Levantamiento popular en Bolivia

El gobierno de Sánchez de Losada asesinó a 7 campesinos en un intento de desalojar un masivo corte de ruta en la localidad de Warisata, que había bloqueado el paso de unas 2.000 personas. Nuevamente, el presidente boliviano recurre a la masacre del pueblo, como lo ha hecho sistemáticamente en cada uno de los levantamientos y rebeliones que enfrentó desde su llegada al gobierno.


Frente a la represión, los dirigentes campesinos anunciaron la ampliación de los cortes y bloqueos de ruta. “Si es posible – anunció Felipe Quispe – , lo vamos a mantener tres o cuatro meses hasta que se vayan del gobierno estos masacradores” (El Tribuno, 22/9).


El corte de Warisata, como otros en la región, se encontraba en su octavo día cuando fue reprimido. Su programa de reivindicaciones es amplio (contra la ley de reparto de tierras, contra el ingreso de Bolivia al Alca y la privatización de empresas estatales, por la legalización del cultivo de la coca). Su principal reivindicación, y lo que lo ha convertido en un asunto verdaderamente explosivo, es el repudio al anuncio oficial de que se construirá un gasoducto para exportar gas a los Estados Unidos a través de un puerto chileno. “Si el gobierno decide sacar el gas para Chile o por Chile, empieza la huelga indefinida y el bloqueo de caminos”, advirtió el diputado y dirigente cocalero Evo Morales ante una manifestación de 15.000 campesinos y trabajadores (Clarín, 2/9).


En la misma dirección se pronunció la Unión de Generales (retirados), que calificó la venta de gas a través de Chile como “un grave error geopolítico” (El Diario, 22/9). En este planteo, la reivindicación nacional a la soberanía sobre los recursos del gas está deformada por el chovinismo.


La convergencia política de las direcciones campesinas y de sectores militares puede estar anunciando la emergencia de un sector militar nacionalista. La intelectualidad pequeñoburguesa boliviana, que ha coqueteado con el movimiento indigenista, está buscando desde hace tiempo un “Chávez” del Altiplano. La experiencia ecuatoriana muestra que los sectores populares y campesinos que apoyaron a los militares nacionalistas han sido brutalmente defraudados.