Mientras bombardea, Israel vuelve a amenazar con una invasión del Líbano

Paremos la barbarie sionista.

Los destrozos de los bombardeos israelíes

En medio de los feroces bombardeos contra el Líbano, el jefe de las fuerzas armadas israelíes, Helzi Alevi, afirmó esta semana que podría haber también una invasión terrestre. “Estamos atacando todo el día. Tanto para preparar el terreno a una posible entrada como para seguir atacando a Hezbollah”, declaró. Algunas brigadas adicionales ya han sido desplegadas en el norte israelí. Al mismo tiempo, la Casa Blanca diseminó más tropas en Medio Oriente y llamó a sus ciudadanos a abandonar el país de los cedros.

La escalada sobre el Líbano empezó el 17 de septiembre, cuando las fuerzas israelíes detonaron a distancia cientos de artefactos (beepers) con los que presuntamente se comunicaban miembros de Hezbollah, una operación urdida por los servicios de inteligencia sionistas que dejó alrededor de cuarenta muertos y miles de heridos.

Al igual que en la Franja de Gaza, se repite el mismo modus operandi de crueldad extrema y desprecio total por la población civil. Esos aparatos explotaron dentro de viviendas, bares y supermercados, desatando el terror entre los libaneses. “La mayoría de las víctimas no eran combatientes de Hezbollah, sino miembros de los extensos operativos civiles del grupo que sirven principalmente a la comunidad chiita del Líbano (…) Médicos, enfermeros, paramédicos, trabajadores de organizaciones benéficas, docentes y administradores de oficinas trabajan para organizaciones vinculadas con Hezbollah y una cantidad desconocida de ellos usan beepers”, se lee en La Nación (19/9). En el caso de los bombardeos, que dejaron más de 500 muertos solo en la jornada del lunes 23, se repite el mismo patrón. A toda esta brutalidad hay que añadir medio millón de desplazados internos, que se dirigieron en los últimos días a Sidon o Beirut, la capital.

Cuando los funcionarios israelíes dicen que están trasladando el centro de gravedad desde Gaza al Líbano, es como si dijeran que quieren llevar la misma barbarie que aplican contra el enclave costero hacia el norte. El pretexto, en este caso, es posibilitar el regreso a sus hogares de los cerca de 60 mil israelíes evacuados desde octubre de 2023, cuando, tras la operación de Hamas y la invasión de Gaza, comenzó también el intercambio de misiles entre Israel y Hezbollah en la frontera norte. Más de 1.200 libaneses murieron en estos ataques, mayormente civiles.

Con la misma tesitura que se justifican los lanzamientos aéreos, se busca legitimar una potencial incursión terrestre, en nombre de crear una zona tapón en el sur del Líbano que dificulte el lanzamiento de misiles por parte de Hezbollah.

Pero son muchos los observadores, incluso afines a Israel, que advierten sobre las consecuencias de una invasión del Líbano. “Si atacara sobre el terreno, fácilmente podría quedar atrapado en otro pantano sin salida”, sostiene un artículo del Washington Post (reproducido por La Nación, 27/9).

Hezbollah está mejor pertrechado que Hamas, cuenta con entre 40 y 50 mil milicianos, más de 100 mil cohetes y una sofisticada red de túneles que ya le permitió en 2006 repeler la invasión israelí de aquel momento. Además, para Israel implicaría la apertura de un tercer frente, si se suma a Gaza y Cisjordania, donde las redadas del ejército israelí se están incrementando.

¿Puede Israel sostenerlo? Y, sobre todo, ¿qué reacción popular puede producir en Medio Oriente una “nueva Gaza”? Ya un ministro del gabinete israelí, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, planteó -no nos cansaremos de repetirlo- que hay que “devolver al Líbano a la Edad de Piedra”. El proyecto colonialista y provocador del sionismo amenaza a la región con la perspectiva de una guerra regional.

No al genocidio en Gaza. Abajo los bombardeos contra el Líbano. No a una invasión. Por una Palestina única, laica y socialista, como parte de una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.