¿Llegó la hora del ‘revisionismo histórico’?

El Estado de Israel ha sido pro­clamado históricamente por los sio­nistas como la consagración del de­recho nacional judío. Tres noticias recientes, venidas precisamente de Israel, muestran la espantosa crisis en que ha concluido este planteo.


La primera. Un joven rockero, que dice en sus canciones “carga tus valijas y huye de Israel”, con cuyas letras se identifica masiva­mente la juventud israelí, ha sido consagrado la “personalidad del año” (.International Herald Tribu­ne, 13/9).


Avi Geffen, el joven artista — dice el International Herald Tribu­ne— “sacude los temores israe­líes”, porque “para todos los is­raelíes mayores de 30 años él representa la desconfianza de las jóvenes generaciones que parecen haber perdido las raí­ces sionistas”. Geffen, qué ironía, es sobrino del célebre Moshe Dayan, el ‘héroe’ de la guerra de los 6 días, que produjo la ocupación de los ‘te­rritorios’.


“El establishment —dice siempre el International Herald Tribune— podría no contenerlo mucho tiempo más”, y prueba de ello es que el gobierno derechista, la oposición laborista y aun la centroizquierdista del Meretz-Mapam, han salido a enfrentar los multitu­dinarios recitales de Avi Geffen. El ministro de educación “exhortó a la juventud a boicotear a Ge­ffen” (ídem).


La segunda. Se acaba de publi­car, también en Israel, un libro que reexamina la historia del principal movimiento juvenil sionista, el Hashomer Hatzair (“Juventud en búsqueda de un ideal: el movi­miento del Hashomer Hatzair 1911-1921", de Matitiahu Mintz), que destruye toda la ‘mitología’ que lo presentaba como la fusión del marxismo y el sionismo. El li­bro de marras descubre la adulte­ración que “fijó la fundación (del H. Hatzair) en 1913, como es ha­bitual en la historiografía ins­pirada por los líderes del movi­miento, (el autor) Mintz habla de 1911. Esos dos años tempra­nos no fueron olvidados por error o por ignorancia. Hubo un olvido deliberado: (...Sus fundadores y) sus ideas formati- vas no incluían ni el kibutz ni la colonización, ni siquiera la obligación de emigrar a Eretz Israel” (Nueva Sión, 10/96).


Quiere decir, entonces, que no sólo Teodoro Herzl, el ‘fundador’ del movimiento sionista, no propu­so inicialmente al territorio de Pa­lestina como futuro ‘hogar’ de los judíos perseguidos de Europa oriental, sino que tampoco planteó de este modo el derecho nacional judío ninguna de las futuras co­rrientes sionistas. Fue después de la primera guerra, a partir de la ‘Declaración Balfour’ del impe­rialismo inglés, bajo cuyo dominio estaba Palestina, que tomó impul­so el planteo de colonizar un terri­torio ya ocupado.


El Estado sionista no nació como una ‘criatura’ estricta del movimiento nacional judío. Esto es lo que, precisamente, ponen de ma­nifiesto las críticas que aparecen a las ‘raíces sionistas’ del país.


Tercero, el Estado sionista, lo dice ahora el primer diputado israelí de origen etíope, tiene característi­cas “racistas”... “Estoy conside­rando —dice Adissu Messele, el nuevo legislador por el laborismo— si elevar una propuesta de ley que proteja a los ciudadanos del racismo”. Pero reflexiona él mismo: “Parece absurdo promulgar una ley de tales características. ¿Qué bien puede hacer enviar a un niño etíope a un jardín de infan­tes en el que no es querido? Pre­feriría persuadir a la escuela para que acepte a los niños etío­pes de buen grado. Tener leyes es bueno, pero se deben modifi­car las actitudes de la sociedad” (Mundo Israelita, 27/9). Los inmi­grantes, lejos de hallar un ‘hogar nacional’ —como dicen las cancio­nes de Avi Geffen—van al encuentro de una sociedad antidemocrática, hastiada del mesianismo sionista y preñada de las mayores contradicciones sociales.


Del ‘progresismo’ israelí no quedan sino los despojos: los kibutz —las cooperativas de aquellos ‘pio­neros’ que creían construir el socia­lismo en Israel— están reducidos a escombros, o se han transformado en empresas capitalistas, que son punta de lanza hoy de la nueva ‘co­lonización’ en los ‘territorios’. Estas colonizaciones sirvieron al mismo objetivo de expulsar de sus tierras a los palestinos. Ayer, con ropaje ´progre’: hoy bajo el milita­rismo y el clericalismo más ultra­montano, de donde salieron los Goldstein y los Amir, que intentan transformar a Israel en otro Afga­nistán talibanes.