“La revolución y el socialismo son la alternativa mundial”

Compañeras y compañeros: Hace apenas pocos años, los grandes de este mundo, los corifeos y los siervos de esos grandes, nos proponían una imagen del mundo a partir de la caída del Muro de Berlín, de paz y de desenvolvimiento pacífico. Hablaban de un ‘nuevo orden mundial’, de una época en la que la lucha de clases habría terminado, de una época en la cual la cuestión de la transformación de esta sociedad no estaba más a la orden del día.


Compañeros, Lenin acostumbraba a repetir un viejo proverbio ruso: los hechos tienen la cabeza dura. Y los hechos han tendido la cabeza dura. Estas ilusiones de los grandes de esta tierra y de sus siervos, han chocado con el desarrollo de la lucha en los últimos años. En Corea, el país símbolo de las transformaciones tecnológicas del capitalismo moderno, tal cual nos era presentado, en Indonesia hoy, en Albania dos años atrás, hemos visto desarrollarse en el mundo, frente a una crisis capitalista, respuestas o tentativas de respuesta de la clase obrera y de las masas oprimidas, de los más diversos países del mundo. Y esta respuesta se ha desarrollado incluso en el Viejo Continente, padre del capitalismo y del imperialismo, en la Europa occidental. ¿Quien habría pensado, hace apenas tres años, que se desarrollaría en Francia en contra del gobierno de centroderecha y de su proyecto de reforma jubilatoria, el más grande movimiento huelguístico desde el Mayo de 1968?


Naturalmente, nosotros, como Asociación Marxista Revolucionaria Proposta, entendemos que la realidad debe ser analizada con nuestro propio método, o sea no apenas teniendo en cuenta sus aspectos positivos sino también los otros, las contradicciones.


La lucha por una nueva dirección revolucionaria se desarrolla en un cuadro que, también lo sentimos así en Italia y en Europa, amplía el espacio para los marxistas revolucionarios, o sea para los trotskistas. Porque vivimos todavía las consecuencias, que en este sentido son positivas, del papel del derrumbe del stalinismo en el plano internacional.


Porque si ciertamente los acontecimientos en el este europeo representaron un retroceso para la clase obrera a causa del avance del proceso de restauración capitalista, la caída de aquello que fue una agencia del dominio imperialista sobre el mundo, la dirección stalinista, tiene un efecto positivo sobre la lucha de clases y para la perspectiva de la IVª Internacional.


En los países en que el stalinismo tenía un papel dominante en Europa Occidental, los casos concretos de Italia y Francia, se abre un espacio político sin precedentes. En el Partido Comunista francés, diversos militantes con años y hasta décadas de militancia dentro de este partido, han iniciado dentro de él una batalla abierta contra la política de colaboración de clases de su dirección. Quién hubiera pensado que se podría desarrollar abiertamente una tendencia en el Partido Comunista más stalinista de Europa occidental tan claramente referida a estas tendencias revolucionarias.


Nuestro trabajo en el interior del Partido de la Refundación Comunista tiene por eje justamente el final del dominio stalinista no solamente en Italia, sino también a nivel internacional. Es a partir de este trabajo que se da en el cuadro de la crisis del stalinismo, que en Italia se dio un reagrupamiento político después de la caída del Muro de Berlín, que reunió una gran parte de lo que eran las fuerzas del antiguo Partido Comunista y también a una gran parte de lo que antiguamente fue la llamada extrema izquierda. Esto ha permitido a un grupo relativamente pequeño como el nuestro, hablar y dirigirse a decenas y decenas de miles de militantes que constituyen la vanguardia de clase del proletariado italiano. Y que nos permitió reagrupar en el interior de este partido de la Refundación Comunista, bajo la bandera del trotskismo consecuente, a centenas de militantes de diversos orígenes tanto del antiguo Partido Comunista como de la antigua extrema izquierda, como de la juventud radicalizada y luchadora de los últimos años.


Esta es la cuestión central. Nunca se trató, para nosotros, de adaptarnos a una fuerza que aparecía como más antagonista o más de izquierda, sino de llevar a la vanguardia revolucionaria el programa revolucionario, aprovechando esa oportunidad. Porque no es válida en una situación como la actual una respuesta apenas parcial a los problemas que están planteados por el desarrollo de la lucha de clases. Y así lo que sucedió es que un partido que nació intentando preservar la referencia comunista y el antagonismo clasista se ha transformado en pocos años hasta adaptarse completamente al dominio capitalista en Italia.


En primer lugar, porque no fue capaz de dar respuesta a los amplios movimientos de clase que también se han desarrollado en Italia, en primer lugar las grandes luchas de fin de 1994 contra la reforma jubilatoria, que tuvieron envergadura semejante a las que se desarrollarían después en Francia. La conducta de ese partido fue la de adaptarse completamente al movimiento y a sus tendencias espontáneas, recusando la propuesta, lanzada sólo por nuestra corriente, tanto al interior de este partido como fuera de él, de organizar la huelga general hasta la retirada definitiva del proyecto de reforma jubilatoria por parte del gobierno.


En segundo lugar, debido al nacimiento, como respuesta a la crisis política italiana, de un gobierno de centroizquierda. Un gobierno basado en una alianza de los representantes del gran capital con los represntantes de la burocracia sindical y de las direcciones de los partidos mayoritarios de izquierda. Un gobierno que desarrolló una ofensiva neoliberal contra las principales conquistas de las masas, como se hizo en otros países europeos. Y en estas condiciones el Partido de la Refundación Comunista, le brinda el llamado ‘apoyo externo’; lo que privó a la clase obrera de un punto de referencia antagónico al actual gobierno.


Es por eso que el eje central de nuestra lucha en el interior de este partido es la lucha contra la colaboración de clases y, por lo tanto, la lucha contra el apoyo que este partido da al gobierno de centroizquierda. Pero a diferencia de otras fuerzas, centristas y confusas, que se limitan a plantear que el partido de la Refundación Comunista debe dejar de apoyar al gobierno de centroizquierda, nosotros planteamos también la necesidad de dotar a la clase obrera de un programa anticapitalista. Y de dotarse de un programa que signifique una movilización general inmediata en torno a cuatro consignas: por la reducción drástica del horario de trabajo en términos reales, por un salario a los desocupados, por la transformación de todos los contratos precarios y flexibles en contratos estables por tiempo indeterminado y por un aumento general de salarios igual para toda la clase obrera; y con ese programa constituir un bloque social de la clase obrera y la juventud desocupada con base en un programa anticapitalista.


Esta es nuestra batalla, tiene una finalidad político-organizativa específica, nunca nosotros afirmamos la posibilidad de reformar o de regenerar el Partido de la Refundación Comunista.


Para nosotros ésta es la única perspectiva realista, tanto en Italia como en el mundo entero. Ahora podemos repetir las palabras con las que León Trotsky cerró su análisis de la Revolución Rusa, pero no de la victoriosa sino de aquella que fracasó, de 1905, que preparó el camino para la de 1917: “Cuando las obras de los grandes de este mundo, las obras de sus siervos y las obras de los siervos de sus siervos estén pulverizadas, muchos de los partidos actuales estarán sepultados, en ese momento la causa que servimos se impondrá al mundo, y nuestro partido se transformará entonces, en el gran partido de la humanidad que será finalmente dueña de su propio destino”.


¡Y así será compañeros!