La Unión Socialista reclama una Asamblea Constituyente Soberana

Militantes de la Unión Socialista de Perú han hecho llegar a Prensa Obrera, con pedido de publicación, un documento que establece su orientación política frente a la situación abierta con la caída de Fujimori y la toma del poder por la oposición. Debido a su extensión, nos vemos obligados a extractarlo.


El corrupto huyó del país. Fiel a su estilo tramposo, terminó como empezó: mintiendo, engañando, traicionando. (…) Ahora, el desbande de la mafia es total. Renuncias, olvidos, delaciones (…).


Las razones de la huida


(…) el fugitivo está comprometido desde los pies hasta la cabeza con diez años de corrupción oficial. Desde el narcoavión presidencial, hasta el tráfico de armas, los cupos, las extorsiones a cambio de favores judiciales, los dineros de la privatización, etc.


(…) la movilización social continuaba en forma de una interminable guerrilla asediando al enemigo sin dejarlo respirar. No ha habido un solo día sin que la protesta callejera se dejara sentir en la ciudad y en el interior del país. El dictador era consciente de que esto no lo paraba nadie, ni siquiera con represión.


La crisis económica ahogaba a la dictadura, que desesperadamente buscaba una salida (…). Ni Camisea, entregada a un postor que no garantiza mayor inversión, ni la oscura privatización del aeropuerto podían salvar el plan económico neoliberal que hacía agua por todas partes. (…)


La oposición democrático-burguesa asume el gobierno


(…) La derrota del régimen se dio en las calles con la movilización popular. Ni la mesa de la OEA, auspiciada por el imperialismo, ni el Congreso tránsfuga pueden apropiarse de lo que fue un triunfo de las masas. No fueron pocas las veces que en la llamada “oposición democrática” se pretendió salvar la vida a Fujimori; todo en nombre de la estabilidad y de evitar un posible golpe de Estado.


Ha sido designado Valentín Paniagua, como presidente interino (…) como resultado de la transacción entre los grupos de la oposición (…). Paniagua pertenece al partido de centro derecha, Acción Popular (AP), que gobernó al país durante dos períodos (1963-1968/1980-1985), y que junto a la desastrosa gestión aprista de Alan García (1985-1990) fueron el germen para la aparición de los llamados independientes, con Fujimori como su máximo representante. (…)


La crisis no está cerrada


Durante la crisis de gobierno y vacío de poder, levantamos la fórmula transicional: ¡Por un gobierno de los frentes regionales y los 4 suyos! Consideramos que esta fue una consigna correcta pues representaba el poder para aquellos que se habían enfrentado a la dictadura y la habían derrotado. Dijimos: el poder lo deben asumir quienes dieron una batalla consecuente contra la mafia. Y esto abarcaba a los jóvenes universitarios que derrotaron la intervención, a los frentes regionales que arrinconaron a la dictadura en todas las provincias del país, a los trabajadores, las mujeres, los desempleados, los luchadores de la Plaza San Martín. Todos, centralizados en las jornadas de Julio que hirieron de muerte al régimen. Ellos han sido el factor principal de esta victoria.


(…) el poder ha caído en manos de la oposición burguesa. El gabinete designado es un claro ejemplo de qué se busca y qué intereses se van a defender. Ejemplos sobran. Pérez de Cuéllar, incondicional de los organismos internacionales, primer ministro; Silva Ruerte, ministro de dictaduras y transiciones, experto en ajustes económicos; ex izquierdistas reconvertidos, en cargos de segundo nivel; un abogado de los empresarios como ministro de Trabajo; un industrial, dócil frente a la dictadura, como ministro de ese sector; y hasta ex ministros fujimoristas. ¿El pueblo debe confiar en esta transición?


(…) Existe un vacío de dirección que es evidente. Fue verdaderamente lamentable el papel que ha jugado la CGTP en la mesa de la OEA, sumándose al parloteo negociador cuando lo que debieron hacer era preparar el paro nacional, que era la respuesta popular para acabar de una buena vez con la dictadura. La crisis sigue abierta y nuestra tarea es precipitarla.


El pueblo debe organizarse autónomamente


El pueblo, en la lucha antidictatorial, ha acumulado una vasta experiencia; comienza a recuperar la confianza en sus propias fuerzas e intuye que aún se avecinan nuevas jornadas, pero ya está más cuajada para enfrentarlas.


(…) Este proceso de recomposición del movimiento popular no puede rifarse, ni entregarse al mejor postor. Tiene y debe organizarse bajo banderas de independencia de clase, y con un programa de ruptura con el modelo neoliberal, que refleje sus reivindicaciones más sentidas. La única manera de lograrlo es centralizando las fuerzas del campo popular; luchando por la unidad con aquellos que están por una alternativa de izquierda para resolver la crisis.


Desde la izquierda debemos luchar por la inmediata convocatoria a una Asamblea Constituyente, soberana y con poder, que desaloje el Parlamento tránsfuga. Esta Asamblea deberá echar al traste el documento de 1993, que la dictadura llamó Constitución, y pondrá fin a la legislación neoliberal, con su economía de mercado, que permitió saquear los bienes del pueblo; con su legislación antisubversiva, que dio impunidad a los criminales de la Cantuta y Barrios Altos; con su Estado burocrático y corrupto enquistado por el narcotráfico.


También está planteada la constitución de una Comisión de la Verdad que saque a luz los diez años del gobierno más corrupto de nuestra historia republicana; que señale el paradero de los 4.000 desaparecidos; que indique el destino de los dineros de la privatización; que identifique a quiénes se enriquecieron con la compra de papeles y la renegociación de la deuda externa, con el tráfico ilegal de armas; y sobre todo, que indemnice a todos aquellos que sufrieron persecución, cárcel y tortura por parte de la dictadura.


Compañeros, es inminente un nuevo festín electoral. El pueblo debe estar preparado para enfrentar este escenario y otros, porque la lucha se dará en todos los terrenos. La izquierda debe pelear por una alternativa popular y por su inscripción legal. No hacerlo sería de una tremenda irresponsabilidad, pues dejaríamos expuestos a miles de luchadores a los cantos de sirena del democratismo burgués.