Los piqueteros británicos

El alza de los precios de los combustibles ha puesto a un enorme sector de las clases medias, en particular el sector ligado a las empresas ‘tercerizadas’, como los transportistas, al borde de la quiebra. Esto explica la violenta rebelión de camioneros, pescadores, conductores de ambulancias y campesinos que tiene lugar en estos días en Gran Bretaña y en el resto de Europa, como antes ocurrió en Francia. Los piquetes de camioneros prácticamente han paralizado el transporte de combustibles en toda Gran Bretaña.


La descripción que la corresponsal de La Nación (14/9) hace de uno de estos piquetes en las cercanías de Londres, suena conocida en estas tierras. “‘La compañía petrolera dice que quiere hacer pasar varios camiones cisterna para servicios de emergencia. Voten conmigo para decidir cuáles dejamos pasar y cuáles no’ arengó (…) un camionero con clara apariencia de líder. ‘¿Para los hospitales?’ Sí, fue la respuesta. ‘¿Para el puerto de Liverpool?’ Ni en broma, se escuchó al unísono. ‘¿Los trenes de la costa oeste?’ ¡No! ‘¿El correo?’ ¡No!”.


Cuando los trabajadores de clase media están obligados a movilizarse en su propia defensa, deben recurrir de una manera casi natural, como en este caso, a los métodos propios de deliberación y de lucha de la clase obrera. Y entonces, invariablemente, los gobiernos que se declaran ‘amigos de las clases medias’ salen a atacarlas decididamente. Tony Blair no es la excepción a esta regla, y se atribuyó poderes de excepción para movilizar al ejército y a la policía contra los piquetes.


Los piqueteros franceses obtuvieron una rebaja de los impuestos sobre los productos derivados del petróleo. Los piqueteros británicos reclaman lo mismo. Este planteo no ataca a los grandes responsables del aumento del petróleo; al contrario, los beneficia. “Las petroleras (…) tienen todo para ganar de una profundización de la crisis que termine forzando al gobierno a bajar la presión fiscal sobre los combustibles, liberándolas así de tener que bajar sus precios” (ídem).


Para resolver la crisis petrolera en beneficio de las grandes masas hay que meter mano en las exorbitantes ganancias de los pulpos petroleros. Que se abran los libros de las grandes empresas y que se establezca un impuesto confiscatorio sobre los beneficios excepcionales que obtuvieron con el aumento de los precios. Rebaja compulsiva de los márgenes de beneficios de los refinadores y productores. Control obrero de la producción.