro.


Como en toda Europa, también en Francia la reforma previsional es vital para el gran capital. En primer lugar, porque permitirá elevar los subsidios que reciben las patronales; al mismo tiempo, el gobierno de Chirac-Raffarin está empeñado en r educir los aportes y contribuciones patronales a la seguridad social. En segundo lugar, porque la reforma obligará a los trabajadores a permanecer durante más tiempo en el mercado laboral; la acentuación de la competencia entre los trabajadores servirá para que las patronales bajen los salarios y flexibilicen las condiciones de trabajo. La destrucción de la previsión social – que va de la mano de la destrucción del conjunto de la legislación protectora del trabajo y del salario – es un paso en el objetivo estratégico de establecer el llamado “contrato individual”. Finalmente, la reforma previsional busca abrir un nuevo campo a la especulación financiera, mediante el establecimiento de jubilaciones privadas “complementarias”. Detrás de la reforma previsional, hay todo un intento de salida capitalista a la crisis de su régimen social.


 


Un paro vandorista: golpear para negociar


Por su masividad y su combatividad – otro rasgo destacado por los distintos medios de prensa – , la huelga general francesa pudo haber sido un golpe demoledor a la reforma y al gobierno que la impulsa. Pero las direcciones sindicales, sin excepción, aceptaron sentarse el mismo miércoles 14, un día después de la huelga general, a negociar con el gobierno la “modificación de la reforma previsional”.


Ninguna de las centrales sindicales plantea “¡Abajo la reforma!”. Al contrario, todas son partidarias de alguna reforma previsional. Francois Chereque, secretario general de la CFDT, llegó a declarar que “lo peor sería no hacer una reforma” (Le Monde, 14/5). La CGT (ligada al PCF) y Force Ouvriere declararon que esperarán los resultados de las negociaciones para ver si llaman a una nueva huelga general en junio… cuando la reforma ya se encuentre en el Parlamento.


Contra los reclamos de las bases de los ferroviarios, particularmente de la CGT, y de otros sectores obreros, ninguna dirección sindical llamó a continuar la huelga el miércoles 14. ¿Por qué? Lo explica Annick Coupé, portavoz del SUD: “No se quiere ni hacer otro diciembre de 1995 ni bloquear el país” (ídem). No quieren repetir la huelga general que, durante quince días, a fines de 1995, conmovió a toda Europa y obligó al gobierno a retirar del Parlamento su “reforma previsional”; tampoco quieren desarrollar una lucha piquetera a escala nacional.