Internacionales
10/12/1998|611
¿Las Farc son revolucionarias?
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Con el retiro del ejército de cinco provincias del sur –el llamado ‘despeje’– comenzaron en Colombia las ‘negociaciones de paz’ entre el electo gobierno conservador de Andrés Pastrana y las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Al mismo tiempo, en Alemania, comenzaron ‘conversaciones preliminares’ entre el Eln (Ejército de Liberación Nacional) y los ‘representantes de la sociedad civil’, entre los que se cuentan el fiscal general y el presidente de la principal central empresaria de Colombia.
Aunque los combates continúan fuera de las zonas del ‘despeje’, hay coincidencia en que se trata del más serio esfuerzo, en mucho tiempo, para encontrar una ‘salida política’ a la guerra civil que lleva ya más de treinta años. ¿Se trata, como sostienen tanto en la derecha como en la izquierda, de una "victoria política" de las Farc?
Matriz imperialista
El lanzamiento del ‘proceso de paz’ fue una de las principales banderas electorales de Pastrana. Como candidato, y luego como presidente electo, viajó a la selva para reunirse con la dirección de las Farc.
En su carrera hacia la presidencia, Pastrana contó con el respaldo casi sin fisuras de la gran burguesía colombiana y del gran capital extranjero.
El imperialismo norteamericano "celebró su elección como presidente" (Financial Times, 3/10). El respaldo a Pastrana coincide "con un giro en el estilo de relacionamiento (de los Estados Unidos) hacia Colombia, al atenuar ostensiblemente el énfasis dado hasta ahora a la lucha antinarcóticos para explorar otras posibilidades, entre ellas una posible participación en los diálogos de paz con la guerrilla" (Perfil, 30/5). El‘giro’ norteamericano se manifestó, también, en la designación de un nuevo embajador, Kurtis Kamman, "que dejó en claro un fuerte apoyo a Pastrana"(The Economist, 3/10). En un reciente viaje a los Estados Unidos, esta política recibió un espaldarazo del propio Clinton.
El imperialismo norteamericano se encuentra, sin embargo, dividido. La ‘salida política’ es planteada por el Departamento de Estado, mientras que el Pentágono es partidario de una ‘salida militar’. Desde principios de año, el Departamento de Estado ha estado denunciando el entrelazamiento entre los altos mandos del ejército colombiano, los grupos paramilitares y los principales grupos de narcotraficantes. Teme que el apoyo norteamericano a esta entente mafiosa fortalezca a la guerrilla y lleve a la completa descomposición del Estado colombiano. El decomiso de más de 700 kilos de cocaína en un avión militar colombiano en los Estados Unidos forma parte de esta lucha entre los diferentes clanes imperialistas. El Departamento de Estado, precisamente, rechaza la calificación de ‘narcoguerrilla’ que el Pentágono adjudicaba a las Farc.
Las derrotas sufridas por el ejército colombiano en los últimos dieciocho meses inclinaron la balanza hacia el campo de los partidarios de la ‘salida política’. Sin embargo, dice The Economist (3/10), "a menos que la sucia alianza entre algunos altos oficiales del ejército y las bandas paramilitares sea quebrada, no habrá real esperanza de paz".
El imperialismo no se limita a apoyar a Pastrana. Ya antes de las elecciones, "el nuevo embajador norteamericano ha logrado contactos con los dirigentes de la guerrilla" (Perfil, 30/5). El corresponsal del semanario frenteamplista Brecha confirma que "según un alto funcionario del Departamento de Estado, agencias del gobierno de los Estados Unidos han iniciado negociaciones directas con las FARC" (Brecha, 5/6). De allí habría salido el planteo de las Farc de colaborar en la erradicación de las plantaciones de coca –con el financiamiento norteamericano de ‘cultivos alternativos’–, "el interés de los grupos subversivos por una presencia norteamericana en la mesa de negociaciones" (Perfil, 30/5) e incluso el apoyo de las FARC a la candidatura de Pastrana en la segunda vuelta de las presidenciales.
Todo esto ilustra la matriz imperialista del ‘proceso de paz’ en curso, cuyo objetivo estratégico es la integración de las guerrillas colombianas en el cuadro capitalista democratizante.
La base social de las Farc
Las Farc dominan un tercio del territorio colombiano; allí vive una cuarta parte de su población. Desde hace años, en regiones enteras del sur de Colombia, la guerrilla es la única autoridad existente. ¿Cuál es la naturaleza social del ‘poder’ que ejerce?
Las Farc no han revolucionado las relaciones sociales en los territorios bajo su dominación: no han expropiado a los terratenientes ni han tomado otras medidas anticapitalistas. Al contrario, según la revista norteamericana Time (28/9), con la entrada de la guerrilla en Cartagena del Chairá, un municipio del sur del país, "es la primera vez que una autoridad tiene criterio capitalista para construir una mejor infraestructura comercial".
La indiferenciación entre el régimen social existente en las áreas dominadas por el gobierno y las dominadas por la guerrilla es un punto de conciliación con los grandes capitalistas. Esto es, precisamente, lo que abre las posibilidades de una ‘negociación política’ cuya base es la existencia de un régimen social común basado en la propiedad capitalista de la tierra y de los medios de producción.
La naturaleza social común de los ‘poderes’ a uno y otro lado de las líneas de guerra es un anticipo de la naturaleza del acuerdo político que surgirá de las‘negociaciones de paz’: la continuidad de la dominación económica, social y política de la gran burguesía y el imperialismo.
Las ‘negociaciones de paz’ y la clase obrera
Además de las negociaciones con la guerrilla, el programa de Pastrana incluye un amplio ataque al movimiento obrero y a las conquistas sociales de las masas: la aceleración de la privatización de las telecomunicaciones y la energía; la reducción de los recursos estatales para educación, salud y previsión social; la reducción de los salarios y el aumento de los impuestos al consumo para ‘sanear’ el enorme déficit fiscal y "un sistema financiero que está en bancarrota" (El Mercurio, 28/11). También en este punto, Pastrana cuenta con el respaldo unánime del imperialismo y de la burguesía colombiana.
Desde que llegó al gobierno, Pastrana impuso la ‘emergencia económica’, un mecanismo institucional que le confiere poderes extraordinarios, y devaluó la moneda, lo que disparó los precios de los artículos de primera necesidad. Esta política antiobrera ya provocó una gran huelga general de los trabajadores estatales, que duró más de diez días, con manifestaciones en todo el país.
Un eventual éxito de las ‘negociaciones de paz’ reforzaría la autoridad del gobierno para aplicar este programa que —hay que remarcarlo— no es objeto de ninguna negociación. En este cuadro, la resistencia obrera será presentada como ‘desestabilizadora’ de la ‘paz’ y la ‘democracia’.
Las ‘negociaciones de paz’ en curso en Colombia confirman que la política democratizante continúa siendo la principal opción del imperialismo para enfrentar los levantamientos y las rebeliones populares y para vehiculizar su penetración económica y social.