Este es el otro interrogante que plantea la situación brasileña. Porque, a Lula, la bancarrota se le viene encima “en medio de una escalada de protestas y huelgas” (La Nación, 20/4). Entre enero del 2003 y marzo de este año se registraron 278 ocupaciones de tierras, cifra que supera la del total de invasiones realizadas en los gobiernos anteriores. La última semana el Movimiento Sin Tierra invadió la propiedad rural del presidente de la poderosa Federación Industrial de San Pablo. Además, el “Movimiento de los Sin Techo” desencadenó en estos días una ola de ocupaciones en San Pablo.

Un factor revulsivo en este panorama fue el reciente anuncio de un miserable aumento del salario mínimo de 20 pesos. El pasado 1° de mayo Lula no pudo ni siquiera hacerse presente en los actos oficiales, por “temor a ser abucheado” (El País, 6/5). Ahora, además, la base parlamentaria del gobierno se quebró y por eso “sufrió su primera gran derrota política en el Congreso” (La Nación, 7/5), cuando el Senado anuló el decreto del Ejecutivo que clausuraba la actividad de los bingos y casas de juego en todo el país. “El gobierno Lula recuerda otro gobierno latinoamericano de triste memoria, el de De la Rúa”, dice un comentarista de la Folha de Sao Paulo (22/4).