“Los trabajadores se preparan para el tercer turno social”

Para el movimiento obrero francés, el triunfo del derechista Jacques Chirac es un episodio político más.


Por de pronto, los resultados electorales no son lo que parecen. “Las abstenciones se situaron en el punto histórico más alto para una primera vuelta (21,63%)” y también para la segunda vuelta (más del 20%); lo mismo sucedió con los votos en blanco. “Los seis candidatos periféricos (los que carecían de cualquier posibilidad de pasar a la segunda vuelta) totalizaron un 38% (en la primera vuelta) … cuando en las elecciones anteriores alcanzaron apenas un cuarto de los sufragios” (Le Monde, 26/4). Entre la clase obrera, estos candidatos “periféricos” fueron la mayoría absoluta: el 53% de los obreros (y el 58% de los desocupados) votaron por ellos. Lutte Ouvriere  –una de las organizaciones trotskistas francesas– superó el 5%, y alcanzó el 8% en localidades de concentración obrera. La derecha —“atomizada” según Clarín (10/5)— no tiene nada que festejar.


El hecho político nuevo –y fundamental– es la ola de huelgas obreras que se extiende a lo largo y a lo ancho del país desde antes de la primera vuelta electoral y que aún continúa.


En las plantas de los pulpos Renault, Michelin, Kodak, Rhode-Poulenc (químicos), Alcatel (telefonía), Coca Cola y Yoplait (alimentación), en las industrias petrolera y petroquímica estatal, en el transporte colectivo de París, en los ferrocarriles, en los subterráneos y en las empresas estatales de aeronavegación, en los aeropuertos y en los correos, en el Tesoro, en todas las dependencias estatales de la isla de Córcega, se han registrado paros y huelgas activas por aumentos salariales, condiciones de trabajo y defensa de los puestos de trabajo. Algunas de estas huelgas fueron levantadas después de que los trabajadores impusieron sus reivindicaciones. En ningún caso, y esto es muy significativo, las patronales o el gobierno pudieron imponer una derrota.


“Los asalariados rechazan oponer la ocupación a los salarios” dice Le Monde (15/3). Se trata no sólo, como dice Le Monde, de un repudio “a tres años de rigores”, sino de una rebelión obrera contra la política oficial de “flexibilización”  y desempleo que la burguesía francesa viene llevando adelante desde hace años.


La mayoría de las huelgas son largas, duran varias semanas y los trabajadores deciden todo en asambleas diarias. La radicalización de las medidas de lucha comenzó por iniciativa de abajo: de los obreros de la planta de Renault en Flins (la primera en salir a la huelga) y, en particular, de sus obreros jóvenes. Los trabajadores consideraron “un insulto” la propuesta patronal de un aumento salarial de un 1% (que implicaba un aumento de la masa salarial total de 100 millones de francos … mientras la empresa anunciaba beneficios en 1995 por 3.000 millones). “Un millar de trabajadores jóvenes de la planta de Renault en Flins bloquearon en dos asaltos la entrada de la autopista A 13”, informaba Le Monde (13/3). Recién con la planta de Flins paralizada –y bajo la presión de “los obreros más jóvenes que incitan a los sindicatos a retomar el terreno de las luchas” (ídem)– la burocracia llamó al paro en las demás plantas de la Renault. Uno de los hombres de la central sindical stalinista –la CGT– explicaba que “si la CGT –o cualquier otro sindicato– no hubiera actuado, habríamos sido totalmente repudiados y desconocidos por cada trabajador de la planta” (The Militant, 3/4). Poco a poco, se fueron sumando otras plantas de la Renault –la mayoría de las cuales todavía sigue parada– y las plantas de otros gremios.


Una ola de huelgas de tamaña magnitud, que comenzó en las vísperas de una elección presidencial –y que continuó sin interrupción entre el primero y el segundo turno electoral, y aun después del segundo turno– está revelando qué poco esperaban los trabajadores del resultado de las elecciones para resolver la crisis social. Como caracterizaba Le Monde (3/5), “los trabajadores se preparan para un tercer turno social”, el de las huelgas y recule de las patronales y el gobierno.