Internacionales

28/11/2016

Los políticos del régimen y sus homenajes al líder de la revolución cubana


La muerte de Fidel Castro ha conmovido a millones, colocando a flor de piel el debate sobre las perspectivas revolucionarias en América Latina y en todos los continentes. Es claro que la victoria de un pueblo oprimido, de una semicolonia atrasada, sobre la principal potencia imperialista sigue siendo un hecho de una fuerza que conmueve a quienes en todo el mundo enfrentan alguna forma de esa opresión, incluidos los países imperialistas, y en primer lugar en Estado Unidos mismo. El hecho de que haya sido en una de las más debiles y sometidas de las semicolonias del “patio trasero” que estableció el imperialismo norteamericano en la región, refuerza el atractivo de la revolución cubana. Cuba no sólo era el prostíbulo de los yankis, también era una nación subordinada políticamente a los EE.UU. desde su constitución (la enmienda Platt permitía intervenir a la potencia si había un gobierno local que no aprobara). Su producción azucarera estaba dominada por la economía norteamericana y organizada para su exportación allí. La revolución cubana desafió este dominio a 90 millas de la costa de Florida y la movilización de los trabajadores y campesinos cubanos, así como su armamento, permitió derrotar política y militarmente al imperialismo yanki y a sus apoyos locales de la burguesía cubana; los gusanos que festejaron su muerte en Miami. Es innegablemente este aspecto de Castro, como dirigente de un ascenso revolucionario que pudo derrotar al imperio en sus inmediaciones, en lo que piensan los explotados de la humanidad cuando se conmueven, por encima de cualquier balance posterior de la política de Castro al frente del estado cubano.


Frente a los balances y debates que afloran en estas horas, hay un extenso operativo de parte de políticos burgueses, en particular nacionalistas, para asimilarse a la figura de Fidel. Este intento de apropiación es grotesco. El PJ presidido por José Luis Gioja, lobbysta de la minera canadiense Barrick Gold emitió un comunicado considerando a Castro un “compañero peronista”. En el mismo sentido se pronunciaron Scioli, CFK y Urtubey, entre otros. Curiosa apropiación de parte de quienes hicieron aumentar el peso del capital extranjero en Argentina, sostuvieron el pago de la deuda (de la quita trucha al acuerdo con el club de Paris y llegando al apoyo en el congreso al acuerdo con los fondos buitres) y terminaron su gobierno profundizando la entrega de las riquezas nacionales con el acuerdo secreto Chevron-YPF para la explotación de Vaca Muerta. Quienes emiten deuda en títulos bajo la ley norteamericana pretenden asociarse en el imaginario popular a quienes expropiaron todo el capital de la isla y pusieron en marcha una economía planificada que permitió, incluso enfrentando 55 años de bloqueo, un desarrollo importante de la salud, la educación y otros aspectos de la condición de vida de la población.


Las posibilidades de transformación social en Cuba, comparada a todas las naciones del Caribe y Centroamerica que venían de un desarrollo previo similar, fueron dadas por la expropiación del capital que se desarrolló como resultado de esta revolución. Esta radicalización respondió a una intensa movilización de los trabajadores y explotados de la isla y una ruptura de fondo entre el Movimiento 26 de Julio liderado por los Castro, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos, con la burguesía cubana. El armamento y movilización general de la población fueron el empuje decisivo para sostener a la dirección cubana en ese curso. El pueblo en armas fue un paso adelante respecto a todas las miserias de la democracia representativa latinoamericana y fue la garantía de evitar un baño de sangre en manos de la reacción como ha sido la regla para las luchas populares en la región y el mundo que se ciñen al monopolio de la fuerza en manos de las clases poseedora.


