Mahuad, por el camino de Bucaram

Por segunda vez en cuatro años, un gobierno ecuatoriano está al borde del abismo. En 1996, en medio de una enorme pueblada popular, el ‘populista’ Adballah Bucarám fue derrocado por un ‘acuerdo cívico-militar’ armado por la embajada norteamericana. En estos días, el centroderechista Julio Mahuad enfrenta otra pueblada, con huelga general incluida, que exige su renuncia en el cuadro de un derrumbe económico sin precedentes. Nada retrata mejor la suerte que une a ambos hombres que el acuerdo al que han arribado: los diputados de Bucarám impedirán que se vote el juicio político a Mahuad en el Congreso a cambio de que se permita a su jefe ser candidato en las próximas elecciones. El muerto y el degollado…


El fenomenal derrumbe económico de Ecuador -profunda recesión, inflación galopante, desempleo récord- que alimenta la pueblada es la consecuencia de la política oficial de salvataje del capital financiero. Sólo en los primeros diez meses de 1999, el Banco Central emitió el equivalente a 1.600 millones de dólares para pagar los depósitos de los bancos que quebraron y que fueron ‘nacionalizados’. Semejante emisión, equivalente al 10% de todo el PBI ecuatoriano, fue derivada por los especuladores a la compra de dólares: en el curso del año, el sucre se devaluó más del 300%. Esa fantástica fuga de divisas derrumbó la producción y llevó el desempleo a las nubes. El registro de la quiebra de Ecuador fue su declaración de moratoria parcial de la deuda externa (‘bonos Brady’) acordada y respaldada por el FMI.


Para algunos observadores interesados, “resulta claro que Ecuador experimenta (el) agotamiento del modelo estatista” (Tiempos del Mundo, 23/12). El imperialismo aprovechará el derrumbe de los gobiernos de la burguesía ecuatoriana para forzar la ‘apertura’ y las privatizaciones en masa, en particular del petróleo y del sistema financiero ‘saneado’. Es decir que, para el imperialismo, llegó la hora de un Menem ecuatoriano… quizás en la piel de un centroizquierdista ya que los partidos tradicionales de la burguesía ecuatoriana han quebrado sucesivamente. Abona esta posibilidad el carácter centroizquierdista de las direcciones del movimiento popular. Claro que esta ‘salida’ no será indolora, lo que plantea la directa ‘supervisión’ de la embajada norteamericana y los militares sobre todo el proceso político.