Luchas obreras en Europa

La situación del movimiento obrero europeo en algunos de sus principales países está lejos de constituir un clima de “paz social”. En Inglaterra, por ejemplo, el principal gremio ferroviario (RMT) ha amenazado con una huelga general “indefinida” que afectaría los “feriados bancarios de fines de mayo y del Día D a principios de junio” (Financial Times, 20/5). Los siete mil afiliados señaleros y obreros de mantenimiento de Network Rail luchan contra los intentos de modificar el régimen jubilatorio (aboliendo un sistema que vincula el pago de las pensiones al valor del salario) y las condiciones laborales. Los trabajadores del subte de Londres (el principal medio de locomoción de la ciudad) han salido también a la huelga por reclamos salariales. A estos enfrentamientos se agregan los de los bomberos, tras 18 meses de regulares escaramuzas con el gobierno, luego de la suspensión de 130 trabajadores en Manchester.


La del RMT es considerada “la peor ruptura de las relaciones laborales en una década por los trabajadores” ferroviarios (ídem), pero también el “TSSA, el segundo sindicato en importancia” del sector, convocó a “sus dos mil miembros, principalmente trabajadores católicos” de la misma Network Rail, a una compulsa para ir a la huelga. Este sindicato “no se había envuelto en acciones de lucha por más de tres décadas” (ídem, 17/5).


Francia


En Francia, los trabajadores de las dos empresas eléctricas EDF y GDF, ambas estatales en plan de ser privatizadas, están enfrentando un paquete de medidas dictado por la Unión Europea (UE). Ochenta mil trabajadores del sector público ganaron las calles el jueves 27 en París, en el marco de una huelga general de 24 horas del sector eléctrico, que dejó gran parte del país sin luz. “Una ‘marea azul’ de trabajadores de la electricidad y del gas invadió París para oponerse al cambio de status” (Le Monde, 28/5). EDF, además de ser la principal eléctrica de Francia, es “la número uno en Gran Bretaña, la número dos en Italia a través de Edison (a la que controla), y la número tres en Alemania y en España, a través de sus filiales EnBW e Hidrocantábrico. En el 2003, el grupo EDF produjo el 22% de la electricidad de la Unión Europea” (ídem, 17/5). Pero los trabajadores advierten que detrás de este “campeón nacional” hay una montaña de deudas, las cuales se triplicaron en los últimos años (ídem).


Italia


En Italia, el reguero de luchas obreras en el sector público está acompañado por los obreros industriales de Fiat. La lucha de la Melfi-Fiat en el sur de la península, con sus cinco mil trabajadores, resultó doblemente significativa. Por un lado, se trataba de una fábrica de última generación, supermoderna (robotizada). Pero, por el otro, contaba con trabajadores superexplotados y superflexibilizados, con salarios un 20% por debajo de los que rigen en las plantas del norte, y desorganizada sindicalmente hasta que se desencadenó la huelga. Pues bien, los trabajadores impusieron el 80% de sus reivindicaciones con piquetes, movilizaciones y paros en solidaridad de toda la actividad automotriz, con enfrentamientos con la policía y asambleas que desconocieron diferentes iniciativas burocráticas, organizándose mediante Comités de Base y una representación directa de fábrica ante la patronal. En dos años igualarán sus salarios con los de las otras plantas de la Fiat, y se quiebra el régimen laboral que los obligaba a trabajar dos semanas en el mismo turno y luego rotaban; ahora el período laboral se reduce y los trabajadores gozan de mayores descansos; además, se abre un proceso de reconsideración de las medidas disciplinarias que habían transformado a esta planta en una cárcel. La prensa italiana comenzó a hablar del retorno de los “viejos métodos” de la clase obrera. La burocracia sindical de las confederaciones más conservadoras fueron reiteradamente abucheada en las asambleas.


La lucha de la Melfi sacó a la luz “la revuelta olvidada” (ídem, 14/5) de los trabajadores del polo petroquímico de Siracusa, en Sicilia, contra el impacto de las enfermedades laborales y el achique de puestos de trabajo en las plantas de la estatal Eni, la yanqui Dow y otros pulpos como Syndial y Polimeri.


Otra gran lucha nacional en Italia es la de los trabajadores de los diferentes gremios aeronáuticos en defensa de Alitalia, la empresa de bandera nacional que la UE reclama privatizar. Este conflicto ha sido cerrado momentáneamente. “Gianfranco Fini, el número dos del gobierno, felicitó ‘el acuerdo, que fue posible gracias a que los sindicatos asumieron sus responsabilidades’” y se comprometieron “a suspender toda actividad de protesta o de agitación en el futuro próximo” (Le Monde, 7/5). Por otro lado, una huelga general de la Asociación Nacional de la Magistratura “paralizó la Justicia de toda Italia” contra una planeada “reforma judicial”. “Desde la Suprema Corte de Casación hasta el último de los tribunales, la adhesión fue altísima” (Corriere della Sera, 26/5).


Este reguero de luchas se combina con una crisis política internacional que pone en jaque a todos estos gobiernos imperialistas, sin importar su signo o color político.