La Otan bombardea Libia y negocia la superviviencia de los Gaddafi

Asistimos a una de las más cínicas de las guerras cínicas. La Otan sigue bombardeando Libia, un día sí, el otro no, para no exagerar las expectativas de los rebeldes, pero por sobre todo como prueba de solidaridad con el régimen de turno. Un ex ministro de Defensa de Libia que apareció en Londres, acaba de aparecer en Qatar para negociar una salida política con la familia del Rais de Trípoli. Los hijos de Gaddafi aseguraron, sin pestañear, que en tanto puedan retener el poder están dispuestos a aceptar una república democrática. El que dijo que el mundo era solamente un espectáculo, no tuvo en cuenta las mascaradas.

Lo que el imperialismo negocia en Libia no es sólo el destino político de este país petrolero sino la revolución árabe. Tantea el terreno antes de dar un paso. Las naciones imperialistas agresoras tienen sus cuentas fiscales en ruinas; carecen de margen para el derroche ante sus opiniones públicas, por sobre todo antes los trabajadores golpeados por los ajustes. La crisis mundial es más que nunca el eje ordenador-desordenador de la política mundial.

Entre los austeros puntos de su programa de emergencia, el Frente de Izquierda plantea el cese de los bombardeos a Libia, la victoria de las revoluciones árabes y el cese de la ocupación sionista de Palestina.