Libertad a los 400 sindicalistas presos y confinados

Después de dos meses de heroica y porfiada huelga general indefinida, los maestros bolivianos han debido volver derrotados a las aulas. La huelga fue levantada sin haber obtenido la derogación de la ley de Reforma Educativa y sin haber logrado, tampoco,  la liberación de los dirigentes del magisterio de La Paz, encarcelados y enjuiciados hace ya más de un mes.


Quien ha logrado doblegar a los docentes no ha sido, sin embargo, el gobierno, quien apeló a la represión indiscriminada de las manifestaciones y al Estado de Sitio, allanamiento de los locales sindicales y a la detención, juzgamiento y deportación de sus dirigentes.


La burocracia sindical de la COB se empeñó a fondo en la derrota de la huelga docente,  siguiendo al pie de la letra el libreto trazado por la curia católica. Según han revelado los propios dirigentes de la COB (Presencia, 3/5), la Iglesia les presentó “un ultimátum” para que levantaran la huelga general y se comprometieran a imponerles a los docentes el retorno a clase. La burocracia debía comprometerse además, a no lanzar nuevas medidas de presión —y a no permitir que lo hicieran sus sindicatos de base. Sobre la base de la aceptación total y completa de este “compromiso” (que ni siquiera obliga al gobierno a levantar el estado de Sitio) –y de un compromiso adicional de “respeto al Estado de Sitio” (Presencia, 4/5)– fue liberado el principal dirigente de la COB, Oscar Salas. Este burócrata no tuvo empacho en reconocer (Presencia, 4/5) que “la mediación de la Iglesia (es decir, el ultimátum que la Curia lanzó a la COB) salvó al movimiento obrero” (es decir, a la propia burocracia) …


La resistencia de la base docente a la traición de la burocracia cobista ha sido enorme. Apenas conocida el “acta de entendimiento” firmada por la COB y el gobierno a instancias de la Iglesia, una masiva asamblea general del magisterio urbano de La Paz votó mantener la huelga general indefinida y reclamar un Congreso extraordinario de la COB y la expulsión de los dirigentes que firmaron el acuerdo con el gobierno. Votó también el levantamiento del Estado de Sitio, la libertad de todos los presos y la devolución de los descuentos salariales por los días de huelga. Los maestros rurales de La Paz y los maestros de Cochabamba también votaron mantener la huelga y denunciaron la traición de la COB. Los de Oruro condicionaron su retorno a clases a la liberación de todos los maestros detenidos. Pero apenas un día después, una nueva asamblea de los docentes paceños acordó que “ante la traición de los dirigentes de la COB, que debilitó al movimiento obrero, nos vemos en la necesidad de suspender la huelga general indefinida” (Presencia, 4/5). Unos días más tarde, el mismo diario católico Presencia (12/5) informaba que “hay luz verde para la Reforma Educativa”.


Ahora, terminada la huelga, el gobierno, la burocracia y la Iglesia se lanzan a descabezar a las direcciones sindicales más combativas. La policía allanó el local donde dos dirigentes de los maestros de La Paz habían iniciado una huelga de hambre en reclamo de la libertad de tres dirigentes del sindicato (entre ellos Vilma Plata, del POR) que han sido detenidos y sometidos a juicio y que el gobierno se niega a liberar con la excusa de que están “bajo jurisdicción judicial”. El argumento que utilizó el gobierno para detener a los huelguistas de hambre es que “violaron el acuerdo COB-gobierno” (que impide la realización de nuevas medidas de presión). La traición se ha convertido en ley.


Sigue planteada la lucha por la reincorporación de todos los militantes y dirigentes sindicales despedidos por el gobierno (la inmensa mayoría de ellos, opuestos a la burocracia sindical), por la inmediata libertad de todos los docentes y trabajadores presos y por la derogación del Estado de Sitio.