Llamamiento del Comité de Huelga de Samara (Rusia)

Samara, 4 de abril de 1999


A la clase obrera internacional:


El Comité de Huelga de Samara —anfitrión del Segundo Congreso de Comités de Huelga de Rusia— tuvo que posponer el comienzo del Congreso del 28 de marzo al 17 de abril debido a la falta de dinero para transportar a los delegados hasta la ciudad de Samara, en las orillas del Volga.


Los cofres de la mayoría de las organizaciones militantes de nuestra clase obrera están vacíos. Nuestros trabajadores no pueden aportar. No cobran sus salarios. Sus familias pasan hambre. Pero sin ciertos recursos financieros mínimos, la organización de clase en su más alto nivel, que desesperadamente se necesita, no podrá ser alcanzada. Es por esto que nosotros, los organizadores del Congreso, no tenemos otra alternativa que apelar a la clase obrera internacional, a sus organizaciones y a todas las personas progresistas del mundo para que nos ayuden a realizar nuestro Congreso.


¿Por qué necesitamos este Congreso? Lo necesitamos porque todas las ilusiones de que el movimiento anticapitalista de la clase obrera de nuestro país puede ser organizada desde el exterior, por los partidos comunistas existentes, han probado ser nada más que ilusiones.


Ahora vemos claramente que el movimiento comunista formado y dirigido por los restos del antiguo PCUS ha roto con el marxismo, con las ideas y los ideales del comunismo, ha roto con la clase obrera y se ha convertido en un agente de la burguesía nacional y la burocracia capitalista de Estado o se ha osificado en formaciones políticamente estériles, centristas o sectarias, alejadas sin esperanza de las luchas actuales del proletariado ruso.


La acelerada desintegración y decadencia de los partidos comunistas en nuestro país ha sido acompañado por el profundo debilitamiento de la fuerza moral y física de la clase obrera bajo los terribles golpes del régimen canibalístico de la restauración capitalista, que ahora nos niega incluso los medios para la mera subsistencia, la pura reproducción física de nuestra fuerza de trabajo, que ni los esclavistas del pasado negaban a sus esclavos.


Hemos sido llevados a un pasado de milenios, a condiciones de falencias primitivas, de puro y no mitigado barbarismo.


Pero el moderno barbarismo de la sociedad burguesa alimenta al fascismo. Los autodesignados ‘salvadores’ de los trabajadores y de la nación están ahora marchando por las calles de Moscú y otras ciudades blandiendo esvásticas y cantando “Rusia para los rusos”, “los rusos son superhombres”. Y no están solos. Encuentran simpatizantes entre los miembros del monstruoso aparato de represión creado por Yeltsin para defender a los que robaron nuestras fábricas, entre amplios sectores de la pequeñoburguesía, entre muchos intelectuales y, también, entre no pocos trabajadores, desmoralizados por las abismales condiciones de su existencia.


Ahora estamos solos frente al barbarismo del capitalismo ‘liberal’ y el creciente barbarismo de su gemelo fascista. Sabemos que ningún salvador vendrá a ayudarnos. Debemos salvarnos nosotros mismos. Debemos salvar a la sociedad. Debemos salvar al país. Sólo podremos lograrlo haciendo de ésta nuestra sociedad, nuestro país, nuestradictadura, la dictadura del proletariado.


Por esto es que necesitamos nuestro Congreso, el Congreso de los Comités de Huelga que ya han probado su disposición a luchar en las batallas de la ‘guerra de los rieles’ (1) de la primavera de 1998, en la ocupación de las empresas, en el establecimiento del poder de hecho de los consejos de trabajadores (soviets) en numerosas ciudades en toda Rusia.


Por esto es que creemos que tenemos el derecho y la obligación de reclamarle al proletariado internacional que nos ayude.


¡Todo el poder a los Comités de Huelga!


¡Obreros de todos los países, uníos!