“Mandela complace a los capitalistas”

Cada día aparece con mayor nitidez el contenido económico y social del gobierno mayoritario negro encabezado por Nelson Mandela.


En Prensa Obrera (Nº 415, 14/4) ya informamos sobre la decisión del pulpo Anglo American —un enorme monopolio con activos por miles de millones en minas de oro, de diamantes, de platino, de uranio, compañías de servicios, financieras y aseguradoras, de capitales británico-norteamericanos— de dividir a su subsidiaria Johannesburg Consolidated Investment Co. con el objeto de vender una parte de sus acciones a capitalistas negros. En aquella oportunidad, caracterizamos la “apertura del capital” de la JCI como una muestra de “la base social y la perspectiva de todo el proceso político sudafricano”. La Anglo American es un pulpo de tales dimensiones que maneja el 30% de los capitales que se mueven en la Bolsa de Johannesburgo.


Recientemente, la JCI traspasó una de las compañías de seguros del grupo, la African Live, a uno de sus actuales directores, Don Mcube, un negro cuya primera medida fue confirmar en sus puestos a todos los ejecutivos blancos (Le Monde, 24/5). Otra compañía de seguros del grupo de la Anglo American, la Sanlam —“un bastión de la economía afrikaner” (ídem)— también ha cedido recientemente a capitalistas negros una de sus filiales, la Met Life. La prensa internacional ha informado en los últimos días de otras ventas, traspasos y cesiones.


Estos capitalistas negros que pasan a convertirse en directores y presidentes de las subsidiarias de los grandes pulpos no han salido de la nada; se han enriquecido bajo el cuadro del “apartheid”, trabajando en calidad de gerentes, directores, abogados y asesores o en “pequeños negocios” a la sombra del gran capital. Un especialista de la revista Portfolio of Black Business —citado por Le Monde (24/5)— no duda en afirmar que “hay que reconocer que el apartheid no ha impedido a ciertos negros enriquecerse”. En la mayoría de los casos —o, por lo menos, en el de los que han hecho una carrera de negocios más exitosa— estos hombres estaban estrechamente ligados a la cúpula del CNA. Es que como reconoce el especialista en “black business” antes citado, “la política y los negocios son frecuentemente un buen matrimonio en la comunidad negra sudafricana”.


Esta práctica, que comenzó tímidamente en los últimos años, se ha hecho más común bajo el gobierno de Mandela: el gran capital imperialista —que domina sin discusión alguna todos los resortes económicos y financieros del país—, está “cooptando” a burgueses y capitalistas negros… de la misma manera que en la década del ’60 “cooptaba” capitalistas afrikaners. (El caso más renombrado es el de la aseguradora Sanlam —del grupo de la Anglo American— que fue vendida parcialmente, a comienzos del ’60.) Los afrikaners, sin embargo, fueron incapaces de dar nacimiento a una burguesía independiente del capital imperialista, que ahora, como en los tiempos de la Primera Guerra Mundial, domina a voluntad la economía nacional. Pero si esto sucedió con los afrikaners —que dominaban los resortes del aparato del Estado— ¿qué se puede decir de los capitalistas negros sino que están “condenados” a ser apenas un apéndice del gran capital imperialista?


La política del “gobierno negro” está al servicio de estos intereses. Caracterizando el discurso inaugural de Mandela ante el parlamento —en el cual presentó su “Programa de Reconstrucción y Desarrollo”—, el Financial Times (25/5) no cabe en sí de gozo: el discurso, dice, “parece provenir de la pluma del ministro de Finanzas Derek Keys, fuente de toda la ortodoxia en el gobierno del Partido Nacional y ahora asesor de confianza de Mandela”. El diario de los banqueros londinenses sigue y pone en boca de “uno de los principales hombres de negocios” una afirmación que es “la madre de todos los elogios” : “(los dirigentes del CNA) parecen cada vez más tories (conservadores) de toda la vida”. El título del artículo es por demás elocuente: “Mandela complace a los capitalistas”.


Lo que deleita a los grandes banqueros e imperialistas es que “pasaron los días en que los dirigentes del CNA ponían histéricos a los mercados con comentarios sobre el repudio de la deuda o la nacionalización de la industria”. Por el contrario, Mandela está dando pruebas de su “responsabilidad”: ha mantenido en el Banco Central a su antiguo director, se ha declarado partidario de “abrir la economía a la competencia” —es decir, dar marcha atrás en la política proteccionista del gobierno blanco— y de “promover y mantener la estabilidad financiera del país”.


El mentado “plan de reconstrucción y desarrollo” está subordinado “al cumplimiento de estos objetivos macroeconómicos”. Su presupuesto, según el discurso de Mandela, provendrá de los “ahorros” que se puedan producir en el presupuesto estatal por los retiros corrientes de los empleados públicos. Sobre esta base, naturalmente, es imposible satisfacer ninguno de los reclamos de la población negra.


Por todo esto, Le Monde (24/5) erra el viscachazo cuando, refiriéndose a los capitalistas negros, afirma que estamos en presencia de “la emergencia de una elite negra deseosa de participar en la renovación económica del país”… por la sencilla razón de que no hay ninguna “renovación económica”. Lo que intenta aprovechar la elite negra que se desarrolló bajo el régimen anterior, es la nueva situación política para “asociarse” al gran capital en la explotación de las mayorías nacionales.