Los berlineses se pronuncian por la “expropiación” de viviendas a las grandes inmobiliarias

La capital alemana enfrenta una crisis habitacional motivada por la especulación inmobiliaria.

Con el 57% de los votos afirmativos contra el 39% por el “no”, los berlineses pusieron de manifiesto su acuerdo con la expropiación de 240.000 viviendas en manos de grandes empresas inmobiliarias. La votación tuvo lugar por medio de un referéndum no vinculante, en la capital alemana, donde un 80% de los habitantes son inquilinos y donde la especulación inmobiliaria ha disparado los precios de los alquileres, bloqueando el acceso popular a las viviendas.

La iniciativa ciudadana “Expropiar Deutsche Wohnen & Co” –en honor a la empresa que domina el mercado con unas 113.000 viviendas- logró superar las 170.000 firmas necesarias para el tratamiento del referéndum, que tuvo lugar el pasado domingo junto a las elecciones federales. La misma plantea la adquisición compulsiva, con dinero público, de unas 240.000 propiedades (alrededor del 15% de las viviendas en venta en Berlín) en manos de empresas privadas que poseen más de 3.000 viviendas.

Se trata de una práctica similar a la que ya realiza la ciudad de Berlín, que hace algunas semanas compró a las empresas Deutsche Wohnen y Vonovia unas 14.750 viviendas y 450 locales, por alrededor de 3.000 millones de dólares, para intervenir contra la suba de los precios de los alquileres en la ciudad. Estas, y otras 6.000 casas sociales adquiridas en 2019, serán distribuidas entre las empresas públicas de vivienda de la ciudad.

La salvedad es que, de realizarse la expropiación, esto supondría el pago de dichas viviendas por debajo de los valores de mercado, inflados al ritmo del avance de la especulación inmobiliaria en la ciudad capital de Alemania. La iniciativa plantea la creación de una entidad de derecho público que se financiaría ante los bancos hipotecando el valor de los terrenos y pisos “expropiados”, para pagarle a los especuladores inmobiliarios y que luego se refinanciaría con el pago proveniente de los alquileres.

Viviendas vs especulación: una crisis sin fronteras

Como ocurre en las principales ciudades céntricas de la Argentina, entre otras cosas, el precio de los alquileres de Berlín ha ido en aumento con la extensión de los grandes capitales inmobiliarios y el ingreso de las sedes de las principales empresas en la ciudad.

Las empresas y desarrolladores inmobiliarios son promotores de grandes edificaciones lujosas y departamentos suntuosos, inaccesibles para la mayoría de la población y que en gran medida se encuentran deshabitados, en una ciudad con el 80% de inquilinos y que fuera catalogada, hace años, como una de las “más baratas” de Europa.

El precio de los alquileres aumentó un 85% entre 2007 y 2019 y se estima que para 2030 se necesitarían unas 200.000 nuevas propiedades para atender la demanda de viviendas. Mientras que la construcción avanza lento y se encuentra centrada en proyectos inmobiliarios de alto poder adquisitivo, lo que aumenta la presión económica contra los trabajadores y la población e ingresos medios.

Sin acuerdo político

En abril de este año, el Tribunal Constitucional Federal de Alemania dio marcha atrás a la decisión del gobierno berlinés, en manos de los socialdemócratas (SPD) –en coalición con los Verdes y Die Linke (“La Izquierda”)- de fijar un tope a los aumentos de los alquileres durante cinco años.

Ahora pendería la misma amenaza de avanzarse en una “expropiación”, ya que los cálculos de las compensaciones económicas varían dependiendo de quién las haga. Mientras que el gobierno estima necesarios unos 36.000 millones de euros, lo que representaría un jugoso negocio para los especuladores, los activistas valúan el costo entre 8.000 y 11.000 euros, y otros especialistas se sitúan en el medio entre ambos. Los activistas se fundan en el artículo 15 de la Constitución alemana, aunque de difícil realización sin un consenso parlamentario, lo que supondría eventuales negociaciones con el capital inmobiliario y un negocio multimillonario.

Entre los principales impulsores de la iniciativa se encuentran organizaciones de inquilinos de  Berlín y fue apoyada por Die Linke, que hizo campaña abierta por el voto al “sí” en el referéndum, lo que le permitió conservar la mayoría de sus votos en la ciudad, ante un escenario nacional de retroceso electoral. Los Verdes, que han crecido nacionalmente, se han mostrado vacilantes en su apoyo a la iniciativa. Mientras que el Partido Social Demócrata, que lidera la coalición en la ciudad, la rechaza, de igual forma que el resto de la oposición.

El voto de la población berlinesa es otra exteriorización del rechazo a los negocios inmobiliarios y de la crisis habitacional en curso. La iniciativa “Expropiar Deutsche Wohnen & Co” aparece como una solución limitada, realizable solo en los marcos de un desfalco público y nuevos negocios para los capitalistas.

El voto positivo debería convertirse en una real expropiación de los expropiadores, empresas que adquirieron gran parte de los terrenos edificados a precios viles en el 2.000 cuando los liquidó la ciudad de Berlín para pagar sus deudas, o que se hacen de ellos aprovechándose de las dificultades económicas de la población. El derecho a la vivienda y la planificación urbana debe estar en manos de los trabajadores, no de los especuladores privados.

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