Internacionales
2/11/1989|285
Menem contra Nicaragua
Un baño de sangre para "aceitar” la "democracia"
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Menem redujo finalmente a una hora su visita a Nicaragua, en lo que fue una inequívoca represalia por el anuncio de Daniel Ortega de que Nicaragua anularía el cese unilateral del fuego con los "contras" como consecuencia de las continuas incursiones de éstos dentro de las fronteras nicaragüenses. El representante político del pulpo Bunge y Born no hizo más que denunciar, con su actitud, el completo sometimiento del gobierno justicialista al imperialismo yanqui y su repudio a la Independencia nacional latinoamericana.
¿Es que acaso Daniel Ortega no tiene cómo sustentar su denuncia? ¿Es que acaso es verdad que la decisión que tomaría el sandinismo no sería más que un pretexto para impedir las elecciones nacionales de febrero próximo?
El presidente de Nicaragua denunció que los ataques de la "contra" produjeron 736 muertos, 1.153 heridos y 1.481 secuestrados o desaparecidos desde marzo de 1988, cuando el FSLN estableció el cese unilateral del fuego. Funcionarios norteamericanos que tacharon de "infladas” estas cifras, tuvieron que admitir que los ataques contrarrevolucionarios son “de un 30 a un 40% del nivel pico alcanzado en 1986 y 1987” (Washington Post, 30/10). Es natural entonces que Ortega reaccionara brutalmente ante el enojo de los presidentes reunidos la semana pasada en Costa Rica cuando les anunció el posible fin del cese del fuego: “No veo la misma preocupación o alarma —dijo— acerca de la masacre reciente de 19 nicaragüenses”.
El corresponsal del Washington Post tiene que admitir que aunque “los cinco presidentes centroamericanos acordaron en agosto pasado la desmovilización voluntaria y la reubicación de los ‘contras’ a más tardar el 5 de diciembre, es obvio que los rebeldes están intensificando su lucha y no demuestran interés en deponer las armas...”.
¿Son o no válidas entonces las denuncias de Ortega?
El mismo corresponsal norteamericano informa que “los rebeldes gozan por lo menos del tácito apoyo de la administración Bush, que dice querer que los contras se mantengan en el terreno por lo menos a lo largo de las elecciones del 25 de febrero”.
“La mayor parte de los estimados 12.000 rebeldes —prosigue el periodista— permanecen en bases en Honduras próximos a las fronteras con Nicaragua, donde son alimentados, vestidos, alojados y abastecidos con equipamiento no letal por los Estados Unidos. Pero fuentes diplomáticas dicen, y los comandantes contras lo confirman, que los rebeldes han incrementado su número y operaciones dentro de Nicaragua desde agosto”. Es evidente, por otra parte, que la llamada “presión internacional” no va a desalojar a los “contras" por mucho tiempo: cuando una comisión oficial de la ONU y de la OEA reclamó hace poco que los "contras" abandonen las hostilidades, fue inmediatamente criticada por el secretario de Estado norteamericano, J. Baker, y nada menos que por el propio secretario general de la ONU, Perez de Cuellar, quienes dijeron que esa desmovilización sólo podía ser, según lo acordado, “voluntaria”(!!).
¡Y toda esta gente pretende que el gobierno sandinista mantenga el cese unilateral del fuego en estas condiciones!
El jefe de la bancada demócrata en el congreso norteamericano apoyó a Bush en la crítica que éste formuló contra Ortega y la oposición nicaragüense, que dirige Violeta Chamorro, “ha adoptado el punto de vista norteamericano según el cual los contras deben permanecer intactos por el momento” (W.P.).
Surge claro de aquí que existe un bloque internacional en torno a la política de reclamar y controlar las elecciones, por un lado, y proseguir la guerra contrarrevolucionaria por el otro. Es significativo que coincidan republicanos y demócratas, europeos y norteamericanos, la ONU y la OEA, los Menem y los Pinochet. La “democracia" siempre se ha valido de la bayoneta imperialista.
Todas estas informaciones revelan los descomunales límites del llamado “proceso de paz” establecido por los presidentes de Centroamérica con Nicaragua y las características contrarrevolucionarias del proceso político-electoral o de institucionalización que se ha impuesto en Nicaragua. El brazo civil de los "contras", el frente dirigido por la Chamorro, que recibe además financiamiento norteamericano, goza de toda la libertad política de acción, a pesar de representar, precisamente, a la contrarrevolución. La "doctrina" del "pluralismo” es inviable, exactamente porque presupone la coexistencia de la revolución y de la contrarrevolución. El FSLN ha admitido como consecuencia de su política democratizante y pro-capitalista el rearme político de la contrarrevolución en el escenario nicaragüense, la injerencia internacional del imperialismo y hasta la acción armada de los "contras", esto en virtud del cese unilateral del fuego.
Es el deber de todo antimperialista repudiar el acoso imperialista contra Nicaragua y en especial al presidente justicialista de los Bunge y Born.