Este salto, que significó la primera victoria de una revolución socialista en el hemisferio occidental, no estaba prevista por esa dirección, de carácter nacionalista, de un democratismo jacobino, extremo. Y sin embargo, en la medida en que se fue desarrollando el proceso de la revolución fue puesta de manifiesto la lógica de la revolución permanente. Hubo que optar entre la derrota a manos de la reacción y el imperialismo, o la radicalización y la expropiación del capital. La decisión de la dirección de la revolución cubana de abrazar el camino de la revolución socialista es el punto crucial de la gesta que sigue siendo movilizadora hoy. Los chavistas, stalinistas y peronistas que se llenan la boca con homenajes en estas horas no sólo no han llevado adelante esta política, sino que se oponen a ella estratégicamente. Quienes defienden la continuidad del estado patronal y todas las relaciones de propiedad y de explotación que se sostienen en él harían bien en dejar de lado la demagogia, bajo el riesgo de que sean sometidos a un balance que los compare con los ejemplos que levantan en forma oportunista.


La revolución cubana fue un golpe demoledor al cuasi-monopolio del stalinismo (y la socialdemocracia) sobre la izquierda latinoamericana y mundial en la posguerra. Miles abrazaron la causa del socialismo, rechazando las polìticas de colaboración de clases entre trabajadores y patrones y coexistencia pacífica con el imperialismo. Este fue uno de los influjos políticos decisivos que movieron a los compañeros que formaron el primer núcleo de Política Obrera, antecesor del Partido Obrero y centenares que se les sumaron en los primeros años. Claro que la fundación del PO también tuvo como eje la delimitación con las conclusiones foquistas que la propia dirección cubana iba a sacar de la revolución, que llevó a gran parte de la izquierda de la época, incluido el trotskismo (SU, morenismo), al desprecio por el trabajo en la clase obrera como eje de la construcción revolucionaria y a la búsqueda de atajos aventureros que terminaron en derrotas desastrosas. Ninguna de las polémicas reseñadas aquí pueden quitar que nuestro homenaje a Fidel Castro parta del entusiasmo por esta revolución, que es una característica fundante de nuestro partido.


La posterior burocratización de Cuba, su ahogo de la libertad política y sindical a los trabajadores de la isla, el emblocamiento con la Unión Soviética adoptando el bagaje entero del stalinismo (que debió atravesar primero duros debates en el seno del gobierno revolucionario que fueron resueltos con la partida del Che Guevara) deben ser tenidos en cuenta en cualquier balance del proceso cubano hoy, a casi sesenta años de la revolución. Fidel Castro se mantuvo al frente del estado cubano como la personalidad decisiva durante la adopción del curso de restauración capitalista en la isla que promueve la burocracia castrista y que hoy agranda las diferencias sociales en Cuba. Fidel estuvo también implicado personalmente en la contención de los procesos revolucionarios en la región e impulsando su sometimiento a la legalidad burguesa que en Cuba justamente rechazaron. La acción más dramática en este sentido probablemente haya sido la contención y el disciplinamiento de la revolución sandinista en Nicaragua, que amenazaba con contagiar en toda Centroamérica. Es a esta acción de Fidel de integración al sistema político oficial internacional que homenajean los políticos burgueses en estas horas, no a la toma del poder y a la destrucción del estado burgués en la isla.


Un programa revolucionario hoy en Cuba implica exigir derechos políticos y sindicales plenos para los trabajadores cubanos, oponerse a lo privilegios burocráticos y el camino de restauración capitalista emprendido. Pero la trayectoria posterior del proceso cubano no puede de ninguna manera llevar a poner un signo de igualdad entre los comandantes del M26 que se pusieron al frente de las masas cubanas en una gesta revolucionaria y los políticos del régimen que se cuelgan de su foto en estas horas. La continuidad revolucionaria de la gesta cubana es la pelea por la Unidad Socialista de América Latina y la expulsión del imperialismo. Ese es nuestro homenaje a Fidel Castro, al Che Guevara y a los miles de cubanos que se animaron a mostrar que en estas latitudes la perspectiva de la revolución socialista pudo abrirse camino.  


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