Internacionales
22/1/1991|321
El arma decisiva
Las masas contra la guerra

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La movilización internacional contra la guerra imperialista es aun extraordinariamente débil y está centrada principalmente en torno a consignas pacifistas. El pacifismo coloca en un mismo plano histórico el retiro del imperialismo del Golfo y una capitulación o derrota de la nación iraquí. El pacifismo no tiene por objetivo la derrota del imperialismo mundial, la que debe ser conquistada por medio de la acción convergente del combate militar iraquí y la acción de los explotados del mundo entero, en especial de los países imperialistas. De un modo general, los dirigentes pacifistas tienen en vista la explotación política y electoral de la opinión pública de sus países, sin perjudicar de ningún modo el esfuerzo político-militar del imperialismo. De cualquier manera, el sentimiento pacifista de las masas puede ser la envoltura transitoria de un sentimiento más profundo de características anti-imperialistas. Esta posibilidad se manifiesta por ejemplo en un slogan muy común en Estados Unidos: “no blood for oil" (no al derramamiento de sangre para defender a los monopolios petroleros, sería la traducción política exacta). Los revolucionarios marxistas deben participar en los movimientos pacifistas de masa, con la obligación, además, de señalar las limitaciones de la política pacifista.
Un lugar especial en los movimientos pacifistas lo ocupan algunos partidos comunistas, por ejemplo el italiano, que apoyan una acción internacional contra Irak, el bloqueo por ejemplo, pero sin llegar a la guerra. El carácter de este pacifismo es inequívocamente pro-imperialista. Otra variante del pacifismo es la encarnada por los “trotskistas” de la variante Mandel, que condenan la anexión de Kuwait por parte de Irak y le niegan a ella un contenido nacional cualquiera. Con tal posición los mandelianos rechazan la política de colocarse en la trinchera militar de Irak contra el imperialismo, con la obligación en tal caso de denunciar la política burguesa y despótica del régimen de Hussein y luchar por un gobierno obrero y campesino.
En los cinco meses que ha llevado el bloqueo Imperialista y en la semana transcurrida de la guerra, ha estado completamente ausente una acción de la Coordinadora del Encuentro de los Partidos y Organizaciones de izquierda de América Latina. Estos partidos temen, en su mayoría, entrar en choque con la opinión pública democratizante de la clase media de sus países, la que mucha veces es, además, pro-sionista. La neutralidad en una lucha tan decisiva en su alcance internacional como la guerra del golfo, equivale a una renuncia completa a luchar contra el imperialismo.
El movimiento de lucha más importante en la actual etapa ha sido protagonizado en la vital Turquía, país clave en el dispositivo bélico del imperialismo, y no ha sido impulsado en forma directa por consignas referidas a la guerra sino por la presión implacable de la lucha de clases interna. El 4 de enero último cien mineros con sus familias iniciaron una larga marcha para reclamar aumentos salariales y no pudieron ser detenidos por la policía ni por el ejército. De inmediato, el régimen videliano de Ankara fue sacudido por un paro de 24 horas resuelto por las centrales sindicales; enseguida comenzaron huelgas metalúrgicas en el marco de la lucha por las convenciones de trabajo. Algunos observadores internacionales admiten que este movimiento de masas, que ha sido respaldado por los dos partidos patronales tradicionales de Turquía, en una expresión de la descomposición del régimen de ese país, puede terminar con el gobierno encabezado por Ozal.
Esta posibilidad sería sencillamente revolucionaria con referencia a lo que ocurre en el Golfo. Turquía es una nación musulmana sensible a los atropellos del imperialismo contra los pueblos árabes.
Otro registro importante ha sido el de España, donde la semana pasada se produjo una huelga general de dos horas por el retiro de las naves de Felipe González del Golfo. Las bases militares de la Otan en España proveen información esencial para las operaciones militares imperialistas contra Irak.
Alcances revolucionarios puede tener la movilización de millones de personas en Pakistán, con un régimen político inestable. La posibilidad de insurrecciones parciales en Pakistán, país que está en la boca de entrada del Golfo Pérsico y que tiene algunas decenas de miles de tropas peleando junto a los yanquis, ha llevado a algunos observadores a prever un cambio de frente del régimen pakistaní en el conflicto, si éste se prolongara más allá de lo esperado por los estados mayores.
Alemania es otro lugar donde han habido importantes manifestaciones, en algunos casos sumando doscientas mil personas. En este país el pacifismo es apoyado por círculos de la burguesía imperialista que caracterizan que la guerra del Golfo dará al imperialismo norteamericano una tutela sobre el europeo, y que la catástrofe económica que resultará de la guerra podría comprometer las posibilidades de penetración de Alemania en Europa del este.
En Estados Unidos, el movimiento pacifista prepara una manifestación nacional contra la guerra para el próximo viernes 26. Según los comentaristas, aunque aún es débil, el actual movimiento se distingue del que tuvo lugar durante la guerra de Vietnam por tres características: ha aparecido desde antes del inicio de las hostilidades, tiene un importante aporte de los sindi catos y es notoria la presencia en él de la clase media tradicional.
El imperialismo puede ser derrotado —no importan los rayos infrarrojos, los rayos láser, las armas químicas o nucleares, como ya ocurriera con Francia en Argelia, con Inglaterra en Afganistán y con los yanquis en Playa Girón y en Vietnam. Todo depende del despertar y de la conciencia de las grandes masas.