Los mineros contra Yeltsin

Los sindicatos independientes de mineros de la Federación Rusa decidieron organizar a partir del 1º de diciembre una huelga general para protestar contra los planes de cierre de minas, el no pago de los salarios de agosto a octubre, el no respeto a las reglas de seguridad en las minas y el incumplimiento de la ley sobre compensaciones y garantías estatales para los trabajadores del “lejano norte” (círculo polar).


La iniciativa la tomaron los mineros de la cuenca carbonífera de Vorkuta. Dirigentes sindicales y cuatro mineros de esta localidad del norte de Siberia comenzaron el 1º de noviembre una huelga de hambre que culminó el 11 ante el reclamo de los trabajadores a causa del deterioro de la salud de los huelguistas. La huelga de hambre fue coronada con un paro de 24 horas que afectó a las trece minas de la región (unos 30.000 mineros), la segunda en importancia después del Kuzbass.


Los mineros reclaman la presencia en la zona de una delegación del gobierno encabezada por el primer ministro Viktor Chernomirdin.


Según declaró Nikita Shulga, dirigente del sindicato en Vorkuta, “el hecho de que el gobierno ignore las demandas de los mineros provocó una gran irritación en las minas, las vagas promesas hechas por Chernomirdin en la televisión no tienen nada que ver con las reivindicaciones de los mineros”. Agregó que “el paro de 24 horas fue todo un éxito que confirmó la unidad y la solidaridad entre los mineros” (Interfaxtar, 11/11).


La asamblea de Vorkuta votó a favor de la huelga general, con un programa de reivindicaciones políticas:


— Renuncia del primer ministro Viktor Chernomirdin.


— Boicot al referéndum constitucional del 12 de diciembre.


— Llamamiento a los mineros y a la ciudadanía de Rusia a no votar por los partidos y bloques que lleven en sus listas a ministros del actual gobierno o están apoyados por éste.


— Celebración de elecciones presidenciales anticipadas el 12 de junio de 1994 (como lo establece el decreto presidencial que Yeltsin quiere desconocer luego de la disolución del Parlamento).


Este programa será presentado en la reunión del Consejo Ejecutivo del Sindicato Independiente de Mineros, a celebrarse en Moscú el 27/11. Este pleno tendrá como objetivo, justamente, discutir el programa de la huelga del 1º de diciembre, ya votada en distintas zonas mineras de Rusia: Kuzbass, una semana; Vorkuta, 24 horas; Cheliabinsk, por tiempo indeterminado. Por lo que se puede extraer de sus declaraciones, la dirección nacional del sindicato intentará adoptar un programa fundamentalmente económico, centrado en la cuestión salarial y la recolocación de los trabajadores despedidos.


Vladimir Boriaguin, presidente de la Comisión de acuerdo salarial del sindicato (nacional), se pronunció a favor de la consigna de no votar por el oficialismo, pero en contra de boicotear el referéndum constitucional.


Mientras tanto, “los preparativos para la huelga se están acelerando, grupos de ‘viajeros’ (piquetes de propaganda) de mineros de Vorkuta visitarán Sverdlovsk, Cheliabinsk (Urales) y otras cuencas mineras para explicar su programa y coordinar la huelga” (TASS, 18/11).


Incluso en algunas zonas, la huelga podría comenzar antes de la fecha prevista (ídem, 18/11).


Aunque el gobierno acordó el pago de los salarios adeudados (para lo cual necesita reunir unos 330.000 millones de rublos —unos 300 millones de dólares), “meetings” mineros en Vorkuta, Cheliabinsk, Rostov, Kuznetsk, etc., decidieron casi por unanimidad mantener la huelga. Consideran la satisfacción parcial de sus demandas como  la continuación de la táctica del “parche” por parte del gobierno; además, reclaman garantías de pago, declaró Eduard Kinstler, secretario de finanzas del sindicato (Interfax, 15/11).


Cierre de minas e inseguridad


El gobierno decidió, a principios de octubre, cerrar en los próximos años 42 minas deficitarias a lo largo del país. Según el Ministerio de Energía, sobre 238 minas, el 68% está en explotación desde hace más de 20 años sin recibir ninguna mejora (Agencia France-Press, 19/11).


Además de los salarios atrasados, el gobierno debe desembolsar unos 15.000 millones de rublos (unos 15 millones de dólares) para financiar los pluses por zona inhóspita, monto no asignado en el presupuesto del Estado. Ahora el gobierno ya no tiene el pretexto de trasladar su responsabilidad sobre el Banco Central, antes dependiente del Parlamento disuelto (ídem).


El déficit de las minas está agravado por las deudas de empresas estatales que utilizan el carbón como materia prima; estas deudas aumentaron de 100.000 a 630.000 millones de rublos (600 millones de dólares) luego de la liberalización del carbón en julio de este año.


La ausencia de mejoras y el incumplimiento de las medidas de seguridad en las minas ha multiplicado, según los sindicatos, los accidentes mortales, provocando 48 muertos desde diciembre de 1992 (ídem).


Perspectivas


La huelga minera marca el fin de la confianza de los mineros en Yeltsin. Luego de las grandes huelgas en 1989 y 1991, este movimiento de lucha con métodos (comités de huelga, piquetes de agitación, etc.) y un programa de independencia política, puede contribuir a revertir el reflujo popular del último período.


Esto es particularmente importante a un mes y medio de las elecciones y el referéndum constitucional, que serán utilizados para darle un barniz “democrático” al nuevo Estado, antidemocrático y bonapartista, que la burocracia restauracionista se apresta a poner en pie, estimulada por su victoria contra el putch nacional-stalinista del 3 y 4 de octubre. Un Estado a la medida de la restauración capitalista.


 


Moscú, 21 de noviembre de 1993