Los bloques políticos y la independencia


Dos millones de personas se movilizaron para conmemorar el Día Nacional de Cataluña, mostrando que el proceso independentista goza de un apoyo político de masas. La envergadura de las protestas impacta en el inminente proceso electoral y sus bloques políticos.


 


Independentismo


 


Ante las sucesivas denuncias de corrupción (caso Puyol, donaciones, contratos de obra pública y adjudicaciones) y retrocesos electorales (municipales 2012, europeas de 2014 y municipales de España en 2015), Artur Mas, el presidente de la Generalitat catalana y dirigente de Convergencia, se convirtió formalmente al independentismo para evitar su defunción política y selló un acuerdo con los independentistas de Esquerra Republicana (ERC), en un frente electoral llamado “Junts pel Sí” (JxSí) para las elecciones municipales del 27 de septiembre. Mas plantea una “hoja de ruta”, que consta de un plazo de 18 meses para alcanzar la separación política, económica y legal con España. En caso de ganar las elecciones, Mas dijo que “ofrecer(ía) al Gobierno y a las instituciones europeas sentarse a la mesa y hablar y negociar para llegar a acuerdos” (Página/12, 12/9). Hasta el año pasado, defendía un pacto fiscal que privilegiase a Cataluña, por lo que es cuestionado.


La controvertida alianza alteró el campo independentista, haciendo crecer a la CUP (Candidatura de Unidad Popular), organización vecinal independentista que promueve -contra el pataleo de JxSí- la “inmediata secesión”, esto es, para el día 28. CUP, que tiene un programa social diferente al de Arthur Mas, mide un 6% en las encuestas y eso le daría los 9 diputados que JxSí necesita para llegar a la mayoría (68). Oriol Junqueras (ERC) había descartado un nuevo referéndum para decretar la independencia, expresando que la declararía unilateralmente después de las elecciones; sin embargo, Mas no está de acuerdo y desea un proceso más largo, similar al escocés. Por estas razones, la CUP indicó que no investirá a Mas como presidente de la Generalitat.


 


Antiindependentismo


 


Ante el presumible derrumbe electoral del PP y del Psoe, la centroderechista Ciutadans se prefigura como la principal fuerza antiindepentista (las encuestas ubican en segundo lugar a este desprendimiento del PP). Por su parte, Marc Bertomeu, secretario general de Podemos en Cataluña (cuya lista ubican tercera los sondeos), respondía a la pregunta: “¿Qué modelo territorial fija Podemos? … El que se decida” (El País, 12/1). Ada Colau (alcaldesa de Barcelona) declaró: “Yo formo parte de la gente que, sin haber sido nunca nacionalista, independentista, puede variar la opinión en función de cómo se plantee el debate” (CadenaSer, 18/8). Pablo Iglesias apuesta a una reforma del modelo autonómico, en favor de un modelo federal (“España Federal”) de mayor autonomía (por ejemplo, derogando la ley de estabilidad presupuestaria del PP y CiU); y estaría dispuesto a apoyar un “referéndum pactado” (eldiario.es, 29/8). La hostilidad de Podemos y Colau a la independencia se expresa en su ausencia en la última marcha masiva, pero la descomunal presión los obliga a planteos ambiguos.


 


Burguesía


 


Desde la Cámara de Comercio de Barcelona indican que “al gran empresario, le cuesta mucho enfrentarse al poder, porque hay contratos con la administración, subvenciones”. Uno de los objetivos del catalanismo es tranquilizar a la burguesía catalana todavía reacia: “El programa electoral de Junts pel Sí, de 121 folios, se basa en explicar los pasos y los organismos que se deben llevar a cabo para que la independencia llegue a buen puerto. Se enumeran decenas de nuevos organismos para dar forma al Estado, desde una Policía Fiscal pasando por una agencia de la seguridad social, una comisión nacional del mercado de valores catalana o incluso una operadora de gas y de electricidad” (El País, 5/9). Incluso un Banco Central a partir del Institut Catala de Finances que reemplace al Fondo de Liquidez Autonómica y la absorción de una parte de la deuda española.


 


JP Morgan, en un comunicado sobre Cataluña explica que “incluso en el escenario más dramático Cataluña seguirá formando parte de España”, y agrega en otro que “la secesión es ilegal”. Standard & Poor's califica la deuda catalana como “bonos basura”, de elevado riesgo, y el diferencial de los títulos catalanes supera los mil puntos respecto a la deuda alemana. La banca suiza UBS informa que la independencia haría caer 4% el PBI, por lo que sería imposible refinanciar su deuda bajo los cánones de la Unión Europea. Sólo en junio, se fugaron 21.000 millones de euros, récord histórico.


La banca internacional apuesta a que Podemos y Ciutadans puedan “erosionar a Junts Pel Sí y CUP” (ídem, 23/8) y así contener el proceso independentista. Los bancos Sabadell y CaixaBank, y el grupo multimedios Prisa, aliados del JP Morgan (parte del Club Bilderberg), buscan un reemplazo del rol que jugaba el ya desaparecido CiU.


 


Bajo todo este cuadro, el planteo de independencia de Cataluña juega un papel progresivo al oponer a los explotados catalanes con la Corona y el régimen político. Por una federación de repúblicas socialistas ibéricas en el marco de la unión socialista de Europa.