La “solución final” de la “cuestión palestina”

Ariel Sharon calificó el lanzamiento de una bomba de una tonelada desde un avión F-16 contra una zona densamente poblada de Gaza, que mató a 15 palestinos (entre ellos 9 menores de 13 años) e hirió a casi 200, como “uno de los mayores éxitos de la lucha contra el terrorismo”. El asesinato colectivo forma parte de una política, cuyo fin último es la “limpieza étnica” de Palestina.


Una información, 24 horas después del ataque, aseguraba que antes de que fuera lanzada la bomba se estaba a punto de firmar una tregua en los ataques suicidas.


Una política y una crisis de conjunto


El sionismo está empeñado en reocupar los Territorios de Cisjordania, liquidar la Autoridad Palestina y proceder a una masiva expulsión de palestinos.


En abril, los tanques sionistas ocuparon todas las ciudades de Cisjordania, destruyeron la infraestructura civil palestina y cientos de viviendas, saquearon a la población civil y asesinaron a cientos de civiles. El “retiro” posterior duró poco. En junio, las ciudades palestinas fueron reocupadas; los asesinatos siguen y el hostigamiento de la población civil también. Lo que diferencia esta ocupación de la anterior, es que “esta vez el Ejército llegó para quedarse por un largo período” ( The Economist, 29/6). Según los sionistas, las tropas permanecerán en las ciudades palestinas mientras se construye el “muro” que separará Israel de Cisjordania, una tarea que “puede durar meses e incluso años” (ídem). La ocupación prolongada significa, de hecho, el derrocamiento de la Autoridad Palestina.


Bajo la ocupación sionista, se han destruido hospitales, escuelas, archivos públicos (significativamente, el registro de la propiedad de la tierra) y más de 4.000 viviendas. Para Jeff Halper, que encabeza el “Comité israelí contra la demolición de casas palestinas”, un valiente grupo de militantes de origen judío que forma piquetes delante de las topadoras para evitar la destrucción de las viviendas civiles, “los derribos masivos y programados de viviendas palestinas (son) una política de ocupación menos espectacular pero más efectiva que el mero despliegue de los tanques” (El País, 22/6).


La ocupación militar, los bloqueos de rutas y el cierre de las fronteras desintegraron la vida económica de los palestinos: la desocupación supera el 70%, lo mismo que la población que vive bajo la línea de la miseria; el comercio ha sido destruido y fueron arrancados miles de olivares. La política de expulsión de la población palestina se extiende a los propios árabes que viven en Israel, a quienes se les acaba de prohibir, por ley, comprar tierras públicas.


La “solución final” de la “cuestión palestina” – la masiva expulsión de la población de origen árabe de Israel y de los Territorios Ocupados – es azuzada por el imperialismo norteamericano. Bush no sólo justificó la ilegal reocupación indefinida de las ciudades palestinas “hasta que mejore la seguridad de Israel” (The New York Times, 8/7). Además, lanzó un supuesto “plan de paz” que pone a los palestinos ante “condiciones imposibles de cumplir” (The Economist, 29/6), con el único objeto de dejarle las manos libres a Sharon y al alto mando sionista para continuar la masacre escudándose en el “incumplimiento palestino” de las condiciones exigidas por Bush. Un ministro derechista israelí definió la naturaleza del “plan de paz” de Bush cuando exclamó: “¡Yo no lo hubiera escrito mejor!” (ídem).


La masacre sionista debe ser vista a la luz del empeño de Bush por atacar a Irak; se espera que la ocupación de Irak establezca un “nuevo orden” en el Medio Oriente.


Pero Bush enfrenta una crisis de conjunto. Estados Unidos no ha logrado establecer siquiera el esbozo de un régimen para reemplazar a Saddam Hussein. Las tensiones con Irán se han agravado, lo que “embarra” todavía más la situación en Irak, donde existe una fuerte minoría shiíta (la misma fracción musulmana dominante en Irán). En Turquía, aliado de Israel y principal retaguardia de una invasión a Irak, la coalición gubernamental se derrumbó y se convocaron elecciones anticipadas en las que el partido de gobierno figura lejos en las encuestas, muy por detrás de los partidos islámicos y de los “pro-europeos”. En Arabia Saudita es inminente un golpe de Estado “antioccidental”.


Las masacres en Palestina son el preludio de nuevas masacres.