La venta de Chrysler

Un gran ataque a la clase obrera norteamericana

Daimler-Chrysler vendió el 80% de su división estadounidense Chrysler al fondo Cerberus Capital Management por 7.400 millones de dólares. Así concluye la espectacular fusión de 1998 entre la alemana Daimler-Benz y la estadounidense Chrysler. Daimler había pagado 36.000 millones por Chrysler.


“Aún para los criterios de la problematizada industria automotriz en Estados Unidos, la destrucción de valor fue de una escala verdaderamente impresionante” (Financial Times, 14/5). El fracaso de la Daimler para sacar a flote a Chrysler refleja el anacronismo de la industria automotriz norteamericana, que alguna vez fuera líder a nivel mundial.


Cerberus, un fondo financiero que basa su actividad en comprar empresas que tienen baja rentabilidad o pérdidas y las retira de la cotización bursátil, transferirá las deudas previsionales de Chrysler al Estado. “Cerberus y Chrysler quieren trabajar con el sindicato United Auto Workers para limitar, contener y financiar una buena parte de los 18.000 millones de dólares en beneficios de salud que Chrysler les debe a los jubilados de la UAW. Es una deuda que la compañía matriz alemana concluyó que no podía pagar” (Wall Street Journal, 15/5).


Cualquiera sea el resultado de estas negociaciones, tendrán un efecto decisivo en toda la industria automotriz. “Si Cerberus puede divisar una fórmula [para desligarse de las obligaciones hacia los jubilados] que no sea la ley de quiebras, Ford y General Motors podrían casi certeramente tratar de hacer lo mismo, afectando potencialmente unos 95.000 millones en total de obligaciones de cuidados de salud de jubilados. Entre los ‘Tres Grandes’ están en curso las discusiones a ‘altos niveles’, dijo una persona familiarizada con la situación” (ídem).


“En Washington, el lobby [de las automotrices] ha avanzado su esfuerzo por una acción sobre los cuidados de salud (…) Los costos de salud son la presión Nº 1 que nuestros miembros enfrentan (…) No se puede competir más con empresas en países cuyos gobiernos proveen el cuidado de salud o no tienen ninguna cobertura”, enfatiza un representante de las automotrices (Wall Street Journal, 16/5). El artículo llama a los contribuyentes a “prestar especial atención a la papa caliente de la sacudida en los cuidados de salud” en el acuerdo de venta de Chrysler.


El acuerdo de venta de Chrysler incluye cláusulas no escritas, por las cuales el Estado se hará cargo parcial o totalmente de los costos del salvataje. El presidente del fondo Cerberus es John Snow, ex secretario del Tesoro de Bush, con fluidos contactos en la actual administración.


Un aspecto central del salvataje de Chrysler (y de toda la industria automotriz norteamericana) es que el gobierno se haga cargo parcial o totalmente de los planes de salud de sus trabajadores y jubilados. En estas condiciones, terminarán siendo los trabajadores los que pagarán el costo mediante la reducción de sus planes de salud y jubilación.


El precandidato demócrata a la presidencia Barak Obama, ya tomó el guante. “Hemos escuchado por años que la suba de las obligaciones de costos de salud de los jubilados limitan invertir en mayor tecnología en el uso de combustible (…) Entonces el acuerdo que propongo es: ‘Nosotros ayudaremos parcialmente a costear esos costos de cuidados de salud, pero sólo si los fabricantes están dispuestos a invertir los ahorros directamente en más eficiencia en uso de combustible de los autos’…” (ídem).


Su plan es que el Estado cubra el 10% de los costos de salud, “estimados en 1.500 dólares en promedio por auto. Esto no es suficiente para la problematizada industria automotriz. Pero abre la puerta. Y mucha gente en la industria está esperando que la puerta se abra ampliamente si los demócratas ganan la Casa Blanca en 2008” (ídem).


Segundo salvataje


A fines de la década del '80, como ahora, el aumento de los precios del petróleo puso en crisis a las automotrices norteamericanas. Chrysler estaba quebrada; la salvación fue ideada por Lee Iacocca, presidente de la empresa. En mayo de 1980, le otorgaron 1.500 millones de dólares en préstamos federales a baja tasa de interés. La “genialidad” de Iacocca fue haber logrado convencer al gobierno. “En mi reciente libro hablo sobre el sacrificio compartido y el compromiso que tuvimos cuando revivimos Chrysler a comienzos de los ochenta. Espero que esto ocurra ahora (…) Ustedes ven, las empresas de nuestro sector manufacturero no son entidades separadas del gobierno. Todos son parte del juego en la recuperación de nuestro sector de manufactura”, declaró recientemente Iacocca (Businessweek, 17/5).


Los trabajadores


“Mucha gente se sorprendió cuando Ron Gettelfinger, el presidente de la UAW, aprobó el acuerdo. Con las negociaciones de un nuevo contrato que comienzan este verano, muchos trabajadores temen que serán forzados a hacer enormes concesiones. Pero ese temor ya existía antes de la venta” (ídem).


La compra de Cerberus generó inquietud entre los trabajadores en Detroit. Consultados por la prensa, afirmaron desconocer lo que estaba negociando el sindicato con la empresa. “Es igual que con la unión con Daimler. No conocimos los detalles hasta dos años después…” (Detroit News, 15/5).


Desde la fusión con Daimler fueron despedidos más de 40.000 trabajadores, una tercera parte de los empleados. Chrysler contaba con 121.000 trabajadores en 1998; en la actualidad son 80.000. Y está previsto el despido de otros 11.000 en los próximos meses (Investors Business Daily, 14/5).


Un trabajador entrevistado en la puerta de la planta no anduvo con vueltas: “Tenemos que hacer que los sindicatos luchen por nosotros” (Detroit News, 15/5).