Los resultados truchos de un referéndum trucho

“De los 4.458.293 ciudadanos inscriptos, 1.783.317 (40%) no asistieron a votar; 891.659 (20%) votaron en blanco o nulo. 640.000 bolivianos no se inscribieron para votar. En La Paz, Potosí, Oruro y Cochabamba, la palabra ‘nacionalización’ (inscripta como protesta por los votantes) superó al ‘sí’…”. En estos términos, basándose en los propios datos oficiales, el diario La Jornada, de La Paz, describe los resultados del referéndum sobre el gas que se realizó el domingo 18 en Bolivia.


El cacareado 80% de votos favorables que dice haber obtenido el gobierno queda así reducido a un módico 30% del padrón.


Para obtener ese 30%, Mesa recurrió a un chantaje político descomunal. Por ejemplo, “las personas de la tercera edad acudieron obligadamente debido a que deberán presentar su cédula de sufragio para cobrar su beneficio” (ídem); el mismo documento deberán presentar quienes realicen transacciones con los bancos oficiales. Y también recurrió al fraude: “No hubo ningún control ni verificación de los resultados librados a la suerte y decisión de los jurados (presidentes de mesa) (…) los votos cruzados (voto diferente en cada una de las respuestas) y la palabra ‘nacionalización’ no fueron registrados; muchos nulos se habilitaron para el sí” (ídem).


Todo esto, claro, además del fenomenal operativo político que sostuvo el referéndum, que iba desde Repsol hasta Lula y Kirchner, directos beneficiarios de la continuidad de la entrega del gas boliviano. Para forzar todavía más el voto, en las últimas horas antes de la votación, corrieron rumores de un posible “golpe de Estado” en caso de una derrota del gobierno en el referéndum.


Mesa no ha obtenido la mayoría, pero las acciones de boicot convocadas por la COB, por la Central campesina de Felipe Quispe o por las Juntas Vecinales del Alto se disolvieron sin pena ni gloria. Algunos de sus dirigentes más relevantes, como Roberto de la Cruz, de la COR de El Alto, concurrieron a votar. Los bloqueos organizados por las Juntas de El Alto, dice la corresponsal de Página/12 (19/7), “se debilitaron hasta casi desaparecer en la noche del sábado”. En el desarme del repudio popular al referéndum, el papel jugado por el MAS de Evo Morales fue decisivo.


Por eso, aunque con una minoría de votos, Mesa ha logrado dominar la escena política, por el momento.


La “victoria” de Mesa es extremadamente frágil y, por lo tanto, no le da la autoridad para cerrar la crisis. Los medios ya anuncian que se avecinan graves conflictos en el Parlamento cuando Mesa intente convertir en una nueva ley los resultados del referéndum. Pero, por sobre todo, para continuar con su política de entrega, Mesa deberá enfrentarse a los explotados.


La batalla del referéndum ha pasado, con una débil y frágil victoria de Repsol, Petrobras y Mesa. La guerra del gas sigue.