Los Mengele yanquis: Inocularon sífilis a miles de guatemaltecos

Entre 1946 y 1948, bajo la presidencia de Harry Truman, médicos norteamericanos inocularon virus de gonorrea, chancroide y sífilis a unos 1.500 guatemaltecos. La investigación con seres humanos fue financiada con una beca de Estados Unidos a través de la Oficina Sanitaria Panamericana (actual Organización Panamericana de Salud). Aparentemente, el gobierno guatemalteco, presidido por Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz, fue engañado y dio su acuerdo.

Las víctimas fueron soldados, presos, mujeres prostituidas y enfermas mentales, que nunca supieron qué les hicieron. Los funcionarios sanitarios norteamericanos, dirigidos por el médico John C. Cutler, querían verificar si la penicilina tenía efectos preventivos y no sólo curativos para esas enfermedades. El proyecto se aplicó en la cárcel, un cuartel y el manicomio de mujeres de la capital guatemalteca y, aparentemente, las víctimas no recibieron tratamiento después de ser infectadas deliberadamente.

El experimento fue descubierto por azar en los archivos de Cluster por Susan Reverby, profesora de Estudios sobre la Mujer en el Wellesley College de Massachusetts, mientras investigaba otro experimento secreto, también dirigido por él. Entre 1932 y 1972, el protocolo Tuskegee sobre sífilis en Alabama consistió en privar de medicación, sin que lo supieran, a cientos de pacientes negros con sífilis. Así, pudieron estudiar por años el desarrollo de la enfermedad hasta que, en 1972, una enfermera denunció el procedimiento y estalló el escándalo.

Presionados por la inminente publicación de la investigación de Rebervy, Obama y Hillary Clinton “han expresado su indignación” y pedido perdón a Guatemala “por esos odiosos y atroces experimentos”. El presidente guatemalteco, el derechista Alvaro Colom, pidió resarcimiento económico, ordenó preservar los archivos y propuso una comisión investigadora binacional, ya que -dijo- es “consciente” de que “tan espeluznantes experimentos no son una política de Estados Unidos ni de anteriores administraciones”. La Organización Panamericana de la Salud también pidió perdón y llamó a impedir nuevas “violaciones de la ética”. Como se ve, los tres responsables directos (Estados Unidos, la OPS y el Estado de Guatemala) se cuidan recíprocamente las espaldas.

Corresponde recordar que mientras sometían a estos experimentos a los guatemaltecos, a los negros de Alabama -y ya se sabrá en el futuro a quiénes más-, Estados Unidos y las democracias occidentales juzgaban a los médicos nazis que habían hecho experimentos muy similares en los campos de exterminio. Lo que se necesita es una comisión investigadora independiente que abra los archivos de la OPS para que se devele cuántos protocolos de investigación con seres humanos siguen vigentes.