Internacionales
6/6/2013|1271
La rebelión popular en Turquía
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El levantamiento popular en Turquía ya lleva más de una semana. Comenzó con la resistencia a la demolición del parque Gezi, ubicado en el centro de la ciudad de Estambul, en la zona conocida como Taskim Square. Taskim es el equivalente a la Plaza de Mayo de Turquía -el centro político, social y cultural de Estambul y del país. El suelo de Taskim está regado de sangre de luchadores populares. El gobierno había prohibido la concentración del último 1º de Mayo. El propósito oficial de construir una gigantesco shopping y una mezquita es una metáfora perfecta del carácter reaccionario del proyecto: revivir la era otomana, hacer un enorme negocio y privar a los trabajadores de su centro político.
Onda expansiva
La enorme reacción popular, que se está extendiendo como reguero de pólvora, es un poderoso eslabón de la rebelión popular que sacude a Europa y el norte de Africa. Se podría decir que forma parte de una cadena de tentativas para romper el muro capitalista que descarga la crisis sobre las espaldas de las masas, cuyo punto más alto ha sido la revolución en Egipto. No es casual el slogan "Taskim se convertirá en Tahir”.
La movilización popular ha empezado a hacerse sentir en el movimiento obrero. La Confederación de sindicatos de Trabajadores Públicos (Kesk), una de las cuatro centrales sindicales, llevó a cabo una huelga de dos días en repudio a la violencia policial. Su secretario general llama a los otros sindicatos a que se unan a las protestas. La dirigencia sindical está fuertemente integrada al Estado.
Gobierno en crisis
Erdogan y su partido, el PKA, encarnan una corriente capitalista musulmana de masas, la cual ha desalojado del poder a las fracciones burguesas laicas vinculadas con las fuerzas armadas, a las que están haciéndolas valer en la actual crisis. El gobierno de Erdogan ha logrado conjurar el peligro que podía representar un gobierno kurdo en el norte de Irak y establecer un acuerdo con el PKK, el partido que actúa en el Kurdistán turco -el territorio principal de la nación kurda. Aparentemente, el movimiento kurdo ha tomado distancia de la rebelión en curso -un dato fundamental, pues integra la oposición de centroizquierda al gobierno. Una fuerte expansión de los negocios capitalistas le ha reportado al gobierno un apoyo del establishment y del empresariado, aunque ha comenzado una inversión de esa tendencia en una nueva fase de la crisis mundial.
La revuelta ha puesto de relieve las bases endebles de este florecimiento económico. Las llamadas políticas neoliberales de privatización de empresas estatales han estado acompañadas por un fuerte endeudamiento -tanto público como privado- con una participación importante de capitales de los emiratos del Golfo Pérsico. El déficit de la cuenta corriente, como consecuencia de la repatriación de utilidades, del 10 por ciento del producto bruto es insostenible. La Bolsa de Estambul había comenzado a caer desde antes de que las protestas comenzaran. "Hoy cayó otro 10 por ciento. Las tasas de interés pegaron un salto", recuerda una publicación.
Siria
La rebelión popular ha desatado una enorme preocupación en todas las cancillerías, debido al rol fundamental de Turquía en el planteo de terminar la guerra civil en Siria mediante el derrocamiento de Bashar al Assad, el logro de la unidad estatal y de un gobierno de coalición con representantes del régimen actual.
El imperialismo está urgiendo a Erdogan a conciliar con las direcciones reformistas de la sublevación popular, para blindar a Turquía como retaguardia territorial y política del cambio de régimen en Siria. Si el jefe de gobierno de Turquía, que ha obtenido "el 54 por ciento de los votos" en tres elecciones consecutivas, no se pliega a esta exigencia, podría haber un cambio en la cúpula del poder. Sea como fuere, el deterioro del régimen islámico ha comenzado en forma. Debido a la crisis de conjunto que atraviesa el Medio Oriente, una orientación revolucionaria en Turquía no solamente exige una política nacional, sino también (incluso fundamentalmente) una internacional.
Válvula de escape
El presidente Abdullah Gul, también del AKP, ha vuelto a desmarcarse de Erdogan. El vice primer ministro Bulent Princ, en ausencia de Erdogan (de viaje) ha ofrecido una salida de compromiso. Erdogan tuvo que dar un paso atrás y retirar la policía de la plaza, la que fue reocupada por los manifestantes.
En el campo opositor, el partido CHP, enrolado en la Internacional Socialista, trabaja también por una fórmula de compromiso que saque a la gente de la calle, al igual que la poderosa Tusiad, que agrupa a la prooccidental ala del gran capital financiero y otras fracciones de la clase dirigente.
Programa y línea de acción
El panorama aquí expuesto pone sobre el tapete la importancia y la necesidad de que los trabajadores cuenten con una orientación independiente de la oposición capitalista. Los esfuerzos más consecuentes apuntan a extender el movimiento, desarrollar la deliberación popular por medio de asambleas (en especial, en las organizaciones obreras) y agitar la consigna de la huelga general.
Numerosas barriadas ya se han transformado en focos de organización y resistencia, que nutren la rebelión popular.
¡Viva la rebelión turca! Abajo el gobierno capitalista de Erdogan. Por un gobierno de trabajadores. Por los Estados Unidos socialistas de Europa y de Medio Oriente.