Internacionales
18/11/2004|877
La rebelión se extiende después de la masacre de Falluja
"Abrumador apoyo popular a la resistencia"
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El asesinato a sangre fría de un iraquí herido y desarmado en una mezquita de Falluja por un marine norteamericano muestra el verdadero carácter de la “liberación” de la ciudad: una gigantesca masacre. Sin embargo, “no fue el único” (The Guardian, 16/11); los norteamericanos no informaron de rebeldes heridos.
La ciudad fue destruida hasta sus cimientos. Las víctimas civiles son incontables. Voceros de la Media Luna Roja (el equivalente a la Cruz Roja en los países musulmanes) estiman que 800 civiles fueron asesinados en los bombardeos previos. No hay evaluación del número de bajas civiles causadas por el ataque terrestre porque los ocupantes no permiten el acceso de los socorristas. Las organizaciones humanitarias calculan un número muy elevado dado que no se permitió a los hombres de entre 15 y 50 años abandonar la dudad. Entre las principales víctimas se encuentran los niños, que “pagaron un alto precio por el asalto de Falluja”, según el corresponsal de The Guardian (16/11).
En Falluja, dice Haifa Zangana, un escritor iraquí que fue opositor a Saddam, fue “un castigo colectivo al estilo de los nazis, antes, y de sionistas, en la actualidad: una carnicería de civiles, acompañada de una enorme destrucción de casas e infraestructura” (ídem). Los “castigos colectivos -denuncia-, están creciendo en todo Irak”: en Tall Afar, los norteamericanos bloquearon durante tres días la provisión de agua y alimentos para 150.000 refugiados; en Samarra, 130 civiles iraquíes fueron asesinados durante una reciente “operación antiterrorista”. No es una guerra contra los “terroristas”, es una guerra contra el pueblo.
Fracaso
Los norteamericanos tomaron Falluja, pero no lograron quebrar la rebelión. Mientras se luchaba en Falluja, los insurgentes atacaron en Mosul, Baquba, Samarra, Tall Afar, donde desarmaron a Ion mercenarios del gobierno títere y tomaron las comisarías y otras instalaciones.
Al mismo tiempo, se extendieron los sabotajes contra los oleoductos (que obligaron nuevamente a suspender las exportaciones) y los atentados en el centro de Bagdad. “La extensión de la rebelión -debe reconocer The Washington Post (16/11)-, minimiza el alcance de la victoria en Falluja”.
La brutalidad de la masacre de Falluja aisló todavía más a los ocupantes y al gobierno títere. Zangana da cuenta del “abrumador apoyo popular al pueblo de Falluja”, informa acerca de manifestaciones numerosas contra el ataque en Bagdad, Basora y Heet, y señala la masiva concurrencia a las plegarias conjuntas de shiítas y sunitas en varias mezquitas de Bagdad en el cuarto día del ataque a Falluja. “Las plegarias comunes —recuerda—, fueron el distintivo de la revolución de 1920”, el levantamiento nacional iraquí contra la ocupación británica. En Falluja, reconocen los propios norteamericanos, la masacre y la destrucción harán crecer el resentimiento y la resistencia de la población.
La masacre de Falluja no ha resuelto ninguno de los problemas de los ocupantes. Sólo ha servido para confirmar la profundidad del pantano en que están metidos.