Las elecciones en Madrid y el adiós de Iglesias

La titular de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (del derechista Partido Popular), logró la victoria en las elecciones adelantadas de este martes 4. Con 65 bancas conquistadas, duplica los resultados del comicio de 2019 y gana en la totalidad de los distritos madrileños y casi la totalidad de los municipios. Si bien no logró una mayoría absoluta, le bastaría la abstención o el voto favorable de Vox en la Asamblea para lograr su investidura, algo a lo que la formación ultraderechista ya se ha mostrado propicia.

El éxito del PP consistió en polarizar la elección con el gobierno centroizquierdista de Pedro Sánchez-Pablo Iglesias (PSOE-Podemos), fuertemente desgastado por la crisis sanitaria y económica (basta decir que ha permitido cientos de miles de despidos), transformándola en una contienda de tipo nacional. Díaz Ayuso no se cansó de presentarse como un “contrapoder” frente a la administración central y logró conquistar votos del PSOE, que retrocedió de 37 a 24 bancas. Además, absorbió el caudal de otra formación derechista, Ciudadanos, que se hundió completamente, desapareciendo del Parlamento (pierde sus 26 escaños). La otra fuerza derechista, Vox, retuvo su porcentaje y añadió un diputado (tendrá 13).

Dentro del PP, Díaz Ayuso expresa una de sus alas más agresivas, o sea que es la derecha de la derecha. Se opuso a la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco, sostuvo inicialmente planteos contrarios a las medidas de aislamiento social (aunque luego debió retroceder, ante el ascenso de la tasa de mortalidad) y hasta dijo en plena campaña electoral que “si te llaman fascista es porque estás del lado bueno de la historia”. Tiene buena sintonía con los “ultras” de Vox y hasta ha dejado la puerta abierta a integrar algunos de sus miembros como asesores. Vox, por su parte, dijo que facilitará su investidura y se muestra dispuesto a cooperar en la Asamblea, pero prefiere no integrarse al gobierno. La elección estuvo marcada por provocaciones derechistas, como las amenazas de muerte contra el candidato de Podemos, Pablo Iglesias, y las agresiones en su domicilio. Estos hechos se vienen multiplicando en España.

Pero más que la capacidad de la derecha, es el fracaso del gobierno de Sánchez-Iglesias en dar una respuesta a los problemas de las masas el que ha permitido la recuperación del PP, que se había hundido con Mariano Rajoy. El PP logró incluso crecer y transformarse en la fuerza más votada en los distritos más empobrecidos (el “cinturón rojo” del sur de Madrid), si bien la suma de las fuerzas “progresistas” (PSOE-Podemos-Más Madrid) sigue siendo en ellos ligeramente superior a la suma del bloque derechista (PP-Vox-Ciudadanos) (ver “Ayuso erosiona el cinturón rojo de la capital”, en El País, 5/5).

No podemos

El otro gran dato político de la elección es la renuncia de Pablo Iglesias a la política. El líder de Podemos había dejado la vicepresidencia para competir en Madrid, con la intención de enfrentar en forma directa a Ayuso, unificar el espacio “progresista” y revertir el retroceso de su fuerza en los últimos procesos electorales regionales. Y aunque Podemos tuvo un ligero crecimiento (pasa de 7 a 10 escaños), no solo se vio vapuleado por el PP, sino que incluso fue superado por Más Madrid, un desprendimiento encabezado por Iñigo Errejón en 2015, que esta vez logró 24 bancas (cuatro más que en 2019) y por unos pocos votos superó al PSOE, quedando segundo.

El retiro político de Iglesias merece una reflexión más general. Podemos surgió como fuerza política tratando de canalizar en las urnas el movimiento de los indignados, es decir el vasto proceso de movilizaciones que se abre en 2011 contra el desempleo, los desalojos y los estragos de la crisis capitalista. En las euroelecciones de 2014, a meses de su formación, obtuvo un 8%. En las elecciones generales de 2015 hizo una gran elección, logrando el 12,7%. En 2016, ya como Unidos-Podemos (que suma al Partido Comunista), es tercera fuerza con el 13,4%. Pero a partir de allí, comienza a desinflarse, en coincidencia con una adaptación creciente al régimen político. Su integración al gobierno con el PSOE se produce tras las elecciones de noviembre de 2019, en que obtiene el 9,8%.

Cuando Iglesias balanceó, en su conferencia de renuncia, como el aspecto político positivo de su formación, el haber quebrado el bipartidismo del PP-PSOE, omite decir que se sumó a gobernar con Sánchez, ocupando su fuerza la vicepresidencia y varios ministerios. Iglesias sigue sin cuestionar esta orientación fundamental, dado que su renuncia busca abrir paso a nuevos liderazgos y que Podemos “consolide su peso institucional”. La figura emergente del espacio es Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y reemplazante de Iglesias en la vicepresidencia, quien según la prensa se ha sabido granjear el respeto del PSOE por su perfil moderado.

Podemos nunca llevó a cabo un cuestionamiento de fondo del régimen capitalista. Con un discurso limitado a planteos redistribucionistas y a una crítica de la “casta política”, fue tomado como modelo por buena parte de la izquierda mundial. Estamos asistiendo a un fracaso de esta tentativa. En el plano continental, Podemos se unió a Syriza, la fuerza que terminó aplicando en Grecia las políticas de ajuste de la Troika.

Es necesaria otra orientación, basada en la organización y la lucha de los explotados contra el capital y sus gobiernos, y en el desarrollo de una fuerza política revolucionaria, que adopte como perspectiva el gobierno de los trabajadores y la unidad socialista de Europa.