La peor complicidad es el silencio

Durante años, la Izquierda Unida argentina se identificó con el Frente Amplio de Uruguay; sus “partidos hermanos” en el Uruguay integran la “coalición”. Además, siempre declaró su intención de reproducir en Argentina la misma “construcción política”, “madura”, “no sectaria” del FA; el mismo método de “acumulación de fuerzas” -lo que Echegaray llamó el “frente de izquierda-centro”.


En la medida de sus posibilidades dio pasos firmes en esta dirección, como la formación del frente con el PS en la provincia de Buenos Aires. El PS apoya al gobierno de Kirchner y al de Ibarra y, en los últimos tiempos, se sumó a la campaña antipiquetera.


Ahora que se acerca al gobierno, el FA anuncia, de una manera desembozada, que gobernará con los banqueros, con los capitalistas, con las privatizadas, con los militares y, con el Código Penal en la mano, contra los trabajadores. Que pagará puntualmente la deuda externa, que llevará a Enrique Iglesias (el banquero que los yanquis tienen al frente del BID) al Ministerio de Economía, que no aumentará los salarios, que reforzará la flexibilidad laboral.


Frente a todo esto, Izquierda Unida y cada uno de sus componentes guardan un silencio total; un silencio cómplice, que significa un respaldo vergonzoso a una variante del imperialismo. Un silencio que no osa proclamar su coincidencia estratégica con el frentepopulismo uruguayo.