Internacionales
22/7/2025
Luego de la disputa con Elon Musk, Trump descubre la dependencia de sus empresas
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Viejos tiempos. Milei junto a Trump y Musk
Luego de financiar la campaña de Donald Trump, el multimillonario Elon Musk (el mayor aportista del candidato republicano, con más de 270 millones de dólares) participó en su gobierno al frente de DOGE (Department of Government Efficiency), una oficina de recorte de gastos mediante despidos y bajas de subsidios para reducir el gasto en 2 billones de dólares. Pero solo se redujeron 0,2 billones y Musk decidió dejar el gobierno y dedicarse a sus empresas y criticar el rumbo del gobierno de Trump, tanto en lo que hace a las leyes impositivas como a los aranceles.
Musk mostró su oposición y fuertes críticas al proyecto de leyes de impuestos y gastos llamándolo de “repugnante abominación”, dado que aumenta el gasto y mantiene la reducción de los impuestos a la renta de las empresas y los ricos, generando mayor endeudamiento. Y comenzó una campaña para que representantes y senadores no voten la ley.
Luego del aumento de los aranceles anunciados por Trump el 2 de abril, Musk comenzó a criticarlo también por aumentar los costos de autopartes importadas desde China, México y Canadá, que afectan a toda la industria automotriz.
El cruce de Musk con Trump escaló a acusaciones personales, a tal punto que el dueño de Tesla relacionó al presidente con el pedófilo J. Epstein. "@realDonaldTrump está en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos” dijo en su cuenta de X. Jeffrey Epstein fue condenado de pedofilia y ofrecer menores a miembros de círculos de élite. El príncipe Andrés -de la corona del Reino Unido- estuvo implicado y pagó millones de libras a su víctima en acuerdos extrajudiciales. Musk denuncia que Trump está en “listas” de clientes de Epstein, con quien estuvo relacionado durante varios años.
Trump subió la apuesta y amenazó con deportar a Musk (es sudafricano y tiene ciudadanía de Estados Unidos) y cuando los ataques de Musk en las redes sociales se volvieron personales, Trump publicó en Truth Social que la forma más fácil de ahorrar dinero federal era “terminar” los contratos gubernamentales de las empresas de Musk.
La respuesta de Musk fue la propuesta de crear un nuevo partido político. Luego de realizar una encuesta en la red X, escribió: “¡En una proporción de 2 a 1, si quieren un nuevo partido político, lo tendrán! Cuando se trata de arruinar a nuestro país con despilfarro y corrupción, vivimos en un sistema de partido único, no en una democracia”. Una grieta que puede ensancharse con altas apuestas.
Los aranceles golpean a Tesla y toda la industria automotriz norteamericana y dan ventaja a la china BYD
Los aranceles han tenido un alto impacto en los costos de Tesla. Se agrega el descenso de ventas que contribuyó a que la empresa china BYD en el primer trimestre venda 416.000 unidades frente a las 336.681 de Tesla. BYD no vende vehículos eléctricos en EE. UU., ahora está protegida del caos desatado por la última iniciativa arancelaria de Trump. No tiene fábricas, concesionarios ni cuota de mercado en EE. UU. que defender.
Las empresas que producen en Estados Unidos “se ven cada vez más atrapadas en la complejidad regulatoria y las consecuencias estratégicas, mientras que sus rivales extranjeros avanzan aprovechando las brechas creadas por esa misma estrategia” (Financial Times, 5/4).
La industria automotriz deberá cargar con esos costos reduciendo su capacidad de competir en el mercado global. Las tres compañías (Ford, GM y Stellantis) dependen de autopartes importadas que están alcanzadas por aranceles. Producen muchos vehículos en México, Canadá, Corea del Sur y China y luego los importan a EE. UU, que también serán afectados.
Tesla cuenta con una gigafábrica de Tesla en Shanghái que proporciona capacidad de producción local y es el segundo mercado de ventas, esto tiene un riesgo adicional ante eventuales represalias (Financial Times, 15/4).
La privatización de la Nasa
Mientras Tesla está impactada por los aranceles, otras empresas de Musk han tenido nuevas valoraciones por su dominio en el sector espacial y comunicaciones, como SpaceX y Starlink. Es el resultado del desarrollo tecnológico en sus sectores en lanzamientos espaciales y comunicaciones logrado desde que la Nasa dejó de realizar lanzamientos espaciales y comenzó una privatización del sector aeroespacial.
Tras los accidentes de los transbordadores espaciales Challenger (1986) y Columbia (2003), la Nasa en 2011 suspendió los programas espaciales, quedando sin transporte propio para llevar los astronautas norteamericanos a la Estación Espacial Internacional (EEI), dependiendo desde entonces de las naves rusas Soyuz que fueron usadas como “taxi” expacial.
Durante nueve años -desde 2011 hasta 2020- los astronautas de Estados Unidos dependieron de las naves Soyus para ir y regresar de la EEI, hasta el primer vuelo de Crew Dragon de SpaceX. En total las Soyus transportaron 30 astronautas en 20 misiones espaciales.
El nuevo proyecto para transportar astronautas por parte de la Nasa fue contratar a dos empresas (a SpaceX -Crew Dragon- y Boeing –Starliner-) para que desarrollen los cohetes y las naves para el transporte de tripulaciones.
SpaceX tomó la delantera al tener lanzamientos exitosos y lograr más contratos. Desde su participación ha lanzado más de 200 astronautas al espacio y llevado la carga a la EEI. Mientras que la Starliner de Boeing ha llevado 2 astronautas a la EEI y los dejó varados durante 9 meses (fueron en una misión de 15 días) y no los pudo regresar por fallas en la nave. Fueron regresados a la tierra por una Crew Dragon de SpaceX.
