La OEA aprueba a Fujimori

Después de mucho ruido, el Consejo de cancilleres de la OEA, reunido en Canadá, "convalidó la reelección de Fujimori" (Clarín, 8/6). Más allá del fraude electoral, en Perú hay más de 5 mil presos políticos en condiciones infrahumanas, los sindicatos están ilegalizados y las universidades intervenidas. El canciller Lampreia resumió bien el motivo de la decisión de la OEA, al decir que "la reapertura de los resultados electorales y convocar a nuevos comicios nos parece que sería muy desestabilizador para Perú" (ídem). Lo mismo opinó el ‘Opus Dei’ argentino, Rodríguez Giavarini.


Ese lobby pro-Fujimori se impuso en los propios EE.UU. a pesar de la resolución que votó el Congreso de EE.UU. a favor de "la suspensión de las actuales relaciones políticas, militares y económicas" con Perú (La Nación, 25/5).


El ‘opositor’ Toledo actuó en todo momento como un rehén de la OEA. El ‘De la Rúa’ peruano desistió de cualquier resistencia activa: hay que evitar –le dijeron a coro sus testaferros– "la fractura" política de Perú (El País, 6/6). Toledo confiaba igualmente en un cambio de timón de las FF. AA. que no se dio.


Pero, por esto mismo, Perú esta ahora mucho más cerca de su desestabilización de lo que se imaginan todos los ‘estabilizadores’.