Montevideo: mayor polarización social y pauperización

Dos estudios recientes *uno acerca de la situación de la juventud y el otro sobre los niveles educativos en los distintos barrios de Montevideo* muestran que durante los últimos diez años de gobierno frenteamplista se ha producido en la capital uruguaya un agudo proceso de polarización social, pauperización, expulsión de trabajadores, valorización inmobiliaria del centro de la ciudad, deterioro de la infraestructura de servicios en los barrios periféricos y fragmentación de la educación pública.


La conclusión que extrae el semanario frenteamplista que comenta estos estudios es demoledora, incluso si pretende absolver al gobierno municipal de cualquier responsabilidad: “Montevideo se parte en dos. Una fábrica de desigualdad. La capital (…) expulsa pobres y pobreza hacia su periferia (…) donde los barrios se parecen cada vez más entre sí, y cada vez menos a la parte rica” (Brecha, 22/9).


El primer estudio, realizado por técnicos de la propia Intendencia, divide a Montevideo de acuerdo a los indicadores de educación, condición de actividad, salud, cantidad de jóvenes que no trabajan, no estudian y no buscan trabajo y cantidad de madres solteras jóvenes. Llega a la conclusión de que existen “dos Montevideos”: una ciudad “consolidada”, que “concentra servicios, oportunidades de consumo y oportunidades de acceso a bienes sociales”, y una “periferia abandonada” con “asentamientos en crecimiento explosivo, importantes carencias de infraestructuras y servicios”. Allí “la pobreza crítica se reproduce en un círculo vicioso”.


La política del gobierno municipal frenteamplista ha sido un factor activo de esta masacre social, algo que el propio informe debe reconocer cuando señala “la creciente distancia económica, social y cultural entre las dos grandes áreas”. Es que bajo el gobierno del FA se ha producido una sistemática expulsión de trabajadores del centro de Montevideo como consecuencia del encarecimiento de los alquileres provocado por la especulación inmobiliaria: mientras la población de la ciudad (total) creció en un 2,5% en los últimos diez años, la de los barrios periféricos creció en un 19% (con picos superiores al 50% en algunos barrios). Miles de trabajadores han sido expulsados hacia los asentamientos, sin servicios ni infraestructura.


El otro estudio, que analiza los porcentajes de repetición escolar entre 1990 y 1999 en las escuelas públicas de Montevideo, confirma la “fragmentación social” de la ciudad: mientras que en el centro menos del 10% de los niños repite de grado, en la periferia la cifra supera el 30%. La diferencia es todavía más marcada en cuanto a la deserción escolar.


En la periferia, los chicos entran en el “circuito productivo” a los 14 años, en empleos sin calificación. El porcentaje de madres jóvenes y solteras en estas zonas (17,4%) es diez veces superior al registrado en el centro (1,9%); lo mismo sucede con la mortalidad infantil (4 por mil en el centro; 40 por mil en la periferia).


La Intendencia frenteamplista fue incapaz de armar una red social *mediante becas de estudio, subsidio a los desocupados, provisión de anticonceptivos, equipamiento de bibliotecas* que mantuviera a los chicos de la periferia en las escuelas y redujera el número de embarazos juveniles. Y no lo ha hecho porque haya sido “austera” en el manejo del gasto público: el déficit de 100 millones de dólares que tiene hoy la Intendencia demuestra que el dinero se gastó, pero no en beneficio de los trabajadores y la juventud y la niñez explotadas.


De antemano, los burócratas municipales del Frente Amplio han pretendido que ellos no tienen ninguna responsabilidad en esta masacre social: la educación, la salud, el empleo, la vivienda *dicen* no son de “responsabilidad municipal”. Más que una demostración de ‘inocencia’, el planteo es una lápida política para el Frente Amplio: para la ‘izquierda que se une’ de Uruguay, la “división de poderes” del Estado y la “convivencia” con el gobierno fondomonetarista nacional están por encima de las reivindicaciones apremiantes de las masas trabajadoras. Después de todo, ¿para qué querrían los explotados uruguayos un gobierno de la izquierda en Montevideo si no es para imponer, por los medios que sean necesarios, la satisfacción de sus reivindicaciones?