Hoy, la Nasa tiene una dependencia de SpaceX luego de privatizar los viajes espaciales, un cambio radical post-transbordadores. Su nave Crew Dragon es la única que tiene autorización para el transporte de astronautas a la EEI.
Durante su enfrentamiento con Trump, Musk amenazó brevemente con cancelar los servicios de la nave, lo que generó inquietud en la Nasa, cuya dependencia de SpaceX se afianzó luego que Boeing fracasara en traer de regreso a dos astronautas de la EEI.
Las empresas de Musk tienen contratos en áreas clave
SpaceX se ha forjado posiciones de poder en varios frentes. Su división de lanzamiento gestiona con frecuencia misiones gubernamentales y comerciales de alto riesgo; el Crew Dragon es la única nave espacial estadounidense que transporta astronautas hacia y desde la Estación Espacial Internacional y la única que tiene esa licencia otorgada por el Estado.
La otra empresa del grupo de Elon Musk que aumenta sus contratos con diversas dependencias del Estado es Starlink, una enorme red de internet por satélite; cuenta actualmente con unos 8.000 satélites que navegan a gran velocidad en órbita terrestre baja y otorga servicio en todo el mundo.
Starlink es la empresa con mayor cantidad de satélites activos (7.700), seguida de Eutelsat (Francia, Reino Unido y privados) con 650. Empresas chinas han lazado entre 100 y 130 satélites. Starlink es una red satelital que proporciona conexiones a internet de alta velocidad y es crecientemente utilizada en ámbitos bélicos, desde el ejército ucraniano hasta los contratos para dar internet de alta seguridad a la Marina, el Ejército y la Fuerza Aérea Espacial de Estados Unidos. No hay empresa que la pueda reemplazar.
La privatización de la guerra
Starlink tiene una versión militar segura, “Shielded” que brinda un servicio cifrado para operaciones militares y ha sido usado por las fuerzas armadas de Ucrania. El exitoso uso del servicio llevó a la firma de contratos con el Pentágono para otorgar servicio en eventuales conflictos bélicos.
La alta dependencia de Starlink ha llevado a buscar alternativas al Pentágono con empresas como el servicio Kuiper de Amazon, que están en los inicios de su desarrollo.
La Fuerza Espacial de Estados Unidos ha firmado un contrato con Starlink, de servicio de satélites llamado Milnet de 480 satélites, en la búsqueda de aprovechar los satélites que tiene desplegados en el espacio. Es un servicio de banda ancha seguro y eficiente para inteligencia y defensa que se integrará con satélites del Departamento de Defensa.
El contrato con la empresa de Elon Musk está "enfocado en la misión de comunicaciones por satélite y es el punto focal para las comunicaciones satelitales militares protegidas y aseguradas de EE. UU. para el presidente, el secretario de defensa, los tomadores de decisiones nacionales, los comandantes de teatro y las fuerzas estratégicas y tácticas en todo el mundo", según el sitio web de la Fuerza Espacial (18/6).
La capacidad de Starlink es que en SpaceX. “Tienen tanto la línea de producción como la máquina de lanzamiento. Ese es su gran poder”, y los cohetes de lanzamiento Falcon 9 son reutilizables. Nadie iguala sus costos (Financial Times, 22/5).
El Estado en manos de monopolios privados que están militarizando el espacio
Las empresas de Musk como SpaceX y Starlink tienen una posición dominante que los convierte en monopolios en sus sectores, es decir, no tienen competencia cercana. Y los contratos con el Estado les aseguran su financiación.
Una reciente auditoría originada en la disputa Musk-Trump, llevó a Trump a ordenar una investigación para establecer cómo cortarle las alas a Musk, anulando “onerosos contratos” con el Estado. Y “los funcionarios de la administración determinaron que no podían eliminar la mayoría de esos contratos porque son cruciales para el Departamento de Defensa y la Nasa, según las fuentes”.
La evaluación subrayó el dominio de la compañía. “El dominio de Musk en el espacio. En su lucha por encontrar maneras de reducir la dependencia del gobierno de SpaceX, la administración Trump destacó la gran dependencia de las agencias de gobierno de la sofisticada tecnología de la compañía” (Wall Street Journal, 19/7).
El desarrollo de la tecnología del espacio y de las comunicaciones está subordinado a los usos bélicos y el avance del militarismo espacial.
El espacio como arma
Donald Trump creó la Fuerza Espacial de los Estados Unidos (USSF) en su anterior gobierno (18/12/2019) como la sexta rama de las Fuerzas Armadas de EE.UU. Su objetivo principal es “proteger los intereses estadounidenses en el espacio” y “defenderlos contra amenazas de adversarios”, como China y Rusia, que también están desarrollando capacidades espaciales militares.
¿Cómo se usa el espacio como arma? Desplegando satélites de vigilancia y uso militar (Ucrania es el gran teatro de experiencia), lanzando satélites espías, empleando el espacio para desplegar misiles hipersónicos, entre otros.
Pero el final es el objetivo declarado de Trump de crear el “Golden Dom”, una cúpula de protección con misiles para todo Estados Unidos. Es una nueva carrera armamentística espacial. Algo que está prohibido por el Tratado del Espacio Exterior (1967) que prohíbe colocar armas de destrucción masiva en órbita. Trump no se vio impedido en sus anuncios. Y nadie de los firmantes del tratado lo denunció.
El aumento de los presupuestos militares impulsado por la Otan a instancias del presidente Trump es coincidente con el aumento del armamentismo del espacio para las guerras imperialistas de dominación.
