Internacionales
28/10/2017
León Trotsky sobre Cataluña
Lo que va a leerse a continuación son dos breves textos de Trotsky sobre las relaciones entre el nacionalismo catalán y la revolución española, inmediatamente posteriores a la caída de la monarquía, el 14 de abril de 1931.
En la situación actual, nada reemplaza la elaboración y la intervención de los revolucionarios socialistas, de los militantes de la IV Internacional, con sus conquistas teóricas y sus puntos de apoyo políticos y organizativos, tampoco una larga cita de Leon Trotsky.
Como método, sin embargo, una lectura atenta es necesaria. 1931 y 2017 son muy diferentes, por supuesto. Pero la analogía vale en más de un aspecto: períodos de intensa crisis, ascenso de la actividad independiente de las masas, dislocación del conjunto de las relaciones capitalistas, el lugar importante de España por la potencia de su clase obrera…
Vale la pena destacar tres puntos del análisis de Trotsky: el nacionalismo catalán es democrático revolucionario y el nacionalismo español es imperialista, los comunistas españoles tienen que valorar esta diferencia para no correr el riesgo de convertirse en agentes de la burguesía española; dos, el nacionalismo va a conducir al proletariado a un impasse si la clase española no se unifica con un programa revolucionario ; en el mejor de los casos, el avance del nacionalismo va a terminar en un episodio aislado si no hay una intervención del conjunto de la clase obrera ; tres, el nacionalismo es un obstáculo a la construcción de un partido revolucionario español.
León Trotsky a Andrés Nin, el 23 de abril de 1931
( … ) La Federación Catalana debe esforzarse por unirse a la organización comunista panespañola. Cataluña es una vanguardia, pero si esta vanguardia no marcha al mismo paso que el proletariado y, más adelante, que los campesinos de toda España, el movimiento catalán terminará a lo más como un episodio grandioso, al estilo de la Commune de París. La posición especial de Cataluña puede provocar semejantes resultados. El conflicto nacional puede agravarse de tal manera que la explosión catalana se produzca mucho antes de que España, en su conjunto, esté madura para una segunda revolución. Sería una grandísima desgracia histórica si el proletariado catalán, cediendo a la efervescencia, a la fermentación del sentimiento nacional, se dejase arrastrar en una lucha decisiva antes de haber podido ligarse estrechamente a toda la España proletaria. La fuerza de la Oposición de Izquierda, tanto en Barcelona como en Madrid, podría y debería elevar todas estas cuestiones a un nivel histórico ( … ).
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León Trotsky a los camaradas de Madrid, el 7 de mayo de 1931
( … ) Hablemos de eso que se suele llamar el nacionalismo de la Federación Catalana. Es una cuestión muy importante, muy grave. Los errores cometidos sobre esta cuestión pueden tener consecuencias fatales.
La revolución ha hecho despertar en España todas las. Cuestiones más poderosamente que nunca, y entre ellas la de las nacionalidades. Las tendencias y las ilusiones nacionales están representadas fundamentalmente por los intelectuales pequeño burgueses, que se esfuerzan por encontrar entre los campesinos un apoyo contra el carácter desnacionalizador del gran capital y contra la burocracia del estado. El papel dirigente, en la actual fase, de la pequeña burguesía en el seno del movimiento de emancipación nacional, como en general en todo el movimiento democrático revolucionario, introduce inevitablemente prejuicios de toda clase. Procedentes de ese medio, las ilusiones nacionales se filtran también entre los obreros. Esta es, seguramente y en su conjunto, la situación de Cataluña, y quizá hasta cierto punto de la Federación Catalana. Pero lo que acabo de decir no disminuye en nada el carácter progresista, revolucionario democrático de la lucha nacional catalana contra el imperialismo burgués, la soberanía española y el centralismo burocrático.
No se puede perder de vista ni por un momento que España entera y Cataluña, como parte constituyente de ese país, actualmente están gobernadas, no por nacionales demócratas catalanes, sino por burgueses imperialistas españoles, aliados a los grandes latifundistas, a los viejos burócratas y a los generales, con el apoyo de los socialistas nacionales. Toda esta cofradía tiene la intención de mantener, por una parte, la servidumbre de las colonias españolas, y, por otra. asegurar el máximo de centralización burocrática de la metrópoli; es decir, lo que quiere es el aplastamiento de los vascos, de los catalanes y de las otras nacionalidades por la burguesía española. Dada la combinación presente de fuerzas de clase, el nacionalismo catalán es un factor revolucionario progresista en la fase actual. El nacionalismo español es un factor imperialista reaccionario. El comunista español que no comprenda esta distinción, que la ignore, que no la valore en primer plano, que, por el contrario, se esfuerce por minimizar su importancia, corre el peligro de convertirse en agente inconsciente de la burguesía española, y de estar perdido para siempre para la causa de la revolución proletaria.
¿Dónde está el peligro de las ilusiones nacionales pequeño burguesas? En que pueden dividir al proletariado español en sectores nacionales. El peligro es muy serio. Los comunistas españoles pueden combatirlo con éxito, pero de una sola manera: denunciando implacablemente las violencias cometidas por la burguesía de la nación soberana y ganando así la confianza del proletariado de las nacionalidades oprimidas. Una política distinta equivaldría a sostener al nacionalismo reaccionario de la burguesía imperialista que es dueña del país, en contra del nacionalismo revolucionario?democrático de la pequeña burguesía de una nacionalidad oprimida.