Libertad a Mumia Abu-Jamal

La vida del militante negro norteamericano Mumia Abu Jamal está en peligro: un tribunal de la ciudad de Filadelfia acaba de rechazar un recurso de última instancia para impedir la efectivización de su condena a muerte, dictada en 1982, por el asesinato de un policía.


El caso de Mumia ha agudizado la durísima batalla política que se libra en Estados Unidos alrededor de la pena de muerte. Desde su reinstalación, con Reagan, han sido ejecuados más de 250 condenados, la mayoría negros. La asiduidad con que numerosos jueces imponen la pena de muerte, casi con exclusividad a los miembros de las minorías explotadas, está llevando a un creciente número de organizaciones defensoras de los derechos civiles a reclamar su derogación. La derecha norteamericana la defiende a ultranza, y no porque sirva para disminuir el número de crímenes. La pena de muerte es la coronación de todo el brutal aparato represivo judicial-policial que ha montado el Estado norteamericano contra ‘el pobrerío’: Estados Unidos tiene la mayor población carcelaria del planeta (la mayoría de los presos son negros o latinos) y le ha impuesto el estado de sitio a la juventud en las grandes ciudades. El ahora presidente Bush, por ejemplo, se hizo famoso por su rigurosa aplicación de la pena capital durante su mandato como gobernador de Texas.


Para la derecha defensora de la pena de muerte, el caso de Mumia es un “clavo caliente” y hasta un factor de crisis política. El carácter racista y clasista de su condena es evidente. Mumia es un antiguo miembro del partido de las Panteras Negras y un periodista conocido como ‘la voz de los sin voz’ por su sistemática denuncia de la brutalidad de la policía de Filadelfia contra los negros. El juez que lo condenó (en un juicio que no duró dos horas) es un ex sherif (comisario), miembro de la ‘Fraternidad policial’, que ha condenado a muerte a 31 hombres (más que cualquier otro juez de los Estados Unidos)… 29 de ellos, negros. Las arbitrariedades y el ocultamiento de pruebas y testimonios durante el juicio, y durante los 19 a“os en que Mumia estuvo detenido, son tan innumerables como documentadas.


Las masivas movilizaciones que han tenido lugar en los Estados Unidos e internacionalmente contra la ejecución de Mumia, han logrado frenar en varias oportunidades la efectivización de la condena. Todo esto, a su vez, ha reforzado la lucha contra la pena capital, de la cual “Mumia es el símbolo” (Le Monde, 19/8).


Frenar la ejecución de Mumia Abu Jamal será un golpe a todo el aparato represivo, racista y opresor, de la ‘democracia’ imperialista.