Las luchas obreras en Bulgaria

Se acelera la organización independiente de los obreros. Contra el capitalismo ladrón y feudal

Informe enviado desde Bulgaria por un dirigente del Centro de Solidaridad de Varna

En los últimos meses, Bulgaria ha sido sacudida por una serie de protestas obreras, huelgas y ocupaciones… abarcan diferentes regiones y sectores, pero hay varias cosas que los unen: están auto-organizados fuera de los sindicatos, son de acción directa y abordan un problema común: los robos de los patrones. Huelgas mineras: el 17 de marzo, 180 mineros de Obrochishte organizaron protestas: ganamos un salario mínimo, lo máximo que podemos obtener es 610 lev (300 euros). pero en marzo recibimos el salario de enero, aunque sin los cupones de alimentos. Finalmente, fueron forzados a un ‘acuerdo’. Pero el 3 de abril volvió a estallar la protesta: 23 trabajadores fueron a una huelga de hambre subterránea. La razón es que no se cumplieron los acuerdos: los salarios retrasados no se pagaron. Hace sólo unos meses, huelgas mineras de masas inundaron la ciudad minera de Bobov Dol: 120 mineros del primer turno de la mina Babino se negaron a abandonar los túneles iniciando una huelga de hambre exigiendo el pago de salarios y cupones de comida que no habían recibido durante meses. Una huelga indefinida declarada al margen del sindicato burocrático. Se quedaron tres días a 500 metros bajo tierra. Los mineros de otros turnos ocuparon la mina, enfrentando las guardias privadas enviadas por la patronal. Ganaron, pero. un mes más tarde, de nuevo los patronos dejaron de pagar salarios comprometidos. Son patrones oligárquicos que han usurpado la propiedad estatal y actúan en muchas ciudades como señores feudales, como el oligarca energético Cristo Kovachki, que tiene casi todas las concesiones mineras y centrales eléctricas y es una de las personas más ricas de Bulgaria.

 

 

El problema no es sólo de los mineros, los trabajadores del vestido también han salido en diferentes ciudades del país. Cientos de obreros de la confección de ropa ocuparon sus empresas porque no les pagan por su trabajo, que va casi integro (90%) a la exportación. El método es de capitalismo salvaje. La historia es típica: un ‘inversor’ extranjero crea una empresa textil y de sastrería, toma obreros por salarios miserables, los superexplota, lentamente no les va pagando hasta acumular grandes deudas salariales y entonces le ‘vende’ la empresa a un insolvente y desaparece dejando un tendal de deudas entre los obreros. Lo mismo pasa con empresas de telefonía: Max Telecom debía cuatro meses de sueldo, 150 obreros tomaron el edificio. Esta es la política de desregulación capitalista. Bulgaria es el país con el impuesto a las ganancias capitalistas más bajo de toda Europa. El gobierno se jacta de esto: cualquiera puede crear una empresa de responsabilidad limitada contando con un capital de sólo un euro (como la ley de emprendedores que hizo votar el gobierno Macri). Los políticos búlgaros con caras preocupadas siguen insistiendo que hay “demasiadas regulaciones” que el negocio búlgaro “está aplastado por una pesada burocracia” y piden más desregulación. Ahora hay una cruzada para “eliminar el salario mínimo”. Los trabajadores en lucha alertan a la clase obrera europea de que Bulgaria es el laboratorio y modelo capitalista que quiere imponerse con las reformas laborales en Francia, Italia, Alemania y otros países. Atenti, trabajadores argentinos del modelo que está siguiendo el capitalismo a lo Macri.

 

 

Aún así, no llegan las inversiones, lo que ha llevado a que un tercio de la población haya tenido que emigrar o han muerto de hambre, frío y enfermedades de la pobreza. Hoy entra más de dinero de remesas de emigrados que de inversiones productivas capitalistas. Luego de veinte años de desregulación neoliberal, casi otro tercio vive por debajo de la línea de pobreza. Se han cerrado 764 escuelas municipales y estatales en los últimos catorce años, creciendo el analfabetismo funcional. Hay capitalistas que protestan porque falta mano de obra, pero no aumentan ni pagan los salarios. Al revés, quieren introducir más reformas antiobreras: si un obrero se desvincula de una empresa, en lugar de recibir una indemnización, debería él indemnizar a la patronal por el entrenamiento recibido. Una especie de servidumbre obrera. Contra esto crece “el espíritu de solidaridad y de auto-organización, el ambiente camaraderil, la simpatía común que une a los huelguistas. Hay una profunda división de clases.

 

 

Y es más profunda que nunca.