Los Brics y Argentina

Alberto Fernández

El ingreso de Argentina a los Brics levantó una gran polvareda. El oficialismo reivindicó la decisión como un acto de independencia de Argentina respecto a Estados Unidos y a las potencias occidentales. Desde la otra vereda, tanto Javier Milei como Patricia Bullrich salieron con los tapones de punta rechazando la incorporación. Milei incluso fue más lejos y planteó que rompería lazos con Pekín y Brasilia.

El ingreso a los Brics procuró ser utilizado por el gobierno para exhibir algún rostro progresista. Pero este recurso no puede disimular el sometimiento de Argentina al FMI. Por más que lo pretende encubrir, el gobierno pejota-kirchnerista viene ejecutando un plan de ajuste, que está sometiendo al pueblo argentino a grandes penurias y privaciones al servicio del pago de la deuda. Por lo tanto, la supuesta autonomía que se invoca no pasa de una impostura.

El alineamiento con China y los Brics, por otra parte, no es un sinónimo de un desarrollo soberano e independiente. Las relaciones que Argentina viene cultivando con el gigante asiático no alteran la matriz productiva del país de dependencia, extractivisimo y precarización que prevalecen en la economía nacional. Pekín está presente en la explotación minera (yacimiento de oro de Veladero), incluido un recurso estratégico como el litio; hace mucho tiempo es socio de Panamerican Energy, el principal yacimiento de extracción de petróleo convencional del país. También es dueño de Cofco, una de las cerealeras líderes y es el socio mayoritario en las represas de Santa Cruz. China reproduce el mismo tipo de relación semicolonial que caracteriza los vínculos que históricamente unen al país a las potencias imperialistas, que va de la mano del saqueo de los recursos y la depredación del medio ambiente y una explotación de la mano de obra local. Incluso, en el caso de China, las condiciones suelen ser más leoninas con cláusula secretas, créditos atados y tasas de interés más elevadas que las que se consagran en los contratos tradicionales con las corporaciones occidentales.

Los yuanes, que el ministro Sergio Massa se jacta de haber obtenido, haciendo uso del swap pactado con China, con el consentimiento de Pekín y sorteando la escasez de dólares, no han servido para un rumbo propio sino para pagar la deuda con el FMI y los acreedores, o sea, ha servido para perpetuar las ataduras y sumisión del país al imperialismo. En este contexto, no nos debe sorprender que esta ingeniería financiera, apelando a la triangulación con los yuanes, haya recibido el visto bueno de Washington.

El rechazo de Milei y Bullrich

Respecto a las bravuconadas de Milei amenazando con la ruptura de los lazos con China y Brasil, es preciso tener en cuenta que la burguesía no se va a privar de hacer sus transacciones y negocios por razones ideológicas y menos aún, cuando estamos hablando de varios de los principales socios comerciales. China es el principal destinatario de las exportaciones de ocho provincias. Otro de los miembros de los Brics, India, es el principal comprador de otras dos provincias. Brasil, a su turno, es el principal destino de la producción automotriz y el principal importador de las autopartes locales. Eso ya ocurrió en el pasado. Viene al caso recordar que la oligarquía y las grandes patronales del campo, bajo la dictadura de Videla siguieron exportando granos a Rusia pese al boicot establecido por la comunidad internacional. Ya el líder libertario ha abierto el paraguas y señalado que no va a interferir en las negociaciones entre privados, con lo cual sus amenazas pierden consistencia. Por su parte, fuentes periodísticas indican que los asesores económicos de Milei y de Bullrich, en la reunión a puertas cerradas del Council of Americas, le bajaron el precio a las declaraciones de ruptura con los Brics, tildándolas de “frases de campaña”. El presidente de Brasil, Lula, a su turno, declaró que, gane quien gane en Argentina, su gobierno proseguiría con el vínculo comercial: “business is business”.

Lo que está en juego

De todos modos, no hay que perder de vista que en la controversia en torno a los Brics, se expresa y abre paso la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que se ha trasladado también a América Latina y que es una fuente de disputas y divisiones en la propia burguesía del continente. Los sectores representativos de los agronegocios abogan por una relación privilegiada con China, que es el principal destinatario de sus exportaciones. Entre los respaldos, obviamente, no sorprende el pronunciamiento favorable al ingreso a los Brics por parte de Grobocopatel, pero también se han sumado otros prominentes empresarios del círculo rojo como el caso de Eurnekian.

Son conocidas, en lo que respecta a la otra vereda, las barreras en el ingreso al país de importaciones de acero que fogonea Techint para impedir la competencia china. La diatriba de Milei contra China y Brasil, más allá del histrionismo, podría estar orientada a dos puntas: por un lado, emitir a Washington una señal de alineamiento con EEUU y contrarrestar la desconfianza que despierta su figura en el establishment internacional y por el otro, una aproximación a un peso pesado del empresariado local como es Paolo Rocca. Importa destacar que entre los principales colaboradores que se ha rodeado el dirigente de Libertad Avanza figuran dos hombres que en el pasado mantuvieron un vínculo estrecho con Techint: Darío Epstein, que jugó un papel clave en las privatizaciones menemistas (que tuvieron a ese grupo empresario como principal beneficiario en la industria del acero) y Miguel Angel Ponte, quien fuera durante muchos años gerente de recursos humanos de esa empresa y que está sindicado como el futuro ministro de Trabajo en caso de que Milei gane las elecciones.

Por supuesto, el panorama está lejos de estar cristalizado y no hay que descartar realineamientos en el marco de un escenario tremendamente convulsivo. Es oportuno recordar que Bolsonaro, que inicialmente con su ministro de Economía Guedes privilegió un alineamiento con EEUU, terminó su mandato con una aproximación con Rusia y China, despertando el recelo de la Casa Blanca. Cualquiera que sea quien gane, y eso vale también para Milei, deberá arbitrar en medio de fuertes presiones de las diferentes fracciones de la burguesía y la rivalidad creciente entre China y EEUU, que todo indica que está llamada a profundizarse.

Lo que está claro es que un desarrollo independiente del país no vendrá de la mano de la clase capitalista, socia del saqueo semicolonial -como lo testimonia el fracaso de todos los gobiernos de turno, cualquiera sea su signo político, que se vienen sucediendo en las últimas décadas- sino que será obra de los trabajadores.

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