Internacionales
16/9/2010|1146
Momento importante de la movilización obrera en Francia
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Luego de la importante movilización del pasado 7 de septiembre, las próximas semanas serán decisivas en el enfrentamiento entre el gobierno y la población sobre la cuestión de las jubilaciones. Las manifestaciones y huelgas fueron una expresión de la potencia social y política de la clase obrera. La crisis y descomposición del gobierno alimenta este proceso. Las direcciones sindicales y políticas, en cambio, conducen el movimiento a una impasse; no reclaman el retiro del proyecto, sino una mesa de negociación con el gobierno. Una verdadera carrera de obstáculos está abierta para el movimiento obrero en su enfrentamiento con la burguesía, que en el cuadro de la crisis mundial capitalista no se limita a la cuestión de la edad de retiro. Luego de la movilización, la patronal de Continental, de la industria automotriz, logró imponer, mediante un plebiscito en la fábrica, reducciones de salario y alargamiento de la jornada laboral -una copia de lo que consiguió Fiat en su fábrica de Pomigliano, Italia.
Alcances, límites
Hubo 3 millones en la calle; las manifestaciones fueron muy significativas en las ciudades de provincia, las huelgas paralizaron los transportes y otros sectores.
Se trata de una evolución significativa en comparación con la primera ola de manifestaciones por la crisis capitalista, durante 2009. En ese entonces, las direcciones sindicales aceptaron abiertamente los planes del gobierno y lograron que las movilizaciones perdieran su energía y su determinación.
La CGT y la CFDT, las principales confederaciones miembros de la Intersindical que organizó la jornada, llamaron -y siguen llamando- a una negociación con el gobierno. La movilización no tuvo consignas claras. FO y Sud-Solidarios se pronunciaron por "exigir el retiro del proyecto", pero son minoritarios. En las manifestaciones, sobre todo en provincia, se notó la presencia de intersindicales de las empresas y lugares de trabajo con banderas que reclamaban el retiro del proyecto por parte del gobierno, no su negociación. En París, la movilización fue dividida en dos, de manera que la CGT desfiló prácticamente sola. Sin embargo, algunas Uniones departamentales y locales se han pronunciado también por el retiro, en contra de la política de la dirección confederal.
Las decisiones tomadas el día 8 en la cumbre confederal van a ensanchar la brecha. El gobierno introdujo algunos cambios, ya previstos y sin importancia, para "responder a la movilización". La Cámara de Diputados votará el proyecto del gobierno el 15 de septiembre y luego pasa al Senado para su discusión en octubre. La fecha elegida para una nueva jornada se propone influir en el voto en el Senado. Se insiste clara y explícitamente en la línea de la negociación y de la presión al Parlamento, para no cortar los puentes con el gobierno. Thibaut y Chérèque, secretarios generales de la CGT y de la CFDT, respectivamente, no dejan de insistir en la necesidad de "reformar" el proyecto, aunque no coinciden necesariamente en los puntos a negociar. Force Ouvrière y Sud-Solidarios no aprobaron las decisiones de la Intersindical y se pronunciaron por "retiro del proyecto" como consigna de la futura movilización.
Algunos sindicatos, en particular los de transporte, han anunciado una huelga "reconductible" (renovada cada 24 horas por asamblea) para el día 23. Las secciones locales de la CGT son más vacilantes. La exigencia del retiro de la reforma y el movimiento hacia la huelga constituyen los puntos de ruptura.
El desarrollo de la crisis
Estamos asistiendo a una crisis política del conjunto de la Unión Europea y a una descomposición del gobierno de Sarkozy. Los escándalos y la corrupción lo acosan, pero sobre todo es incapaz de formular y ejecutar una política de ajuste eficaz (hay confusión y zigzageos en la preparación del presupuesto 2011). Adopta una ‘línea dura' que es incapaz de sostener, con la mirada puesta en los electores de derecha para 2012.
En este sentido, el objetivo del gobierno con su proyecto sobre las jubilaciones es demostrar que puede imponer un "ahorro" inmediato de miles de millones de euros. El castigo financiero y político de la burguesía será automático si fracasa en el intento.
El Partido Socialista es ahora un candidato firme a ganar en 2012, por eso dice que puede alcanzar los mismos objetivos con otros métodos políticos. La línea de su dirección es vaciar el combate social, mientras desgasta al gobierno con la denuncia del ajuste. Busca evitar que el proyecto del gobierno sea liquidado por la movilización callejera. Su oposición parlamentaria es cordial y su preocupación es encubrir la descomposición del gobierno. Comparte este terreno con las direcciones sindicales. Hay una división del trabajo, que es una de las características de la lucha de clases en Francia: las direcciones sindicales burocráticas tratan de disciplinar las movilizaciones y las huelgas; las direcciones de las organizaciones políticas de izquierda se llenan la boca de proclamas incendiarias, mientras protegen el funcionamiento de las instituciones del Estado burgués. Ahora, el horizonte es la derrota de Sarkozy en las futuras elecciones presidenciales dentro de menos de dos años. Sin embargo, distintas peleas en el campo de la burguesía podrían precipitar los acontecimientos y provocar un adelantamiento electoral. Los ataques a Sarkozy por parte de medios como The Economist y Le Monde son feroces.
Las maniobras del PS son flanqueadas por la "izquierda de la izquierda" y, ante todo, por el llamado Frente de Izquierda, constituido por el Partido Comunista, el Partido de la Izquierda (una escisión reciente del PS) y un puñado de tránsfugas del NPA. Claro que este Frente proclama su oposición irreductible a Sarkozy y al proyecto, pero agrega de inmediato que no pretende inmiscuirse en el terreno que considera propio de las direcciones sindicales, lo que no obsta para que apoye su política. El último hallazgo de este conglomerado es el llamado a que la reforma de las jubilaciones sea sometida a un referendo, que depende de una decisión del presidente. El círculo se cierra y el Frente de Izquierda juega plenamente su papel de flanco protector de las maniobras políticas del PS.
El Nuevo Partido Anticapitalista conjuga el llamado al retiro del proyecto y a la movilización y las huelgas reconductibles con su planteo de la "unidad de la izquierda", o sea furgón de cola del PC y el PI, que a su vez van a la rastra del PS. Su horizonte político es también el 2012 y su lugar en la izquierda de la izquierda. Será tributario de la dislocación del conjunto del sistema político y de las relaciones entre las clases.