López Obrador con Trump, la visita de la subordinación

Es toda una definición política el hecho de que el presidente mexicano Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO) haya llegado a Estados Unidos para reunirse con Donald Trump en la Casa Blanca, en su primer viaje al extranjero como jefe de Estado. El encuentro tuvo lugar en plena crisis sanitaria generada por el Covid-19 y en el marco de la rebelión popular en tierras estadounidenses, tras el crimen de George Floyd, un asunto sobre el que el presidente mexicano no hizo ningún comentario a lo largo del encuentro.

En el temario de la reunión tuvo centralidad el tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que reemplaza al Nafta y tiene vigencia desde el 1 de julio, así como otros temas transversales como la “competitividad” para la región, en el marco de la agudización de la crisis mundial producto de la pandemia. Mientras en Estados Unidos el desempleo trepó por encima del 11%, en México se estima una caída del PBI del 7% anual y la crisis podría sumar 12 millones de personas a la pobreza, llevando este indicador al 60% de la población.

Es necesario destacar que el T-MEC fue parte de una negociación llevada adelante por el expresidente Enrique Peña Nieto (PRI) y que el solo hecho de que AMLO se encuentre en tierras yanquis celebrándolo, habla de una adaptación en regla a los mandamientos del imperialismo. Asimismo, se conoció que en la agenda del encuentro habrían figurado otros temas de fuerte interés político como las medidas para combatir el narcotráfico y la migración. Algunos medios destacan que el gobierno norteamericano, además, viene redoblando los reclamos a través de su embajada, por ejemplo, cuestionando la reciente medida oficial que asigna prioridad al Estado en la generación de energía (El País, 8/7).

“Estamos conmovidos de que su primera visita al extranjero sea a Estados Unidos, es un honor que haya sido a la Casa Blanca, nunca nuestra relación había sido tan estrecha y cercana”, señaló Trump, en un pronóstico que compartieron ambos mandatarios.

Los elogios reiterados de Trump deben entenderse a la luz de la subordinación de López Obrador, quien llegó a un acuerdo con el mandatario norteamericano para contener la estampida migratoria desde los países centroamericanos hacia Estados Unidos. En función de ese pacto, México se ha convertido en el “muro” con el que soñaba Trump contra los migrantes. El gobierno mexicano ha recurrido a la Guardia Nacional para contenerlos, a la par que desplegó -contra todas sus promesas electorales- a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior y de combate del narcotráfico, una estrategia inaugurada por el expresidente Felipe Calderón en 2006 que ha dejado decenas de miles de muertos.

Más recientemente, AMLO permitió que siguieran abiertas las maquiladoras en medio de la pandemia, donde el capital yanqui superexplota a cientos de miles de trabajadores.

Con los empresarios

La visita de AMLO incluyó una cena en la Casa Blanca con empresarios mexicanos y estadounidenses. El equipo que seleccionó el presidente mexicano para la ocasión contó con los principales magnates del país que representan a las industrias automotriz, de telecomunicaciones y medios, transporte, tecnología, energía y finanzas. Entre ellos Carlos Slim y algunos pertenecientes al Consejo Asesor Empresarial de López Obrador, comandados por Ricardo Salinas Pliego, dueño de Grupo Salinas y Bernardo Gómez, uno de los CEOs de Grupo Televisa. También Carlos Hank González, presidente del grupo financiero Banorte; Olegario Vázquez Aldir, director ejecutivo del Grupo Empresarial Ángeles; y Daniel Chávez, fundador de Grupo Vidanta. Tanto Slim como Salinas Pliego y Hank González son tres de las personas más ricas de México, de acuerdo con las listas de la revista Forbes. Los medios mexicanos dan cuenta de que 8 de cada 10 empresarios locales aprueban el encuentro entre AMLO y Trump.

Como vemos, para la ocasión AMLO se nutrió de la clase capitalista de su país, la misma que le impuso la rápida apertura de la cuarentena a costa de la salud y la vida de los trabajadores mexicanos. En México, pese al crecimiento de contagios, a partir del 1 de junio se restablecieron parcialmente la industria automotriz, la minería, la construcción, y la producción de cerveza, con la exigencia de la aplicación de un protocolo sanitario. A esta política se la llamó la “nueva normalidad” y fue defendida a través de un decálogo de recomendaciones que el presidente transmitió a los mexicanos, en el que no le tembló el pulso para absolver al Estado mexicano de la responsabilidad del cuidado frente a la pandemia, la cual depositó en los propios trabajadores. En el mismo mensaje, llamó a fortalecer la familia tradicional entre otras recomendaciones motivacionales que no sorprenden. Recordemos que AMLO contó con el apoyo del Partido Encuentro Social (PES), una organización política conservadora y religiosa, en las elecciones de 2018 y que sostiene un buen vínculo con las iglesias evangélicas del país. Pese al negacionismo oficial del gobierno de AMLO, el país se encuentra inmerso en un pico de violencia particularmente contra las mujeres.

En resumen, el encuentro de López Obrador y Trump corona una política de subordinación a lo largo de su primer año y medio de mandato. La clase trabajadora mexicana, que viene protagonizando varias luchas (en las maquilas, la agencia Notimex, o el personal de salud por medidas de protección frente al Covid-19) tiene que sacar las conclusiones políticas de la demagogia y subordinación de AMLO y desarrollar una salida política de los trabajadores.